Capitulo 7.

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CALUM.

Desperté gracias a la sensación de un cuerpo pegandose en mi espalda. Fruncí el ceño, recordando vagamente que despues de mi sesión de ejercicios Michael me habia traido a casa y me habia dormido luego de despedirlo. No tenia ganas de soportar su actitud consoladora cuando todo mi cuerpo gritaba de dolor. Así que con una promesa -mejor dicho, diez promesas- de que lo llamaria si algo malo pasaba, el peli-verde se habia marchado.

¿Entonces quien rayos estaba en mi cama abrazandome?

Moviendo mi cabeza hacia un lado, sentí el suave perfume a chicles de tutti-fruti que desprendia la persona detrás de mi y rodee los ojos. Llevando mi brazo hacia atrás, golpee con mi codo algun lugar de su cuerpo.

—¡Lauren! —me queje cuando la chica gruño de dolor—. ¿Que jodidos haces?

—Te abrazo —dijo obvia—. Ahora, quedate quieta cucharita que este cucharon quiere dormir.

—¡Lauren!

—Así me puso mi mamá. —dijo—. Pero si lo sigues diciendo me los vas a gastar, Cal-pal.

Suspiré, sabiendo de sobra que era imposible tener una conversación coherente con la chica. Tomando un profundo respiro, decidi comenzar a hacer preguntas más directas.

—¿Como entraste a mi casa, Lolo? —dije suavemente.

—Con mi tarjeta de credito. —contesto.

—¿Que?

—¿No te sabes el truco de la tarjeta de credito? —se apoyo en su mano y me miró con cara de sorpresa—. Tengo que enseñarte eso.

—¿Forzaste la entrada de mi casa?

—Claro que no —se defendio, indignada—. No rompi la puerta, no se considera violación.

—Si, se considera violación de privacidad —señale—. Entraste a mi casa sin permiso, eso es un delito.

—Ahm —parecio pensarlo un segundo antes de asentir—. Entonces mi ex novio tenia razón cuando me puso la orden de alejamiento.

—¿Irrumpiste en la casa de tu ex novio? —no sé porque me extrañaba pero extrañamente lo hacía.

—En ese momento era mi novio —me señalo con el dedo—. Y me estaba engañando, por eso entre.

—¿Para atraparlo en el acto?

—No —negó—. Para poder grabarlo mientras lo hacia con la chica. ¿Tu eres idiota? ¡Claro que para atraparlo!

—De ti espero cualquier cosa, Lauren. —acepte. Quitando su dedo de mi rostro, suspiré—. ¿Para que viniste?

—Oh, vine para decirte que haremos la fiesta el sabado —me informó—. Hoy en la mañana no me dejaste decirte eso, cuando el chico lindo aparecio y nos corriste como si fuesemos perritos sarnosos.

—No fue de esa manera.

—Me sentí de esa manera —insistió. Sus ojos brillando con falsas lagrimas.

—¿Olvidas que sé sobre tus clases de actuación? —alce una ceja.

Ella me miró por un segundo, haciendo un puchero pero al ver que no funcionaba se seco el rostro y me dio una mala mirada—. Okey, eso no funcionó. —aceptó—. ¿Iras a nuestra fiesta de igual?

—No —gruñí—. Ahora vete de mi casa y no vuelvas a entrar sin permiso, me duele todo y no tengo ganas de soportarte.

Dando vuelta el rostro, cerré los ojos y esperé porque se marchara.

—Te daré un masaje si vas a nuestra fiesta —canturro en mi oido.

—No quiero —contesté de la misma manera—. Ahora vete antes de que llame a Joe.

—Okey, me voy pero ni creas que me he rendido con respecto a esto —sentí su peso hundir la cama mientras se bajaba—. Iras a esa fiesta así tenga que atarte a lo Hannibal y llevarte en una carretilla.

—Si no te vas ahora me obligaras a comenzar con mi consumo de carne humana —mascullé.

—Empieza por los muslos, es donde tengo más carne —rió, dejando un sonoro beso en mi mejilla—. Adiosito, Robin Hood.

—Adios, Lauren. —musite.

Escuché sus pasos alejarse antes de que la puerta se abriera y se cerrara. Acomodandome en la cama nuevamente, cerré los ojos y suspiré. Me dolia el cuerpo, todoa mi morena anatomia sufria. Camila habia sido una perra conmigo, aunque luego de mi crisis me dejo ir pero eso no queria decir que fuese a ser más dulce conmigo la proxima vez. Segun ella, yo era un cabeza dura que necesitaba que le patearan el culo para que se moviera. Tenia razón pero eso no queria decir que no fuese una perra.

Estaba a punto de dormirme nuevamente cuando senti una suave mano acariciar mi mejilla y un pequeño beso cayendo sobre mis labios. Fruncí el ceño sin abrir los ojos.

—Te dije que te fueras, Lauren —gruñí—. No ire a esa estupida fiesta.

Una pequeña risita le siguio a mis palabras—. No sé que me indigna más: que me confundas con una chica o que tu amiga te bese.

Mis ojos se abrieron de par en par, encontrandome con los verdes ojos de Michael a un palmo de distancia—. ¿Michael?

—Buenas noches, cachorro. —musitó, su mano aun en mi mejilla haciendo suaves caricias con el pulgar.

—¿Noches? —pregunté extrañado—. ¿Que hora es?

—Tarde —dijo—. Me imagine que no ibas a recordar cenar, así que te traje algo.

—No quiero.

—Si, supuse que dirias eso —aceptó—. Pero no me interesa lo que digas. Lauren me dijo que no comiste nada en todo el día, ahora vas a comer conmigo.

—¿Lauren? —fruncí el ceño—. ¿Cuando hablaste con Lauren?

—Trabaja en el restaurant cercano —hice un gesto con la mano—. Ella me atendió y me dijo lo que te gustaba comer.

—Y de paso te chismorreo sobre mi vida, ¿verdad?

—Dijo cosas interesantes y otras no tanto. —asintio. Colocando los brazos debajo de mi cuerpo, me levanto de la cama antes de sentarse y acomodarme sobre su regazo. Lo miré mal.

—No soy un bebé, Michael. —gruñi.

—Claro que si —insistio—. Eres mi bebé ahora.

—¿En que momento acepte serlo?

—Cuando me devolviste el beso. —contesto.

—¿Que beso? —chille.

—Este. —antes de que pudiese reaccionar, Michael apoyo su mano en mi mejilla y unio nuestros labios.

Michael fue suave y tierno, las caricias de sus labios eran tan delicadas que me tuvieron cerrando los ojos y abriendo la boca antes de darme cuenta. Habia tenido amantes antes pero todos eran simplmente una forma de bajar la calentura, cada beso que habia recibido antes habia sido brusco y apasionado. Esto era distinto, este toque era cariñoso.

Su mano siguio acariciando mi mejilla con ternura mientras acariciaba mi boca con su lengua. Envolviendo mis brazos en su cuello, me aferre a su verde cabello gimiendo suavemente en su boca. Pude sentir la sonrisa en sus labios en medio del beso pero no me importó. Él habia ganado este round, lo aceptaba porque no habia manera de que me alejara de su toque cuando este estaba produciendo tantas cosas emocionantes en mi cuerpo.

Michael rompió el beso cuando el oxigeno comenzo a escasear. Aun así, no se alejo y siguió dejando pequeños besos alrededor de mis labios. Sonrió.

—Te lo dije, eres mi bebé ahora.

Reí, negando con la cabeza suavemente—. Debo ponerle una mejor cerradura a esa maldita puerta.

Besos de Colores |Calum/Michael|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora