CAPÍTULO 7. LA VERDADERA CARA DEL AMOR.

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Las mujeres
todavía recuerdan el primer beso
después de que los hombres
han olvidado el último.
Remy de Gourmont

Para las leyes morales de la vida, una pareja no puede tener ningún contacto de índole íntimo de ninguna forma, pues iría en contra de lo puro, lo decente y mancharía la reputación de tales personas con un simple roce, una pequeña caricia o dios no lo quiera, un beso, todos seguían estás normas hasta el final, o por lo menos a los ojos de los demás, porque hay que aceptar, que el ser humano busca lo prohibido por naturaleza, y las necesidades físicas tarde o temprano se manifiestan en una muestra de contacto algo diferente, no todos tienen el privilegio de probar antes de atarse a las leyes matrimoniales, pero en definitiva, si las mujeres o donceles se atrevieran a probar este tipo de contactos antes del matrimonio, les aseguro, nunca llegarían a concretar ningún compromiso, puesto que, no todos los hombres son tan buenos como lo aseguran si hablamos de asuntos escandalosos, y con la misma libertad que ellos tienen para desistir de comprometerse, van por la vida explorando y buscando algo que se le acerque a lo bueno, claro, deshonrando a cada mujer que se les atraviesa por el camino, y arruinado su reputación si es que alguien llegaba a descubrirlos.

La pureza era la características más buscada por hombres, la inexperiencia era como un filete de carne para un sabueso, atrayente, pensar en una pareja como algo moldeable que puedes manejar a tu antojo es lo más cercano a él sueño de todo hombre, y cuando se dan cuenta de que es imposible, prefieren abandonar a su suerte sus matrimonios, cumpliendo con el primer hijo, tal vez más si de verdad se le aprecia, y luego simplemente darle una casa apartada y vivir como solteros sin compromiso, entre mujeres, vino y juegos, vaya vida soñada aspiran los caballeros.

Pero ¿Qué si fuera al revés?

Si una mujer o doncel se atrevía tan siquiera a insinuar la vida de libertinaje era condenado a las críticas, si se iniciaba un compromiso con alguien desagradable era imposible terminarlo, no existe forma alguna de evitar que un hombre les someta a las cadenas del matrimonio y menos de vivir apartado de ellos, porque siempre se vende la idea de que sin los hombres, no somos nada.

Para todo esto, Olivia siempre tenía una respuesta, "Idiotez".

La querida tercera hija de los Jongcheveevat adoraba la lectura científica referente a temas diversos, está ocasión se sorprendió por el interés de su hermano en escuchar su lectura, pero no le tomó importancia, pues ella sabía que muy en el fondo, Win compartía su odió por el sexo masculino por leves experiencias pasadas, pero su naturaleza blanda y tierna no le permitía externarlo, aún así, se encargaba de derrochar todo desprecio hacía ellos en pequeñas acciones, las cuales nadie había notado hasta el momento más que ella, así que siguiendo con su lectura devolvió su visita a su artículo y continúo leyendo.

- "Esa sensación de bienestar que nos produce cuando alguien que nos gusta nos besa se debe a que las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la mejor para nosotros" - leyó en voz alta - Ya entiendo porque les da tanto miedo besar antes del matrimonio - se burló Olivia mientras leía el pequeño párrafo.

- No sabía que los besos incluían el intercambio de fluidos Olivia - comentó Win algo contrariado por la información.

- Hay hermanito, te falta mucho mundo por descubrir -

- Y me asusta que tú ya lo hayas descubierto - dijo mirándola con reproche - Continúa por favor -

Olivia rodó los ojos pero continúo su lectura.

- "Esa química que se desata cuando besamos, hace que en los hombres aumente la testosterona, que aparece en la saliva masculina, y de manera inconsciente tratan de provocar deseo sexual en la pareja a la que besan. Por eso, la mayoría de los hombres preferirían los besos más húmedos a la hora de 'detectar' si su pareja comparte esa química con él" -

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