Capitulo 12.

172 28 0
                                    

CALUM.

—Calum —un soplo caliente fue dirigido a mi oido—. ¿Calum? Calum, Calum, Calum, Calum.

—¿Que pasa, Michael? —masculle, intentando no golpearlo.

—¿Estas despierto?

Tomé un profundo respiro, sabiendo que debia tenerle paciencia pero habia momentos como esos en que queria golpear al chico. Mirandolo sobre mi hombro, estreché los ojos en su dirección—. ¿A ti que te parece?

—Que te demoraste mucho en despertar, estoy despierto hace horas, ¿que rayos esperabas para despertar?

Lo miré un segundo antes de rodar los ojos—. Eso no tuvo sentido.

—No importa —se puso de pie en la cama y salto un par de veces sobre ella—. Debes levantarte y desayunar así podemos ir a pasear fuera.

—Deja de saltar, vas a caerte —musité antes de mirar el reloj sobre la mesa—. Son las cuatro de la mañana, Michael, ¿realmente crees que haya alguien despierto a esta hora?

—Yo lo estoy.

—Tu eres raro, es una excepción —me burlé antes de volver a acomodarme contra la almohada y cerrar los ojos—. Acuestate y quedate quieto.

—No te duermas. —se arrojó sobre mi, cayendo en sus manos y rodillas, rodeandome—. Calum, Calum, Calum, Calum, Calu...

—¡Michael! —gruñi, abriendo los ojos de golpe y mirandolo mal—. ¿Puedes parar?

—No. —dejo un rapido beso en mis labios antes de volver a ponerse de pie y comenzar a saltar nuevamente—. Vamos, quiero ir a pasear.

—¿Estuviste bebiendo o drogandote o tomando café o expuesto a algun gas toxico mientras dormia? —pregunté al ver lo exaltado que estaba—. Estas más raro que de costumbre.

—No me he movido de tu lado —aseguró—. ¿Sabias que hablas dormido?

—¿Eh?

—Si —se detuvo y me miró con una sonrisa—. Dijiste mi nombre, ¿estabas teniendo sueños humedos conmigo, Hood?

—Claro que no —tome una almohada y la coloque sobre mi cabeza—. ¡Acuestate y duermete!

—¿Calum?

Quite la almohada y lo miré—. ¿Puedes dejar de decir mi nombre? Me lo gastas.

—Thomas, Thomas, Thomas...

—¿Como sabes mi segundo nombre? —lo miré extrañado.

Apunto a un rincón donde mi maleta habia sido abierta y las cosas estaban fuera—. Revise tus cosas.

—¿Por qué hiciste eso? —chillé.

Se encogio de hombros—. Estaba aburrido y no tenia nada que hacer.

—Tienes una televisión, libros y una ciudad entera allí afuera —hice un gesto hacia la ventana—. ¿Por qué revistaste mis cosas?

—Porque tu eres más fascinante para mi —se dejo caer de rodillas quitando las sabanas del camino antes de voltearme bruscamente boca arriba y meterse entre mis piernas, apoyando su barbilla en el centro de mi pecho con sus ojos fijos en los míos—. ¿Quieres saber mi segundo nombre?

—Creo que eso seria lo justo. —levanté la mano y la hundí en su cabello con suavidad, sonriendo cuando el chico cerró los ojos y se inclinó hacia la caricia.

—Gordon. —musitó—. Creo que mis padres me odian.

Reí entre dientes—. Tu no eres el que se llama Calum.

—Me gusta tu nombre.

—A mi me gusta el tuyo. —replique.

Abrió los ojos, mirandome con una sonrisa—. Me gustan tus ojos.

—A mi me gustan tus ojos. —sonreí.

Se acercó lentamente—. Me gustas tu.

Dude un segundo sobre sus labios antes de decidir que debia hacerlo, sin importar lo debil y vulnerable que quedaria ante él—. A mi me gustas tu. —mi voz salió en un suave susurro.

La sonrisa de Michael fue deslumbrante mientras acortaba el espacio entre nosotros y unia nuestros labios. El beso fue suave, una caricia tan suave y tierna como nunca antes habia sentido. Mis brazos automaticamente se enredaron en su cuello, tirandolo más cerca mientras abria mis labios para darle paso.

Michael gimió contra mis labios, subiendo un poco sobre mi cuerpo mientras el beso se volvia más intenso. Habia tenido sexo consensuado una vez antes o mejor dicho, habia intentado tenerlo, no me iba muy bien cuando intentaba acercarme a otra persona lo necesario para poder confiarle mi cuerpo. Pero este era Michael, el mismo chico de cabello alocado que habia estado intentando que sonriera desde que me conocio, el mismo que me habia abrazado y susurrado palabras bonitas las dos veces que tuve una crisis frente a él, el mismo joven que me habia llevado a Francia y estaba haciendo de todo para me sintiera comodo y fuera feliz.

Él podia ser excentrico y poco convencional pero era un tesoro que habia tenido la suerte de encontrar. Era el principe de mi cuento, aunque eso sonara cursi. No habia venido en un caballo ni con un ramo de rosas, no, él habia aparecido en mi puerta con un ramo de flores y una sonrisa y habia volteado mi mundo de cabezas. Sacudio mis cimientos y me hizo darme cuenta de que la vida no termina solo porque no puedas caminar o hayas tenido una mala vida, siempre debes seguir adelante porque hay personas que te quieres.

Era el chico del que me habia perdidamente enamorado y tenia tanto miedo, nunca habia sentido tanto miedo en mi vida. Temia perderlo como habia perdido todo en mi vida. Tenia terror de que Michael se fuera y me dejara como mamá habia hecho o que me cambiara como un objeto viejo cuando se aburriera.

Me aferré a él cuando rompió beso y comenzó a besar mi mejilla hacia mi cuello. No habia forma de que lo soltara, no luego de que al fin habia logrado abrir la puerta a todos mis sentimientos por él y ponerlos en orden. Porque por más tonto que pareciera, me habia enamorado perdidamente de Michael en el corto tiempo que habiamos pasado juntos.

—Calum, bebé —besó mi oreja con suavidad, logrando que jadeara—. Cal.

—¿Mmm? —murmuré, acariciando su cabello.

—Tus piernas me estan apretando la cadera. —susurró.

Parpadee hacia él, aturdido—. ¿Que?

—Tus piernas, cariño —llego con su mano a mi muslo acariciandolo con suavidad y mostrandome que realmente tenia mis piernas apretadas contra su cadera—. Moviste tus piernas, me apretaste con ellas.

—N-no, n-no puede ser —susurré, sintiendo las lagrimas acumularse en mis ojos. Lo miré, totalmente perdido—. ¿Michael?

—Hey, shhh —se arrodilló en la cama, rodeandome la cintura antes de tirarme contra su cuerpo—. Esta bien, cariño.

—¿En-enserio lo hi-hice? —tartamudee, hipando por el llanto contenido mientras lo miraba.

Él sonrió con ternura, aplastandome contra su pecho—. Lo hiciste —asintió—. No fue mucha fuerza pero lo hiciste, cariño.

Me aferré a él, hundiendo mi rostro en su cuello mientras dejaba salir un pequeño sollozo—. ¿Aho-ahora que?

—Ahora vas a volver a caminar —musitó, besando mi cuello—. Serás el mismo Calum de antes.

—No quiero ser el mismo —susurré cuando pude detener mis sollozos, mi voz temblorosa—. Quiero ser el Calum que tiene a Michael.

—Yo no me voy a ningun lado, cachorrito —susurró en mi oido—. ¿Acaso no recuerdas que vamos a casarnos?

Sonreí contra su cuello, sintiendo las lagrimas desbordarse de mis ojos. Estaba feliz, demasiado. Tanto que no pude resistirme de soltar las palabras en su oido.

—Te amo, Michael. 

Besos de Colores |Calum/Michael|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora