CAPÍTULO 11. UNA VIDA QUE PLANEAR.

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Si no me amas, no importa;
yo puedo amar por los dos.
Stendhal.

Los ganadores que llevan el triunfo por mucho tiempo, son los mejores tramposos cuando de mantener el triunfo se trata, aún más cuando el premio es bastante codiciado, desde siempre se dice que los tramposos nunca llegan a conseguir cosas buenas y que él castigo les llega tarde o temprano, pero siendo realistas, es más probable que un tramposo consiga el triunfo a qué lo pierda ¿La razón? Porque es listo, un buen tramposo consigue engañar a todos con facilidad, agota todas las posibilidades y no permite que nadie lo descubra, actúa el mismo, planea y ejecuta con maestría, las mentiras pueden ser demasiado fundamentales cuando de convencer a alguien se trataba, imaginación, creatividad y más cosas son necesarias para el tramposo, y un tramposo profesional es lo más irritante para un competidor digno luchando con todas sus fuerzas. Nani Hirunkit Brown obtuvo el papel de perdedor en la carrera por el corazón de Win, en un abrir y cerrar de ojos el mismo conde de Argleton, aquel que Win insultó en varias ocasiones resultó ganador con solo unas cuantas frases en la reunión de la reina, las noticias corrían rápido, y la trampa perfecta del conde sería informada a Nani al regreso de su corto viaje al campo para conseguir el anillo perfecto para su amado Win.

De vuelta a la casa Jongcheveevat, solo hasta hace cinco minutos que el conde y Lord Jongcheveevat habían entrado al despacho y Win ya estaba al borde del colapso, caminaba de un lado al otro llevando al pequeño Jonathan con él, el niño estaba entretenido siendo jalado por su nervioso hermano y soltaba carcajadas mirando a su papi que trataba de calmar el ambiente, los menores hace mucho que habían corrido a sus habitaciones a descansar, y los únicos presentes buscaban las palabras correctas para no alterar a su hermano, había muchas posibilidades, y en cada una de ellas un escenario diferente, Alexander solo rogaba por qué el Conde no mencionará nada de lo ocurrido con Lady D'angelo, Olivia analizaba los pros y contras de esa unión y Gulf solo esperaba que su esposo no encontrará el arma que había escondido en el librero, junto a los libros que compartían juntos, después de un silencio bastante incómodo Olivia tomó la palabra.

- Bueno, al menos Win tendrá bastante dinero, los Chiva-aree tienen una capital muy sorprendente -

- ¡Olivia! - regañó Alexander.

- ¿Qué? Estoy feliz de que mi hermano vaya a casarse con alguien con fortuna, en todo caso si el tipo no es de su agrado lo envenena luego de su primer hijo y se queda con su fortuna...-

- ¡Olivia Jongcheveevat! - gritó Gulf escandalizado.

- No voy a envenenar a Brigth para quedarme con su dinero - reprochó Win - No me interesa si tiene más dinero que la misma reina, solo quiero que esté a mi lado y me sea fiel -

- Y que te ame mi vida, esa es una parte importante - dijo Gulf con una sonrisa.

- Si... Amor -

Mentir a su papi jamás había sido una opción, menos cuando de algo grave se trataba, pero en esta ocasión no tenía muchas opciones, si se atrevía a decirle la verdad sobre la forma tan inmoral en qué se había comportado en la fiesta de Lady D'angelo su papi iría a contarle a su papá y estaba más que seguro de que su padre estaría decepcionado de él, el matrimonio Jongcheveevat crío a sus hijos con valores, les mostraron la diferencia entre libertad y libertinaje además de siempre procurar que su familia esté fuera de escándalos, para suerte de Win Brigth llegó en el momento exacto para que el asunto con Emma Sprinter no fuera más allá de sus manos y lograron engañar a media sociedad londinense de su romance secreto y el compromiso que tendría que volverse una realidad si no quería quedar en ridículo, quizá podría hablar seriamente con Emma la próxima vez y aclararle las cosas, Emma no era mala persona, pero la desesperación de su familia por obtener un marido para ella la volvieron una rata en busca de oportunidades para llamar la atención y conseguir acabar con la competencia, competencia que era alentada por la reina al clasificar a los debutantes como buenos, excelentes y detestables, el último donde quedó la pobre Emma al desmayarse en plena presentación.

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