11.2 [Yoon Gi]

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La casa en donde Jimin se ha refugiado está en los confines de la tierra. Esa es mi conclusión porque, a parte de estar muy lejos de la zona urbana de Seúl, no hay señalizaciones ni nombres que orienten por ninguna parte, y no las hay porque las calles son caminos de tierra en medio del campo. Un campo lleno de huertos y de invernaderos que se suceden en hilera, como clones, y que agravan mi mala orientación. Y, aún así, solo he tardado cuatro horas en localizar las vallas negras que Tae Hyung me ha dado como referencia. Eso es todo un récord. Estoy orgulloso. He logrado llegar a las nueve en vez de a medianoche, como creía que terminaría pasando.

También estoy nervioso. Muy nervioso. Jimin estará con el gato y con el drama metido en el cuerpo porque le he hecho esperar. Por eso y porque Tae Hyung le ha dicho que no he preguntado por él pese al esfuerzo que le ha debido de suponer anunciar su retirada y devolver todo ese dinero.

—Nada, tu déjame a mí —me había dicho por teléfono—. Cuanto más enfadado esté, el cambio será más impactante y favorable para ti.

—¿Seguro?

—Totalmente.

La verdad, no lo tengo tan claro. Y, ahora que le he encontrado, metido en el abrevadero y con el perro ahí, aún menos. Le he ayudado pero no hemos empezado lo que se dice demasiado bien.

Como está que hecha chispas, no ha tenido el más mínimo problema en soltarme todo su bla, bla, bla. Que si no tienes estilo, que si eres un impresentable, que si un maleducado, que si no valoras nada... Y yo no he podido ignorarlo y no me he quedado atrás. Le dado a entender que es tonto, le he llamado "divinidad" y "excelencia" porque sé que le molesta y él me ha respondido tirándome a mi pobre gato. Y que le haya dado las gracias le he enojado aún más.

Uy.

Si es que lo mío no tiene remedio. He ido allí a pedirle que regrese a casa. Quiero decirle que le perdono, que lo que ha hecho por mí es lo más hermoso del mundo y que le quiero. Le quiero muchísimo. Pero, en lugar de eso, me ha entrado el bloqueo y me ha dado por reír. Reírme mucho, recalco. Lo suficiente como para que su indignación alcance niveles estratosféricos.

—¿Se puede saber que te hace tanta gracia?

—La situación.

—¿La situación?

—El abrevadero... —logré decir, a carcajada limpia—. "Ay perrito bonito sé tirar el frisbi".

—Eres un tipejo sin modales. —Me dio la espalda y echó a andar de regreso al complejo—. Un maleducado sin comprensión ni empatía de ninguna clase y un cínico también. ¡Un cínicooooo!

—Espera, anda, no te pongas dramático.

—¿Dramático?

Se volvió. Sus ojos se convirtieron en dos puntitos brillantes.

— ¡Por si ni te has dado cuenta, y es evidente que no le has hecho, he perdido todo mi dinero! —exclamó—. ¡Y he dejado mi trabajo! ¡A ver ahora de qué voy a vivir! ¿Me quieres ver debajo de un puente con un carro lleno de gatos? ¿Eso quieres? ¿Sumido en la indigencia rodeado de pises y de miaus?

Ese hubiera sido el momento perfecto. "Lo que quiero es que vuelvas conmigo". Fácil. Era fácil. Pero no. En lugar de eso, mi cerebro patinó y se centró en la palabra miau.

—¿Cuántos gatos han nacido? —Le cambié de tema—. ¿Están bien? ¿Son bonitos? ¿Están sanos?

—Son seis y son preciosos pero que te quede claro que son míos —me recalcó—. Es mi gata así que son mis gatos.

—¿Y no puedo verlos? —Por fin, mi cabeza se empezó a calmar—. Sé que no estuve en el parto pero me gustaría conocerlos y colaborar un poco en sus cuidados, por favor. Si son tantos, tendrás mucho trabajo.

PERFECT 《YoonMin》Where stories live. Discover now