Confesiones contraproducentes

435 98 67
                                    

Jimin abrazó a Jungkook con todas sus fuerzas, con todo su amor -Yo tampoco voy a dejar de amarte. Nunca. Esto es un sentimiento maravilloso al cuál no quiero renunciar, quiero seguir sintiendo que mi corazón late por ti, que mis pensamientos y todo mi ser te necesitan- 

El pelinegro correspondió al abrazo y escuchó con gozo cada una de sus palabras, sintiéndose por demás afortunado de ser amado con tanta fuerza -Verás que encontraremos la forma de seguir amándonos. Aunque mi padre se entere de que te ayudé a escapar, aunque me prohíba mil veces verte, yo regresaré a ti. Ahora bien, aunque no deseo que nos separemos, creo que es necesario vuelvas a tu palacio. Es noche y seguramente estarán buscándote. Te veo mañana por la tarde- en la mañana él tendría que dar muchas explicaciones. Se despidieron con un apasionado beso y Jimin subió a la fuente. 

Caminó por el patio con pesar, con dolor, y poco a poco comenzó a llorar amargamente. Sentía como si todo se derrumbara en su pequeño mundo feliz; ese mundo que había construido en su mente durante esos diez años, un mundo donde todas las personas del reino azul eran amables y bondadosas con él. Ahora, tenía por enemigo a un rey, una despechada mujer lo odiaba y guardias que debían proteger a su príncipe, lo habían atacado por salvarlo. Además, ya no podía regresar a ese lugar pues seguramente volvería a aquel calabozo. 

Entró al palacio y la voz de su madre lo sacó de sus pensamientos -¡Jimin! Al fin regresaste ¿Dónde estabas hijo? Nos tenías muy preocupa... ¿Qué sucede? ¿Te hiciste daño?- 

Hubiera deseado no haberla encontrado, tal vez verla hasta el amanecer para poder evitar que le descubriera llorando. Ahora tendría que explicarse, aunque tal vez era hora de hacerlo. Su madre, merecía la verdad desde hacía mucho tiempo. -Te contaré todo, pero no aquí ¿Podemos ir a mi habitación?- La reina asintió. 

Una vez que ambos estuvieron en la alcoba del príncipe, él respiró, miró hacia el techo y suspiró -Me disculpo por haberte preocupado y sé que seguramente muchas personas más en el reino lo estuvieron. Sin embargo, no podía regresar... hubo algunos problemas que me lo impidieron- 

La reina lo miró y con un movimiento de cabeza lo invitó a seguir hablando. 

-Madre, he roto la más sagrada de las leyes de nuestro reino... He estado en el Reino Azul- explicó ante la atónita mirada de la bella reina. 

-Pero no hay forma de llegar allá- el chico negó -¿Entonces hay una entrada además de la que se selló hace cientos de años?- recibió un asentimiento -¿En dónde está? ¡Debemos sellarla!- expresó con urgencia y miedo en su voz. 

-¡No! Yo no deseo que la cierren. A mi me gusta ir ahí, lo he hecho durante diez años. Es un lugar hermoso, no te imaginas todo lo que he visto, todo lo que he disfrutado- explicó con añoranza. 

La reina llevó sus manos a su pecho con angustia -Jimin... no puede ser que por diez años me hayas ocultado esto. Tú sabes que esa ley es inquebrantable, es por la seguridad de cada uno de nosotros. La gente ahí es mala, son terribles y no debemos convivir. No consentiré que vuelvas a ir- 

-Te lo oculté precisamente por esto, por la reacción que tendrías al enterarte. Porque crees en eso que te han contado y se pregona acerca de las personas de ese reino. Pero yo he estado ahí, yo he convivido con ellos y son buenos... o al menos no son los seres terribles que te han enseñado- Aunque el rey y Lalisa no eran de su completo agrado, no podía decir que eran criaturas atroces; sin embargo al recordarlos, nuevamente volvieron a fluir sus lágrimas -De todos modos ya no puedo volver, el rey me ha prohibido el acceso. La causa de que no haya llegado hasta esta hora fue porque me él me tenía cautivo...- 

La reina se escandalizó y dejó salir una expresión que denotaba su espanto, sin embargo el chico no dejó de hablar. Si ya estaba diciendo la verdad, continuaría hasta el final. -Así es, me tuvo cautivo, porque yo... yo... aprecio mucho al príncipe, su hijo. Un aprecio y un cariño que van más allá de la amistad. No sé como explicártelo, es algo que se siente hermoso en mi interior, pero al mismo tiempo hace que me duela el pecho al pensar que muchos se empeñan en que no estemos juntos- 

La atónita mujer se sentó en la cama, totalmente incrédula ante lo que había escuchado de voz de su hijo -Me había percatado que algo ocultabas, que habías cambiado, que ya no te conocía como cuando pequeño, pero nunca me imaginé que hubieras llegado a tanto. A quebrantar la ley y tener sentimientos por un habitante del reino azul- 

Jimin se hincó ante ella -Madre, pido tu perdón. Lamento tanto haberte ocultado todo, pero no deseaba y no deseo dejar de ir ahí, pero sobre todo, no podría dejar de ver a Jungkook- 

Ella tomó las manos de su hijo, le sonrió y se puso de pie -Te quiero hijo y como siempre procuraré tu bienestar- él le sonrió, pero luego se sorprendió al escuchar lo que dijo a continuación -Es por eso que... encontraré esa entrada y la destruiré- y rápidamente salió de la habitación dejando al chico atrapado dentro de su propio reino. 

-¡Nooooo! ¡Déjame salir, tengo que ver a Jungkook! ¡No me puedes hacer esto, yo confié en ti!- se tiró frente a su puerta, totalmente deshecho. Ni siquiera su propia mamá lo había apoyado. Ella también deseaba evitar su amor. 

El sol comenzó a elevarse y el príncipe pelinegro se levantó del sillón. No había podido dormir en toda la noche pues una opresión le decía que algo no estaba correcto. Fue rápidamente con el médico real y al verlo, se percató que ya todos en el palacio sabían lo que había pasado la noche anterior. El hombre lo atendió, vendó su herida, pero todo con una mirada que le decía reprobaba su actuar. 

Al salir de su consultorio, su padre lo encontró e igualmente no tuvo que decirle nada, su solo gesto le dijo todo así que lo siguió cual niño pequeño a sabiendas de que le tocaría una gran reprimenda. 

-Lo que hiciste no tiene nombre. Desafiaste las órdenes del rey, te revelaste ante mis designios y te enfrentaste a guardias reales dejándolos malheridos ¡Todo por sacar de ahí a un niño ingrato que solamente ha hecho que pierdas tu deber de vista!- 

-¡Yo solamente salvé a la persona que amo! Y si para eso he de pasar por encima de tus designios lo haré y no me va a importar. Nada ni nadie me importa más que él- dijo totalmente convencido de sus palabras. 

-¿Estás seguro Jungkook? ¿Es más tu amor por él que el deber para con tu pueblo y con tu padre?- él mismo negó con su cabeza -Yo no lo creo. Cuando te enteres del por qué estoy buscando tu matrimonio y necesito que lo hagas a tan temprana edad, comprenderás muchas cosas y me darás la razón- 

Él lo miró con curiosidad pero también con incredulidad. ¿Cómo iba a pensar que algo lo haría cambiar de parecer y ponerlo por delante de Jimin, el hombre que amaba? 

-Jungkook, estoy enfermo de gravedad...- el otro lo miró abriendo los ojos enormemente -Así es, tengo una enfermedad extraña que afecta mi corazón. El médico me ha dicho que no haga esfuerzos, trate de no sobresaltarme, sin embargo, cada vez estoy peor. Me agito, me agoto, a veces tengo dolores terribles. Es por eso que necesito que tú te cases y des herederos antes de que yo parta de este mundo para tener la certeza de que mi legado continuará. Es tu deber para con los que serán tus súbditos y tu reino-

--------------------- 

Otro lindo capítulo de los que dejan O.o  

Espero lo disfruten y vivan tanto como yo al escribirlo, ahhhh, me llegó, andaba en la chilladera. 










Amor transgresor.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora