❆ LXIV: Marcas de guerra ❆

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Advertencia, demasiados sentimientos encontrados en este capítulo. Se recomienda dejar comentarios para que la autora ría mientras ustedes yoran, graxias.

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MARCAS DE GUERRA

Aleksandre

El enojo que sentí al no encontrarla se redujo a nada cuando la vi con una cabeza en la mano y manchada de sangre. Sé que puede protegerse sola junto a la manada completa, pero no puedo evitar que saque a relucir mi lado protector. Alexa es mi vida.

Es por eso que verla medio apagada desde que regresó me tortura. Sé que se debe a que por causa de lo que le introdujo Darius en el cuerpo ya no volveremos a tener más hijos. Es como si la hubiera esterilizado, y, a pesar de que ella no ha querido ir al hospital a hacerse una revisión, ambos sabemos que ese era el objetivo y que lo cumplieron. Aunque por fortuna con varios meses de retraso y los trillizos, además de haber nacido, se encuentra lejos de aquí.

Al terminar de hablar y cerciorarse de que en Dunkelheit todo se encuentra bien, suelta el teléfono al tiempo que expulsa un pesado suspiro.

—¿Estás bien? —Pregunto, acercándome a ella.

—Sí. —Apoya su frente en mi pecho cuando la abrazo por la cintura—. Estoy pensando en el significado de esa carta, mientras llega pretendo hacer en este día cosas que inevitablemente no podré por causa de la guerra que incluso antes de que yo naciera ha estado en pie, pero que, ahora, con mi presencia en ella, explotará y terminará —eleva el rostro para observarme.

Asiento levemente.

—No me dejaste leerla, pero imagino que es como un decreto.

Me observa.

En sus labios se forma una curva, a penas perceptible. Un atisbo de sonrisa.

—¿Pretendes privarme de leer tu memoria de por vida solo para que no sepa lo que escribiste en esa carta?

—Tú tampoco me contaste sobre la que te envió Edilius Vasileiou.

—¿Me estás devolviendo con la misma moneda?

—No, eso sería inmaduro. Solo te hago saber que sé que te amenazó con destruir Wachsend si no me entregabas. No cuidaste muy bien tus pensamientos de mí, Liebe.

—No hay nada que deba cuidar de ti. Solo no creí necesario el tener que contártelo.

Se aleja un poco de mí. Está envuelta en la bata de baño luego de tomar una larga ducha, a solas, como me lo pidió. Fija sus ojos en los míos, y justo al empezar a acariciar las hebras que caen por mi cuello quita la barrera de su mente. Permitiéndome ver más allá de sus ojos.

Veo el contenido de la carta, su recorrido por el bosque, su conversación con Bianca y lo sucedido con Darius.

—Quedó horrible —murmura y de inmediato sé a qué se refiere.

Desato la batalla de baño con lentitud, confirmando la teoría de que no lleva nada de bajo y deleitándome con el aroma a menta que emana su piel, mezclado con el dulce de las especias en su cabello.

—Toda tú eres hermosa, y seguirías siéndolo incluso estando llena de cicatrices. Son simples marcas de guerra, meine Dame.

Acaricio su abdomen con mi palma, y luego lentamente trazo las cicatrices en esa zona de su cuerpo. La de la cesárea, luego la más reciente, que ha marcado el fin de su fertilidad junto a la posibilidad de que nuestra familia de cinco pudiera ser más grande.

Insumisión © [+18] ✓Where stories live. Discover now