Baño

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El verdadero problema era que, en realidad, Nick no quería olvidarse de Matt.

Le vendría bien hacerlo, por supuesto. A pesar de ser su favorito, Nick nunca sería suficiente para Matt. El rubio ya se lo había dejado claro con anterioridad: la única idea que creía llenarlo era ese disparate de permanecer los cinco juntos. Lo cual, por supuesto, Nick seguía sin verle ningún sentido.

Y, en el peor de los casos, incluso aunque convenciera a Matt para que se quedase con él, y solo con él... ¿funcionaría? ¿Cuánto tardaría Matt en sentirse vacío, en querer engañarlo con otros? ¿Era eso de verdad lo que Nick quería conseguir?

¿Por qué, entonces, se esforzaba en perseguir algo que no iba a alcanzar y que, incluso si lo hiciese, no le haría feliz?

En resumidas cuentas, porque Matt le hacía sentir más de lo que ninguna otra persona, ya fuera chico o chica, le había hecho sentir nunca. La forma en la que armonizaban cada vez que estuvieran juntos, ya fuera jugando a los juegos, o en algo tan simple como compartiendo desayuno. Matt y Nick encajaban. Simplemente lo hacían. Y a Nick se le hacía imposible separarse de alguien con quien encajaba tanto.

La idea de remar contracorriente se le hacía tan pesada que, simplemente, prefería no hacerlo.

Y así era como terminaba arrastrado por cualquiera de las ideas de su amigo, como aquella de quedarse un rato más en la discoteca. Los otros tres chicos se habían marchado en incómodo silencio de vuelta a la casa, mientras que Nick y Matt habían permanecido en la discoteca un rato más. Se pidieron otra copa, bailaron un rato, fueron tan felices como eran siempre juntos. Incluso se besaron por un buen tiempo. Hasta que, medio agotados, se marcharon de vuelta a la casa una hora y media después que el resto.

No fue hasta el camino de vuelta cuando Nick se dio cuenta de lo perjudicado que iba Matt, en realidad. Casi tuvo que guiarlo en el camino, a pesar de que eran ya innumerables las veces que habían repetido esa ruta desde que comenzó el curso.

Cuando llegaron a la casa, Nick procuró hacer el menor ruido mientras ayudaba a Matt a entrar al baño.

—¿Sientes ganas de vomitar? —Le preguntó. Nick apenas se seguía sintiendo borracho.

Matt meneó la cabeza.

—No.

—Vale, aun así. Deberías darte una ducha, ¿sí? Te sentará bien.

Matt, casi con los ojos cerrados, asintió. Comenzó a desprenderse de la sudadera.

Nick caminó hasta la bañera y conectó la ducha para dejar correr el agua fría.

—No —dijo Matt—. No quiero una ducha.

—Matt, cabrón, acabas de decir que sí.

—Quiero un baño, joder. Nunca me he bañado —se rio—. En mi vida me he bañado.

Nick supo que mentía, pero no le dio importancia. Cambió el flujo del agua al grifo de la bañera, colocó el tapón y vertió jabón mientras se llenaba.

—Voy a por ropa para cuando salgas, ¿vale? Tú vete metiendo, y no hagas ruido o nos matan.

Matt asintió y Nick se marchó rápido en busca de ropa para Matt. No se fiaba de lo que pudiera liar si se le dejaba mucho tiempo a solas con tremenda borrachera. Llegó al pasillo de arriba, entro en la habitación de Matt y tomó su pijama junto con ropa interior. Al recorrer de vuelta, entró en su habitación para dejar allí el abrigo que había traído puesto de la discoteca antes de volver a bajar. En la oscuridad de la habitación, le sorprendió darse cuenta de que Gabriel no estaba en el cuarto.

Juego de Chicos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora