Habitación 159 [#1 Los Wellington] COMPLETA ✔

25- Deseo Azul.

—Jacob.

Ella es perversa.

Es peligrosa.

Y la mujer más adictiva del mundo.

Mira que comparar al amante de Debby conmigo usando comida, era otro nivel de genialidad que no sabía que existía.

Tuve que resistirme a no cruzar la mesa y besarle esa boca inteligente, esa boca que cuando comenzó a hablar con Debby, yo estaba luchando con apartar su mano de mi bragueta.

Debby habia pasado toda la noche, intentando seducirme, lo cual era una locura, porque ella más que nadie sabia que no iba a hacerle caso, pero aun así insistía hasta que Natasha de forma disimilada la puso en evidencia. En el rostro de mis padres, quienes no me habían hablado, habia una especie de probación hacia ella que me enfureció, pero me importo un carajo y cada adelanto que ella queria hacer, yo la bloqueaba.

Ahora estaba furiosa y callada, sentada junto a mí, mientras apuñalaba su comida y al fin me dejo en paz. Yo agradecía eso, porque ahora tenia tiempo para ver a la mujer en la otra punta de la mesa. Misma que estaba cenando como si nada hubiera pasado, como si no acabara de decir de forma indirecta que mi polla era grande como una Baguette y la del amante de Debby era apenas un Croissant.

Al recordar eso, tuve que cubrir mi sonrisa con el dorso de mi mano, mientras mi amigo Jack no paraba de molestarme por lo bajo.

—¿Ella realmente acaba de decir eso? — pregunto Jack y yo tuve que resistirme a no reír más.

Por lo visto solo unos pocos hemos entendido la referencia y si alguien más lo hizo, no dijo nada.

Ella podía decir lo que quiera, yo seguramente la alabaría por eso, como ahora.

—Ella lo acaba de decir — respondí y la vi llevarse un trozo de cordero a los labios, para seguido cerrar los ojos como si lo saboreara. De pronto mi bragueta comenzó a ajustarse demasiado.

"¿No quedamos en no pensar en ella o verla?" recrimino mi consciencia, pero ignore a la perra.

—Es tan perfecta, ¿puedo tener una así? — pregunto Jack con anhelo y diversión, le pegue un codazo bajo la mesa, que el recibió con una risa baja.

La cena paso más rápido de lo que pensé, cuando todos estuvieron satisfechos, cuando las conversaciones se extendieron más allá del postre y todo estuvieron listo para una copa más fuerte, pasamos a la sala, tantos hombres como mujeres. Todos tomaron un asiento cómodo, yo me senté una butaca individual con Jack sentado sobre el brazo de la misma. Mis padres estaban acurrucados en un mueble con los Pittman enfrente, su hija con cara de pocos amigos a su lado, mis abuelos estaban todos apiñados en un mueble, más adormilados que despiertos, Connor y Natasha estaban sentados con Jeff entre ellos, comiendo un paquete de gomitas que compartía con Natasha entre risas robadas.