cap 17: Comodidad

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Las cosas han sido bastante tranquilas para nuestros protagonistas desde ese día, ahora eran los únicos en el mundo de cada quien, Jonathan solo tenía a Dio, y Dio solo tenía a Jonathan, ambos no podían disfrutar más de su mutua compañía.

Gracias a que ahora el peliazul se había convertido en un vampiro, nunca pudo crecer por más que los años hayan pasado, seguía viéndose como un niño de menos de 15 cuando ya tenía casi 18, su enfermedad tampoco mejoró ni empeoró, es como si se hubiera congelado en el tiempo.

Lógicamente Dio nunca dejó de cuidarlo, y a medida que crecía se volvió cada vez más sobreprotector con él, ya no sólo lo ayudaba a comer o a vestirse, sino que ya no lo dejaba caminar solo, siempre tenía que cargarlo entre sus brazos para ir a cualquier lado, y cuando venían visitas, lo dejaba encerrado en su habitación para que nadie pueda verlo.

Cuando algunos sirvientes o el mismo padre de Jojo lo veían, sentían un extraño escalofrío recorrer su espalda, no precisamente por ver su nulo crecimiento o su tan pálido tono de piel, sino que simplemente sentían que ese niño ya no debía estar entre ellos, sentían que era como interactuar con un cadáver, principalmente porque Jonathan apenas si podía moverse y su tacto era tanto frío como sin pulso. 

Nadie en la mansión entendía cómo Dio podía pasar tanto tiempo con su hermano, nadie entendía que clase de paciencia tenía para hacer literalmente todo por él, pero en parte se sentían aliviados, ya que no tenían por qué tener un contacto especial con el peliazul, más aliviados se sentieron cuando un día, Dio se ofreció a limpiar la habitación de su hermano, ahora ya nadie tenía porqué entrar a aquella oscura y fría habitación, todos se sentían agradecidos por dejar de tener cada vez menos y menos contacto con Jojo.

Con el pasar del tiempo, las interacciones de Jonathan con el resto del mundo se redujeron al punto en que nadie en la mansión lo veía, Dio se había encargado de tenerlo encerrado, solo a vista suya, aunque hacía algunas excepciones con su padre solo porque su amor se lo pedía, pero la realidad es que el sr. Joestar no soportaba ver a su hijo en ese estado, y con el tiempo ambos se volvieron mucho más distantes, no porque hayan dejado de quererse, sino porque ninguno quería ver al otro sufrir.

Así pasaron el resto de su adolescencia, tan rápido había pasado el tiempo que ni se dieron cuenta que se acercaba el cumpleaños número 18 de Jonathan, en un 4 de abril de 1887, éste fue un día que sin duda todos en la mansión esperaban con ansias, ya se había previsto un gran evento para esta fecha.

   - Jojo, despierta mi estrellita hermosa...

Dijo el rubio entrando al cuarto de su contrario para despertarlo, se acomodó a su lado y le dio un beso en la mejilla mientras frotaba su suave cabello, el peliazul despertó unos segundos después, manteniendo una mirada un tanto adormilada, apenas pudiendo estirarse para despertar.

   - Adivina qué día tan especial es hoy...

Continuó hablándole en un tono suave y dulce mientras lo sentaba en su cama y le frotaba los ojos.

   - ¿Qué día es hoy..?

Preguntó entonces el peliazul en un hilo de voz algo agudo, a penas estaba despertando de su profundo sueño.

   - Es tu cumpleaños, por supuesto ¿Enserio lo olvidaste?

Esas palabras le dieron una sensación de alerta a Jonathan, despertándolo por completo, su primera reacción fue sonreír emocionado para luego apoyarse lentamente en el hombro de su contrario, simulando un leve abrazo que no tardó en ser correspondido.

   - N-no lo olvidé... Solo... Solo estaba jugando...

   - Hmm... Seguro...

Dio trató de no reírse de la situación, no era raro que su peliazul olvide fechas importantes, pero verlo nervioso al recordar esas cosas le parecía adorable.

Por TíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora