6.2 [Yoon Gi]

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No hace falta que diga que no lo he hecho a posta.

Entiendo que esté molesto por lo de la fuente. A nadie le gusta estar paseando y que aparezca su archinémesis, se lo lleve por delante y lo tire a un estanque lleno de patos. Y los patos son monos, lo son, pero vi que uno le picó el traje y tiró de la tela y otro se le hizo caca en el brazo y reconozco que el agua no estaba cristalina, precisamente. Pero, como no se me ocurrió ninguna disculpa coherente, hice lo de siempre y traté de quitarle importancia. Por eso aguanté que me tirara la chaqueta a la cara, que me salpicara y que me empujara con él. De hecho, una parte de mí creyó que era lo justo y que así estaríamos en paz y, aunque la otra decía que a mi estabilidad mental le venía mal permanecer cerca de Jimin, las emociones me nublan y terminé ofreciéndome a llevarle a la lavandería.

Tampoco me perdí por la calles adrede. Sin medicación, callejear durante horas es lo normal aunque tengo que admitir que hacerlo con Jimin fue estupendo. Le fui hablando de todo lo que se me ocurría, aunque solo me respondiera con escuetas frases, y, cada vez que cruzaba por un escaparate, aprovechaba el reflejo del cristal para observarle sin que se diera cuenta. Mi sudadera le quedaba genial y ese aspecto sencillo le daba un aire aún más hermoso del que ya solía tener. Parecía un ángel. Aunque, eso sí, uno rabioso a punto de descargar la "ira De Dios". Sobretodo cuando vio las lavadoras y metí la ropa en el tambor.

Se me tiró encima y todo. Creo que tenía la intención de usarme como saco de boxeo pero, por alguna razón, se detuvo y se me quedó mirando. Y yo le miré a él. Eso me puso fatal.

El corazón se me disparó, me subió un calor muy pero muy fuerte a la cara y unos increíbles deseos de besarle se apoderaron de mí. Y lo peor fue que mi amigo, el inseparable que habita dentro de mis pantalones, se puso demasiado alegre y, claro, me tuve que apartar y la mala suerte hizo el resto. Me di contra la lavadora y el ruido del agua indicó que se había encendido. Solo entonces reparé en la rueda. Estaba a noventa grados.

Uy.

Y la ropa mezclada. Azul oscuro con blanco.

Uy.

—¡Mi camisa! —Jimin se tiró al suelo y se pegó al aparato, casi con lágrimas en los ojos—. Por qué me haces esto... —Acarició el cristal—. Qué te he hecho yo para que me tortures así, ¿ah? Era mi camisa favorita... Mi camisa...

—Míralo por el lado bueno —solté lo primero que se me ocurrió—. Así tienes una excusa para comprarte otra y estrenarla.

Las rayitas furiosas en la que se convirtieron sus ojos no dejaron margen a dudar de que la había vuelto a fastidiar.

—Yoon Gi... —musitó—. Voy a matarte muy pero que muuuuuuy despacio.

—Pero ha sido un accidente. —Le sonreí con mi cara más boba—. No la iba a conectar, de verdad que no. Es que tropecé.

—No la ibas a conectar. —Se levantó. Su cara parecía sacada de una película de exorcismos—. Supongo que la rueda se giró sola.

—Yo diría que ya estaba así.

—Ya.

Tuve suerte de que la llamada de Jung Kook me diera la excusa para escapar vivo de la situación, al menos por el momento. En mi ausencia, habían revisado todas las imágenes de las cámaras del centro comercial y habían localizado a Kaos. Por lo visto le habían captado cambiándose de ropa en el estacionamiento de vehículos e incluso habían enviado agentes a detenerle.

Eso me molestó. Después de años tras él, ¿le iba a apresar otro? Ni hablar.

—Bueno, yo me voy yendo. —Volé fuera de la lavandería—. Nos vemos. Ya hablaremos.

PERFECT 《YoonMin》Where stories live. Discover now