16. Falsa pijamada

6.7K 668 13
                                    

Vanessa

—Siempre te voy a querer, Jass —profeso al cepillar su cabello húmedo. Se metió a bañar porque terminamos enlodados ya que resbalamos en los charcos mientras corríamos bajo la lluvia.

—Yo también, nena. ¿Y sabes por qué?

—Ilumíname, por favor.

Jassiel suelta una risita y gira su cabeza para mirarme. Sus ojos tormenta brillan y unas arruguitas aparecen en las orillas de ellos cuando me sonríe.

—Estamos bajo el mismo cielo, y el cielo es testigo de lo mucho que te quiero y querré incluso después de mi muerte.

—Bajo el mismo cielo... ¡Me encanta! ¿Podemos tatuárnoslo con plumón? —pregunto, y rápidamente corro en busca de uno. Se lo entrego y el ríe. Pero no se niega.

Podría decirle que vayamos a un lugar donde hacen tatuajes, pero mamá me cortaría la cabeza ya que ella odia ese tipo de arte. Y, si soy honesta, no me agrada eso de sentir una aguja incrustarse en mi piel.

—¿Dónde te lo pongo? —me pregunta, mirándome con tanta adoración que mi corazón, tal cómo un colibrí, aletea furioso de la emoción.

—¡En la nuca! —y se la muestro mientras alzo mi cabello negro.

Jassiel se coloca tras de mí, sus manos tomándome de los hombros para mantenerme inmóvil. Pronto su pecho se pega a mi espalda y un temblor placentero me sacude entera. Suelto un gemido cuando sus labios me dejan un caliente beso en la piel expuesta y antes de poder pedirle más, que por favor siga besándome, que incluso me apriete más a su cuerpo, empieza a poner la frase que me dijo.

Despierto con lágrimas escurriéndome por las mejillas y con una macabra opresión en mi pecho ante el sueño que tuve.

Tomo asiento en mi cama pegando la espalda contra la cabecera preguntándome qué diablos hice para estar recordándolo tanto.

Esto no pasaba antes, llevaba meses e incluso años sin recordar nada de lo que viví con Jassiel porque me propuse enterrar cada recuerdo por mi salud mental, pero todo empezó a desatarse en mi cerebro desde que Adrik apareció en mi vida con esos ojos grises y ese apelativo que tanto me recuerdan a él.

Sé que no es sano, que no debería estarlo culpando de algo que no le corresponde, tampoco debería compararlo con alguien que ya no existe, pero resulta imposible cuando todo lo que alberga en mi cabeza es aquel hombre que jamás me permitió besarlo. Supongo que esto no estaría pasando si hubiese ido al funeral para despedirme de él, tal vez es mi culpa el haber dejado cosas pendientes ese día. Pero es que yo no deseaba mirarlo en ese ataúd.

Paso las manos por mi cara notando que me encuentro sola en mi cama. Diego ya no está a mi lado lo cual me extraña pues antes de caer como tronco recuerdo haberlo visto aquí.

Rastreo mi habitación buscando encontrar algo que me diga que no imaginé a mi hermano aquí, y para mi fortuna encuentro la basura de todo lo que nos comimos. También miro que la puerta de mi habitación está cerrada con llave lo cual me quita un grande peso de encima.

No tengo ganas de ir a trabajar, me siento realmente drenada emocionalmente por todo lo que está pasando con James y la incomodidad en mi piel tras haber sido tocada por él aún persiste. Es una sensación enferma y asqueante que me hace querer ocultarme de todos, pero sé que hacerlo no me beneficia en nada y menos cuando hay muchas deudas en mi familia y vida personal.

Así que me obligo a bajar de la cama, me obligo a enjaular ese malestar y mejor reviso mi celular para distraerme. Una pequeña sonrisa aparece en mis labios al ver que tengo un mensaje de Adrik de hace más de una hora.

La favorita del guitarristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora