1. Hijos primero que hombres.

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Vanessa

Tres años después.

Los Ángeles, California

Los adultos, las novelas, las canciones y cualquier persona que me topo hablan de cuan hermoso es estar enamorado, de cuan necesario es el amor para respirar, para vivir y conseguir. Eso claramente me parece una estupidez, algo muy tonto. Entonces hay veces donde escucho como las mujeres dicen que ocupan de un hombre para sentirse vivas, realizadas, deseadas, y es ahí donde, por segunda ocasión, confirmo mi hipótesis anterior.

Me da rabia, picazón y ansiedad saber todo eso. ¿Cómo es posible que una mujer sea capaz de decir semejante barbaridad? ¿Es que se sienten tan poca cosa para valerse por sí mismas? ¿Tanto daño les ha hecho la sociedad para pensar que una mujer no es nadie sin un hombre a su lado? ¿Qué una no puede ser feliz por méritos propios? No lo comprendo.

O bueno, no hasta ese día.

Esto no quiere decir que yo busco con urgencia saber lo que es el amor y depender completamente de un hombre. Eso jamás. Solo... he encontrado algo de razón en eso de que otra persona puede ser capaz de iluminar tus días con tan solo una sonrisa.

Yo a él lo conocí en una de mis tantas visitas en México, era diez años mayor que yo, pero nunca me hizo sentir como una chiquilla tonta o inexperta. Al contrario, alimentaba mi mente curiosa con sus libros interesantes, pulía mis pensamientos con su sabiduría que a veces compartía sin que yo le preguntara. Y eso me gustaba. Fue mi maestro, mi amigo e incluso me atrevo a decir que algo más. Pero obvio eso nunca lo supo, solo yo y mi consciencia.

Llegué hasta el punto de escaparme por la ventana de la casa de mi tío para pasar horas encerrada en su habitación leyendo la infinidad de libros que poseía en su estante, me encantaba leerle, decirle mi resumen de las cosas, y a él, bueno, creo que a él le fascinaba la idea de pasar tiempo conmigo. Al menos eso quiero creer porque incluso me obsequiaba sus playeras.

Vale, en realidad se las quitaba con la tonta excusa de que tenían agujeritos y no le servirían más. Él nunca se quejó, incluso me atrevo a decir que le divertía. Todo iba perfecto, cada vez me encontraba más fascinada con viajar a ese lugar para verlo, incluso mis cumpleaños procuraba festejarlos al otro lado de la frontera con tal de pasar momentos a su lado y compartir anécdotas o frases de libros raros que leía en la escuela. Pero eso, desafortunadamente, un día terminó. Mi corazón se partió en mil pedacitos, mi cabeza hizo cortocircuito, las palabras duras que le dije el día anterior a su partida me siguen persiguiendo a pesar del tiempo.

Yo nunca le había deseado el mal a nadie, nunca había utilizado palabras crudas para herir a alguien, y justo el día que decidí espetar un poco del veneno que no sabía tendría en mi lengua, pasó lo peor.

Él simplemente se esfumó.

Jassiel se murió y, junto con él, también murieron mis recuerdos, mis sentimientos y mi corazón, cada una de esas cosas fueron sepultados y aniquilados, uno tras otro.

Yo lo quería, lo amaba incluso cuando no sabía lo que esa palabra significaba pues era tan solo una adolescente. Y, por más cursi que suene, mi vida sin él no ha sido la misma.

Agito mi cabeza para alejar todos esos recuerdos y mejor saco la cámara que escondo bajo mi pupitre para enfocar algún punto del salón y fotografiarlo pues de alguna manera tengo que mermar el horrible sentimiento que siento en mi pecho, ese que siempre aparece cada pienso mucho en él.

Es increíble que ya hayan pasado tres malditos años y la terapia no me haya servido para una mierda. Nada ha sido capaz de hacerme aniquilar la culpa que siento en mis entrañas, es una que no me deja tranquila incluso cuando me han dicho que no fui yo quien atravesó aquel tráiler y curva que le arrebataron la vida.

La favorita del guitarristaWhere stories live. Discover now