CADA MEDIA NOCHE

CAPÍTULO 5. SECRETOS ENTRETENIDOS.

Las almas más grandes son tan capaces
de los mayores
vicios como de las mayores virtudes.
René Descarte

La reputación de una mujer o doncel puede ser tan dura como frágil, todo se basa en etiqueta, conocimiento y por supuesto, prudencia, la prudencia es el concepto más voluble de la sociedad, utilizado para diferentes contextos según la idoneidad de la situación, podemos hablar de una prudencia que se base en hablar temas correctos con la gente adecuada, o de una que refiere a el comportamiento recatado de todo joven debutante a la espera de un matrimonio conveniente, ni muy desmedido ni muy recatado, ni libertino ni mojigato, ni estupido pero tampoco muy inteligente, no horrendo pero tampoco demasiado hermoso como para tentar al prójimo, el equilibrio perfecto se hallaba en mediar las cosas, encontar ese puto medio que caracteriza a todo buen esposo, (existen libros con instrucciones incluidas) el esposo ideal, vaya concepto tan complejo, pero en definitiva, si hablamos de estereotipos, los hombres tampoco se salvan de ellos, a menos que seas el mismisimo principe o duque de Inglaterra para tomarte esas libertades, un hombre es fuerte, sabio y regula a la perfeccion sus más bajas pasiones, los sentimientos quedan escondidos y solo pueden salir a la luz con aquellos que sean cercanos, no hay un solo hombre en esta tierra con el permiso de llorar, los hombres no lloran, las lagrimas demuestran debilidad, la cual no cabía en ningun caballero ingles respetable.

El alma es una caja fuerte que alberga los sentimientos más profundos que el corazón anhela, muchos dirán que sentimientos como el amor, la tristeza e incluso la alegría se encuentran resguardados en ese órgano lleno de venas y demas cosas que hacen de nuestra vida un evento posible, pero el alma, es algo inalcanzable para el ser humano, puesto que no existe físicamente, la sentimos, la podemos describir pero no podemos tocarla, es por eso que es tan valiosa e íntima, cuando alguien toca nuestra alma sentimos un pánico inicial, porque es como estar desnudo frente a aquello que abrió sus puertas y se sintió con la libertad de explorar, conocer el alma de una persona, es conocerla sin antifaces de por medio, sin protecciones y dejarlo vulnerable ante ti, el alma es el tesoro más valioso que se le puede entregar a un ser humano, y al mismo tiempo, el arma más peligrosa para su aniquilación.

Brigth lo sabía, lo tuvo en cuenta desde que se abrió torpemente con alguien de su pasado que acabó por matarlo, Brigth hace tiempo que no sentía su alma, no podía tan siquiera describir el sentimiento, pero lo sabía, los errores de la juventud nos cobran factura fácilmente, y un hombre herido en su orgullo y fragilidad era un hombre que nunca más podría confiar en nadie, más que en su soledad, en el silencio de la noche o bien, en su propia mente.

Los bailes continuaron en Londres con mucha tranquilidad, sin embargo no había querido asistir a ninguno, dejó un total de tres bailes pasar, cada dos días llegaban invitaciones a su casa solicitando su presencia, no solo a bailes, también a paseos, cenas, horas del té y demás eventos que rechazó por desinterés, fastidio, o por no encontrarse con Alén, el único joven que había captado su atención, y eso, lo había hecho entrar en pánico, porque no se podía permitir sentimientos profundos si su único plan era casarse con una joven con relaciones diplomáticas convenientes para que el condado fuera dirigido de manera correcta, sumando la dudosa procedencia del joven y su indiscutible independencia para hablar con él sin chaperón daba a entender que no venía de una familia con buenas costumbres, o en su defecto era el hijo rebelde, lo que era aún peor, por muy atractivo que sonara esto último, Wilson no estaría de acuerdo en enlazarse en matrimonio con alguien de rango por debajo del suyo, eso daría de qué hablar y provocaría que su herencia jamás fuera reclamada, un matrimonio nada conveniente.

Pero eso no le quitaba lo atrayente.

Aún podía imaginar a la perfección los labios rosados y las mejillas rojas causadas por el cansancio de bailar, una imagen de lo más peligrosa y tentadora para un hombre como él, se sentía como un maldito animal incapaz de suprimir sus instintos cuando se trataba de él, y esa era razón suficiente para asustarse, porque nadie nunca jamás había provocado que su instinto saliera a la luz, esa necesidad de contacto con el joven lo estaba envenenando con una velocidad inefable, Brigth sabía que los donceles tenían fama de ser criaturas peligrosas, pero no imaginaba que tanto, hasta el punto de creerse obsesionado con poseer a uno, y esos pensamos le fastidiaban.