2.2 [Yoon Gi]

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Estoy enfadado. Muy enfadado. Antes he comentado que deseaba acercarme a Jimin, pese a saberme inferior a él en casi todo, porque soy un tonto enamoradizo que no entiende de clasificaciones ni estatus social. Ahora retiro lo dicho. Me da lo mismo las caras que me ponga o lo que me diga. Es un exagerado y no tiene ningún derecho a tratarme como lo hace.

Le ayudé con la gata. Lo hice de corazón porque amo los animales, quería colaborar y pensaba que podría ser una buena oportunidad para establecer un mínimo de cordialidad. Pero, como soy un desastre y su presencia me pone nervioso, verle ahí, sentado en el suelo de su casa hablando con tanta sencillez, me pudo. No podía dejar de observar sus labios ni de admirar sus facciones y me estaba entrando mucho calor. A mis ojos, Jimin es el mejor de los sueños y no puedo controlar desear que, de alguna forma ilógica, me tome un poco en serio. Sin embargo, he comprendido que eso no va ocurrir jamás y, aunque creía tenerlo medio asumido, resulta que me siento muy pero que muy frustrado.

Por eso, he retomado la guerra acústica, con un repertorio más amplio, y me he dedicado en cuerpo y alma a dejar mi casa más limpia que una patena. He movido muebles y limpiado cada rincón. He aspirado y fregado todo como si en ello me fuera la vida y, de vez en cuando, le dedico un par de golpes con el palo de la fregona al suelo que él me devuelve por triplicado en el momento que menos espero. Está que trina y me alegro. ¡Que le den!

De hecho, casi me echo a reír al ver su cara contraída de enojo asomarse por el tendedero común para reclamarme los ruidos y lo del gato. ¡Bah! Ni siquiera se da cuenta de que he dejado mi animal con él porque se ve a la legua que su gatita necesita la compañía de su igual. Solo le importan las facturas y el jarrón pero, si no quiere ver que en la vida hay cosas mucho más esenciales que las económicas, peor para él.

—Espera un... —La sonrisa fue inevitable al topármelo en el portal. Yo había entrado primero y acababa de meterme en el ascensor de modo que se metió una carrera épica para tratar de llegar hasta mí—. Un... Momento...

Accioné las compuertas, justo cuando su cara, roja por el esfuerzo, se me acercó.

—Yoon Gi...

—Disculpe, su excelencia —dije, mientras cerraba ante sus narices—. No puedo esperar por no tengo la clase suficiente para entender lo que son los modales.

Escuché cómo le metía un golpe al aluminio, con rabia, y, aunque después me sentí muy culpable por el gesto, se me pasó cuando abrí mi casa y vi que, utilizando un palo de escoba, había conseguido descolgar mis pantalones del tendedero para tirarlos al fondo del patio.

—¡Mira el que habla de modales! —No pude evitar asomarme y gritarle—. ¡Pareces un angelito pero eres un grosero y un vengativo!

—¡Solo te devuelvo la mitad de lo que tu me estás haciendo! —respondió—. ¡Tu tienes la culpa, con tu detestable comportamiento!

Sí, claro. Sus formas ofensivas y altaneras no tuvieron nada que ver.

—No te lo tomes a mal, pero yo creo que tu vecino un poco de razón tiene. —Jung Kook, mi compañero asignado en la vigilancia del posible fraude a la tienda de la señora Choi el Sábado, se estiró en el suelo y colocó los brazos por detrás de la cabeza—. Te invitó a cenar, le rompiste algo valioso y después le quitaste importancia. Es normal que se moleste. Yo también lo hubiera hecho.

—Pero me habló mal.

—La gente cuando se enfada suele hablar mal —rebatió—. Tu también hablas mal.

—Yo quería llevarme bien con él.

—Pues no creo que poner música a todo trapo, dar golpes a su techo y cerrarle la puerta del ascensor en la cara vaya a favorecer que lo logres.

Lo sabía pero no podía controlarme. Las emociones me superaban y me nublaban el juicio.

—¿Qué te pasa exactamente con ese Jimin? —Jung Kook siguió metiendo la cuchara en donde nadie le llamaba—. ¿Por qué te afecta tanto lo que haga o diga? Normalmente no le darías tanta importancia a una persona con la que podrías simplemente no tener relación. —Giró la cabeza, con los ojos redondos y muy abiertos—. ¿Te gusta?

Le fulminé con la mirada.

—Te gusta —concluyó—. Pues, como no cambies de actitud, no lo vas a enamorar en la vida.

—¿Y quién te ha dicho a ti que lo quiero enamorar?

—Tu frustración.

Me centré en el monitor del ordenador. Tenía razón pero ni por asomo se lo pensaba reconocer. Además, se me acababa de activar una señal de emergencia. Alguien se había metido en la base de datos. Seguramente sería alguno de nuestros criminales identificados en busca de eliminar su registro del archivo policial, algo que sucedía tan a menudo que la jefatura nos había instalado un aparente virus contra ello. Cuando lo descodificaban, nos permitía entrar en sus sistemas y, por lo tanto, cazarles.

—Deja la guerra y ve a hablar con él. —Jung Kook, ajeno a mis operaciones informáticas, mantuvo su retahíla de consejos—. Discúlpate. Seguro que lo entiende.

—Si lo hago lo estropearé todavía más —me excusé.

—Entonces tómate las pastillas de la hiperactividad que te recomendó el médico y que tienes cogiendo polvo en el cajón.

La inconfundible rúbrica de Kaos se dibujó en la pantalla y me impidió seguir ls conversación. Di un bote. ¡Era mi día de suerte! Kaos. ¡Kaos! ¿Que quería? ¿Robarme datos para algo? Iba listo. ¡Era mi mejor oportunidad! Me froté las manos, le envié mi regalito y, en cuanto lo desactivó, las puertas de su ordenador se me abrieron de par en par. Le tenía.

—¿Yoon Gi?

—Sí, Kookie, lo de la medicación, okey —contesté mientras le mandaba un mensajito a mi enemigo—. Por si no te has dado cuenta, ya me la estoy tomando.

Le señalé el espacio que nos rodeaba, limpio y ordenado, y la ropa que me había puesto, combinada y planchada por primera vez en ni sabía cuánto tiempo, antes de terminar en mi cabello, demasiado bien peinado para tratarse de mí.

—¡Oh, caramba! —Jung Kook se incorporó, impresionado—. ¡Es verdad! ¡Te ves genial! —admiró—. Sería perfecto si bajaras así a casa del vecino y te disculparas. Seguro que no se lo espera y le dejas en schock.

—Dame un momento... —Busqué la ubicación del dispositivo de Kaos—. Tengo que localizar a alguien. Luego lo pienso.

P

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P.D: Gracias por estar leyendo. Espero que les esté gustando. Mucho love ❤️❤️

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