7- Deseo encarnado.

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—Natasha

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—Natasha.

Se desato sobre mí, se transformó totalmente en algo que no podía describir.

Fue como ver el surgimiento de un dios con todo su poderío y no puedo negar que me corrí. Me corrí duro y fuerte con solo dejar que me follé la boca y eso nunca me habia pasado.

¿Cómo es que me pude correr sin siquiera tocarme?

No tenía idea, pero necesitaba más de él, lo necesitaba en mi interior palpitante.

Cuando le hice sexo oral fue con la idea de hacer que liberé el nerviosismo y ponernos en sintonía, no esperaba que fuera a dominarme por completo. No esperaba que él fuera a aplastarme y cogerme la garganta como si fuera mi vagina.

Su mirada, sus gruñidos y su cuerpo, todo eso ante mis ojos, toda su masculinidad clavada muy profundo en mi paladar, no tenía idea en qué nivel podría posicionar este encuentro sexual. No queria compararlo, pero ha sido increíble.

Es definitivamente la mejor mamada que habia hecho en mi vida.

La más jodidamente sucia.

Jacob habia hecho que rompiera muchas reglas que yo tenía, nunca, pero nunca me tragaba el semen de ningún hombre, dejaba que llegaran en mis pechos y tal vez en su estómago, pero nunca en mi boca. Es una regla que nunca he roto con un cliente, pero este chico despertó algo en mí que no conocía, un peldaño más en la escala de perversión.

Su sabor corría por mi garganta y me elevaba como coca a una adicta.

—Necesito tocarte — rugió él y mi mirada regreso a su rostro.

Él ahora recostado sobre el mueble, con su polla semierecta reposando sobre su estómago, bañada con sus jugos y mi saliva, sus músculos estaban duros, bañados en sudor que le aportaba más brillo a su piel bronceada. Desee lamer cada gota de sudor de su pecho, pero entonces sus palabras resonaron bien en mi cabeza.

Quiere tocarme.

Maldición sí.

Me coloco de pie una vez más ante su mirada adormilada y seductora. Sus jeans y boxers, aún estaban arremolinados sobre sus pies aun calzados y la imagen me gusta. Luce tan cómodo y la vez tan matador.

Es una imagen que no me cansaría de ver nunca.

Podría verlo a diario.

¡Alto ahí, Tasha!

"No te precipites", me recrimino y prefiero encaminar mis pensamientos a lo no peligroso.

—¿Dónde quieres tocarme? — inquiero recordando quien debe guiar esto.

—En todas partes — contesta.

Me aproximo a él y me colocó entre sus piernas separadas, llevo la mano a la parte trasera de mi vestido y bajo su atenta mirada azulada, remuevo el cierre y me lo saco del cuerpo. El vestido cae suelto alrededor de mis tacones y mi cuerpo enfundado en una ropa interior blanca, queda a la vista.

Habitación 159 [#1 Los Wellington] COMPLETA ✔Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora