21. Mi deuda contigo

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Vanessa

—En la escuela hicimos un viaje a la ciudad vecina y estuvo aburridísimo —hago una mueca y luego lamo la nieve de mi cono. Jassiel me entrega una servilleta cuando ve que ésta chorrea por mi barbilla. Siempre es muy atento conmigo. Y siempre que deseo comer un cono me trae a la nevería de los Vázquez. Ya es tradición.

—¿A dónde fueron?

—A un zoológico que tenía muchas fuentes bonitas que tiraban agua rumbo al cielo. Pero no pude disfrutar porque todos mis compañeros hablaban y hablaban. Unos hasta me empujaron. ¡Fue horrible!

Jassiel ladea un poco su cabeza mientras se lleva un nacho a la boca.

—Entonces anotemos visitar unas fuentes que tiren agua rumbo al cielo, nena —comparte de lo más tranquilo. Mis labios llenos de nieve se ensanchan en una sonrisa.

—¿Lo anoto al lado del viaje que prometiste?

—Ajá. Justo ahí.

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—Entonces mi tía me dijo que te pidiera que me comieras —suelto inocente, aun pensando en su significado. Adrik escupe la gaseosa que estaba bebiendo y me ve con ojos horrorizados, sorpresivos, como si lo que acabo de compartirle fuera alguna especie de conjuro diabólico para asesinar la raza humana. Frunzo el ceño.

Estamos caminado por El Strip, un conocido boulevard aquí en Las Vegas y el más famoso al parecer. A lo largo de sus cinco kilómetros, según el señor que nos despachó en la tiendita donde compramos un refresco hace nada, se pueden encontrar los hoteles y casinos más famosos de toda Nevada, y justo en su extremo final está la Torre Stratosphere.

Adrik ha detenido su caminata a mi lado y apenas lo he notado. Es decir, él venía justo a mi lado y creo que se quedó pegado como un chicle en el piso. Lo llamo desde donde estoy. Lentamente reacciona y trota a mi encuentro.

Vale, ahora estoy muy desubicada con su comportamiento. Creo que no debí contarle todo lo que me dijo mi tía Rebecca.

—Oye... ¿Estás bien? Parece como si hubieras escuchado la canción más horrenda de la historia. ¿Dije algo malo? ¿Acaso la palabra "comer" es algo malo? —Niega. Pasa una de sus manos por su cabello negro y luego agarra mi rostro entre ellas. Sus ojos grises me ven con intensidad y por segundos imágenes de ambos compartiendo nuestro cuerpo llegan a mi cabeza para agitarme.

—¿En serio no sabes lo que significa esa palabra, nena?

—Pues no... ¡Digo sí! Obvio sé que significa comer. Es un acto que todos los seres vivos hacemos para llevar alimento a nuestros cuerpos y no debilitarnos. Pero a como dijo mi tía no parece esa acción mundana de agarrar nutrientes. ¿Qué diablos se supone que vas a sacar de mí sí me comes? Está bien que tengo grasita aquí y allá, pero no te pases. Me da escalofríos de pensar que tienes que morderme una pierna o mano para alimentarte. Ni que fueras un lobo o vampiro.

Adrik me observa por instantes con su ceño fruncido y después tira la cabeza hacia atrás mientras carcajea a todo volumen. Siento la vergüenza acumularse en mi cuello y rostro.

—Nena... Tú tía se estaba refiriendo a... —pausa y niega. Esboza una sonrisa inocente y resopla—. ¿Sabes qué? Olvídalo. Cuando regresemos al hotel te enseño que quiso decir tu tía, ¿vale?

La dulzura en su tono no me convence, el beso que deja en mi nariz, menos. Ahora estoy enojada por el hecho de que no me quiere decir. Le doy un suave empujón el cual decide dramatizar tambaleándose a propósito.

La favorita del guitarristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora