Capítulo 9

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Una cita con amigos, siempre alegraba el ánimo de cualquiera, especialmente para Ariel, que le aliviaba el dejar de pensar en sus preocupaciones.

Esa noche habían salido con el amigo de Lucas y su esposa a un restaurante de ambiente caribeño.

—Me alegro tanto que estés con nosotros. Ahora ya tendré con quién charlar cuando ellos comiencen a hablar de sus cosas —sonreía Ana desde el otro lado de la mesa.

—Tenemos un acuerdo con Ariel. —dice de manera graciosa Félix —Le pago para que salga con Lucas.

—Pero te has demorado en el pago de este mes —Le seguía el juego Ariel.

—Pronto lo tendrás en tu cuenta.

—¿Eso es verdad? Creía que salias conmigo porque me querías. —dice de manera lastimosa Lucas.

—Querido amigo, te veía sufrir tanto y todo el empeño que le has puesto por salir con esta chica, que necesitaba ayudarte para que no decaiga tu ánimo —ríe Félix.

—Es verdad, creo que es primera vez que vemos a Lucas tan dedicado por conseguir la atención de una chica —comenta Ana.

—Bueno, ya me ha conquistado, solo espero que no se canse muy rápido de mí —daba un suspiro Ariel.

—Eso lo digo yo, porque no te dejaré ir —Lucas toma de su mano y le da un apretón delicado.

—Claro que no, yo diría que vayas preparando el vestido de novia —reía Ana.

La velada era agradable, pero había terminado temprano para el gusto de Ariel y Lucas, pero por el trabajo de turnos en el hospital de Félix y Ana, debían marcharse a descansar.

Ariel le había propuesto a su novio comprar algunas cervezas para tomarlas en su departamento, que quedaba a dos cuadras de ahí, lo que deja más que complacido a Lucas, puesto que mañana era feriado y no acudirían a la oficina.

El departamento de Ariel era pequeño y acogedor de un solo ambiente, con una salita para recibir algunos invitados, conectado con la cocina por una barra con tres sillas altas, las que se usaban como mesa de comedor.

Bebieron varias cervezas, charlando y comiendo algunos bocadillos que habían comprado en la tiendita.

El tiempo pasaba desapercibido para los novios, que estaban sumergidos en su amor, dedicándose a decirse cuánto se querían, regalándose caricias y besos cada vez más apasionados. Con el paso de los minutos, el calor de sus cuerpos aumentaba tanto que parecían haber olvidado que se encontraban en pleno invierno.

Lucas nuevamente movía sus dedos habilidosamente para descubrir la parte superior de la camiseta de tirante, lo que hizo reír a Ariel.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—Quiero descubrir si estás utilizando ese lindo brasier de la otra vez —responde Lucas.

Ariel le da una sonrisa pícara.

—No, ahora estoy ocupando este otro —ella desamarra su camiseta para sacársela por arriba —¿te gusta?

—Ese realmente bello. Todo lo que tenga relación contigo es tan bonito.

Lucas toca por encima el brasier de encaje de color crema con decorados en hojas verdes, pasando sus dedos por dentro para tocar su pecho, liberando un suspiro cuando logra liberarla de su prenda, teniendo la magnífica imagen de unos pechos perfectamente redondeados, logrando que Ariel libere un sonido de satisfacción cuando él entierra su cabeza en ellos para saborearlos.

Nuevamente Ariel pensaba que podría disfrutar un poco más, antes de detenerlo, así que también jugaba con sus manos, liberándolo de su camisa para tocar ese pecho masculino que irradiaba calor.

Lucas vuelve a depositar sus labios sobre los de ella, abrazándola para sentir el contacto de sus pieles desnudas.

—Me gustas, me gustas tanto que creo que voy a enloquecer —susurra Lucas.

—También me gustas, pero deberíamos parar.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo?

—Un poco.

—No lo tengas, seré cuidadoso.

Nuevamente él volvía a unirse en sus labios, tomando de sus manos para que lo toque, oportunidad que no había perdido Ariel para descubrir el cuerpo de aquel hombre que le quitaba el pensamiento.

Las caricias íntimas que Ariel le entregaban le hacían suspirar hasta lanzar un traidor gemido que se le había escapado, demostrando que había llegado a su límite, deseándole hacerle el amor con desesperación a esa hermosa mujer, bajando sus manos para abrirle el pantalón y quitárselo rápidamente, lo que alarma a Ariel, empujándolo para evitarlo, pero él tenía la noción nublada, que comienza a jalarlo con fuerza para desvestirla.

—No, detente.

—No quiero parar.

Lucas gana en esa batalla, logrando bajar el pantalón de tela de Ariel hasta los muslos, pero ella con una maniobra rápida lo empuja con fuerza y lo vuelve a subir apresuradamente, levantándose de un brinco del sofá.

Ella estaba notoriamente afligida, que había comenzado a temblar.

Lucas le miraba en silencio, sorprendido por aquella reacción, dando un suspiro profundo y acercándose a ella por la espalda, tomando de sus hombros temblorosos.

—Eso que paso ahora ¿Tiene relación con aquel secreto que no me quieres contar?

Sin decir palabra, Ariel asiente con la cabeza.

—Lo comprendo. Si el sexo te da miedo, lo tomaremos con calma, no te preocupes ¿Está bien?

—Gracias. No es que me dé miedo, es solo que... es algo complicado.

—¿Te lastimaron? ¿Alguien abuso de ti? Me gustaría saber para poder comprender cómo llevar este asunto, así no cometer errores que puedan afectarte.

Ariel se gira para ver de frente a Lucas, que tenía una expresión afligida al estar realmente preocupado por ella.

—No es nada de eso, es que yo...

Las palabras de Ariel se quedaron atascadas en su garganta, incapaz de pronunciarlas y emitir sonido alguno. Su corazón empezó a latir con fuerza, generándole un fuerte dolor de cabeza. Sabía que era el momento de hablar, pero otro lado de ella le decía que debía guardar silencio. Con la angustia de no saber qué hacer, comenzó a llorar.

—Calma, no es necesario que me lo digas. —Le consolaba Lucas.

—Pero quiero decírtelo, es solo que... no sé cómo... —gimoteaba Ariel.

—Ya me lo dirás, cuando estés lista, y yo sabré entender.

Lucas se gira para regresar al sofá y tomar su camisa para volver a vestirse.

Ariel pensó en lo maravilloso que era aquel hombre, que le brinda tanto amor y cuidado. Sin embargo, no podía evitar recriminarse a sí misma por ser una cobarde al guardarle secretos.

Ella se dirigió a su habitación para buscar algo cómodo con que cubrirse, al regresar, mira cómo Lucas revisaba concentrado su teléfono.

—¿Qué miras? —pregunta Ariel que se había colocado la parte superior de un pijama de invierno.

—Estoy llamando a un taxi por la aplicación, pero nadie responde, debe ser porque son las 2 de la madrugada. Creo que deberé llamar a uno de los convencionales.

—Quédate. —dice Ariel con suavidad.

—Ese mejor que me vaya, no quiero molestar.

—Claro que no, por el contrario, me gustaría que te quedases. Aunque deberemos compartir la cama, ya sabes que solo tengo una.

De los labios de Lucas brotó una tierna sonrisa, cuando ella toma de su mano para llevarlo al dormitorio.

La Verdad de ArielTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon