Capítulo 11

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Aquel fin de semana, Ariel se había reunido con Solange para compartir una tarde de amigas y hacer algunas compras. Mientras descansaban en una de las bancas del centro comercial, Ariel volvió a mencionar a Lucas, comentando que había tenido la oportunidad de conocer a su familia y lo maravilloso que era como novio.

—¿Ya le dijiste? —preguntó de forma triste Solange.

Con una puntada en el corazón, la sonrisa de Ariel desapareció, agachando y negando con la cabeza.

—La relación cada vez se está volviendo más intensa, debes hacerlo pronto. —volvió a insistir Solange.

—No puedo, yo le quiero. Tengo miedo de que me deje. —Respondió con voz melancólica.

—No lo hará, porque te ama. Ya lo comprobamos y no busca en ti solo algo físico, si fuera así, jamás te habría llevado a conocer a su familia.

—No puedo. Pensé que sería algo fácil, pero día con día que pasa, me doy cuenta de que tengo más que perder... y no quiero.

—Pero te aferras a una mentira y jamás serán libres.

—Tú me dijiste que se lo ocultara —respondió molesta Ariel.

—Solo hasta que comprobáramos que era un buen tipo, y lo es. —Solange tomó de la mano a su amiga que quería echarse a llorar —Confía en él y sus sentimientos, te aceptará, estoy más que segura.

—¿Realmente lo crees?

—Apostaría todo a que sí.

Una llamada entró en el teléfono de Ariel, dando una pequeña sonrisa al ver que era su novio, así que respondió rápidamente.

—Hola bebé.

—Hola preciosa, ¿Estás ocupada? —preguntó Lucas.

—Estoy con Solange en el centro comercial ¿Ha pasado algo?

—No. Solo llamaba porque te extraño demasiado ¿Podré verte más tarde?

Solange le hacía gestos para que le dijera que sí.

—También te extraño, pasaré a verte a tu departamento.

—¡Genial! Te estaré esperando mi preciosa, no tardes mucho.

—No, iré pronto. Bye bebé.

Al cortar la llamada, Solange presionó las manos de su amiga, junto con una sonrisa pícara.

—Te extraña. Te dije que está loco por ti, además ¿Cuándo has tenido a un novio así de dulce? Yo ya quisiera a uno así, suertuda.

—Ay, no sé...

—Se valiente. Ahora vete y ten una noche apasionada con tu "bebé" —reía Solange.

El ánimo de su amiga la entusiasmó, así que se levantó de la banca para ir donde su novio, decidida a contarle su verdad, ya que estaba segura de que él la comprendería y la aceptaría.

—Hola hermosa, qué gusto verte por aquí —comentó Lucas al abrir la puerta de su departamento.

—Me pediste que viniera, y aquí estoy —rió al recibir la lluvia de besos que le daba su novio, y como la arrastraba al interior del departamento.

—Cuando me dijiste que vendrías, traté de cocinar una cena rápida.

—¿Quieres que te ayude con la cena?

—No la preparé. No tenía casi ningún ingrediente, así que pedí algunos platillos de un restaurante. El repartidor ya pronto llegará.

—Dime la verdad, te dio pereza cocinar algo —bromeó Ariel.

—Sí, esa es la verdad —rió Lucas.

La tarde avanzaba, la pareja de enamorados charlaba en el sofá cuando escucharon sonar el timbre de la puerta. Era el repartidor con la cena que Lucas había pedido en un restaurante chino. Ariel se levantó para recibir la comida mientras Lucas pagaba.

Al regresar al sofá, abrieron las cajas de comida china y comenzaron a servirse. Mientras comían, se rieron de los mensajes que habían intercambiado durante el día y compartieron anécdotas de su trabajo y amigos, que los hacían reír a carcajadas.

Después de la cena, Ariel se apoyó en el pecho de Lucas, mientras él le acariciaba el cabello, y ambos disfrutaron de un momento de tranquilidad en la calidez del departamento, satisfechos con la deliciosa cena y la compañía del otro.

Nuevamente los besos y caricias subían de intensidad, donde Lucas recorría la espalda de su novia con sus dedos, para volverse curioso y travieso, bajando para acariciar sus muslos.

Ariel comprendía que todas las situaciones en las que estaban juntos llevaban al mismo camino de seducción, y era inevitable que ocurriera. Ya no podía seguir creando más mentiras para escapar de esos momentos, además de odiar el negarse al hombre que le gustaba y que deseaba ser de él.

—Espera —dice Ariel al sentir cómo él besaba su cuello.

—¿Qué pasa? —pregunta Lucas al mirarla.

—Antes de seguir, debes saber algo sobre mí.
Lucas comprendió de inmediato que Ariel estaba lista para hablar del secreto que había guardado durante tanto tiempo.

—Dímelo —dice de manera cariñosa, tomando su mano.

—No sé cómo hacerlo — responde nerviosa y asustada, y comienza a tener un ligero temblor en su voz.

—Tranquila, confía en mí.

—Yo confío, pero tengo miedo de tu reacción.

—No lo sabrás hasta que me lo digas —Lucas toma su mano para dejar un beso en ella, manteniendo una ligera sonrisa.

—Ese que yo...

Ariel se detiene por un segundo, dudando en decirlo, pero vuelve a recordar lo que le había comentado su amiga esa tarde, así que se aferra a los dulces sentimientos que le profesaba Lucas para tener valor.

—Yo soy una mujer trans.

La Verdad de ArielOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz