—¿Por qué? —La del flequillo se cruza de brazos.

—Llevo años subiéndoles la comida cinco días por semana. Ni un gracias, ni una sonrisa, solo "déjalo ahí". No saben quién soy, pero ahora no me olvidarán.

Agoney pone los ojos en blanco y tira de él para meterlo en el coche.

—Menudo chalado —comenta Aitana con su amigo mientras el policía se lo lleva.

—Ya. —Su vista no deja de seguir a Agoney, hasta que lo pierde en el coche patrulla. Coge aire por la nariz.

—¿Qué te pasa hoy? Estás más fuera de ti de lo normal.

—Nada. —Frunce el ceño—. He tenido un par de noches malas, ya está.

La bombera lo deja estar mientras estén en campo. Se aseguran de que todos los enfermos estén en las ambulancias, camino del hospital, antes de volver a la estación.

—¿Y a este qué le pasa? —pregunta al resto cuando el rubio va directo a la zona de entrenamiento.

—No tengo ni idea. —Y debe ser la primera vez que Miriam dice algo así—. En nuestro anterior turno estaba contento, creo yo. Dejamos de verlo unos días y de repente es un alma en pena.

—El churri de la otra vez le habrá dejado en visto —bromea Aitana, llevándose una mirada curiosa—. No creo, pero sí que es raro tanto cambio de humor. Siempre evadido de todo, luego contentísimo, y ahora en una nube otra vez.

—Estoy seguro de que tiene sus motivos —interviene Juan Antonio—. Mejor vamos a dejarlo, a ver si se relaja con las pesas.

Ricky pone los ojos en blanco. En su opinión, el pijo que encima es hijito del capitán no debería tener problemas reales. Es que, seguro que mea colonia, de lo perfecto que parece.

—112, ¿en qué puedo ayudarle?

—¡Mi edificio está ardiendo! ¡Vengan pronto!

A Raoul no le da tiempo ni a terminar una serie en el gimnasio cuando tienen su siguiente llamada. Esta vez sí que los necesitan, pues se trata de un edificio completo envuelto en llamas.

Mientras Juan Antonio, Miriam y Manolo entran a localizar a algunas personas perdidas en el interior, el resto se encargan de intentar apagar de las plantas a las que tienen acceso desde fuera. Los paramédicos están a un lado, recibiendo Nerea a la gente que va saliendo junto a los bomberos para encargarse de ellos.

Ricky ayuda en todo lo que puede, pero no deja de mirar con ojos de pena el interior, y se permite respirar únicamente cuando ve salir a todos sus compañeros. Algo parecido le pasa a Raoul, tras aparecer su padre junto a una mujer que no deja de gritar. Mientras Mamen sigue atendiendo heridos, Nerea se acerca a ellos.

—¿Qué le pasa? ¿Tiene alguna quemadura? —Permite que la coloquen en la camilla, aunque la mujer se levanta.

—¡No, estoy perfectamente! —espeta—. Mi bebé está dentro, y nadie está haciendo nada para sacarlo.

Manolo pone los ojos en blanco y se aleja de ellos. La paramédica empieza a llevársela hacia una de las ambulancias, pero Raoul les sigue el paso, sin quitarse la idea de la cabeza.

—¿Dónde está?

—En su habitación. Tercera planta. —Le tiembla el labio cuando dice—: Su capitán dice que esa zona estaba bloqueada por el fuego, pero ¡yo sé que no se estaba esforzando lo suficiente! ¡No quiere salvar a mi bebé!

El bombero mira a su padre y después al edificio. Apenas han conseguido nada con el agua que lanzan, pero tienen que seguir hasta apagarlo.

—Intentaré hacer algo. —Y se dirige hacia Ricky y su padre, que están preparados para ayudar en el agua—. Tenemos que sacar a ese bebé de ahí.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYWhere stories live. Discover now