Órdenes

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Jake sintió una enorme oleada de poder al ver al otro chico arrodillado frente a él, receptivo a hacer todo lo que le ordenase. ¿Cuánto tiempo había estado deseando aquello? ¿Desde cuándo había querido encontrar a alguien a quien poder dominar a su voluntad?

Jake había tenido aquella fantasía desde hacía años, probablemente comenzó incluso cuando era más pequeño de lo que debería haber sido para desear esas cosas.

El pelirrojo inhaló aire controlando la excitación que se formaba en su estómago y dio su primera orden.

—Abre la boca.

Will obedeció, y enseguida Jake introdujo en ella su dedo pulgar. Los labios del chico negro se cerraron rodeando el dedo de Jake, quien exploró el húmedo contacto del interior del chico a la vez que probaba la marcada textura de su lengua.

Sentía su polla amenazar con estallar en sus pantalones solo por explorarle la boca.

Era un chico. Will era un chico. ¿Cómo podía entonces ponerle tanto? ¿De verdad era solo la excitación de sentirse deseado y en situación de poder lo que despertaba tantas emociones en Jake? ¿Era ese el único motivo por el que no le importaba que fuera un chico lo que tuviese arrodillado frente a él, o quizá habría algo más?

De todas formas, no era el momento de pensarlo.

Jake podía hacer lo que quisiera con Will, tal y como había querido. Y, ahora... ¿Ahora qué? ¿Años imaginando situaciones ficticias de control para ahora quedarse en blanco? Eran tantas las posibilidades que Jake no sabía por cuál de ellas empezar. Además, sí que era cierto que no quería ser demasiado atrevido. Sabía lo mucho que Will tenía que disfrutar también con eso, pero quizá si llevaba sus deseos al límite acababa por asustarlo. Incluso Jake se asustaba en ocasiones de las cosas que deseaba...

Quería marcarlo.

Quería marcar a Will como suyo, dejar claro que le pertenecía, que podía hacer con él lo que quisiera.

Jake pensó varias maneras de hacerlo, algunas más oscuras que otras. Finalmente, se inclino hacia el otro chico y escupió una enorme cantidad de saliva sobre su rostro.

Will cerró los ojos, pero no se apartó. No se quejó. Jake volvió a sentir otra oleada de excitación ante su sumisión. Con su mano derecha, expandió su saliva por el rostro del chico, quien se dejó hacerlo.

Jake sonrió y, cansado de preámbulos, comenzó a desabrochar su cinturón.

—¿Cuántas pollas has probado en tu vida, Will?

Will lamió sus labios.

—Varias.

Jake no preguntó por datos concretos. Se conformó con su respuesta.

—Y la mía, Will —le encantaba decir su nombre—. ¿Has pensado alguna vez en probar la mía? —Jake había bajado su bragueta y dejado a la vista sus bóxers, para después masajear su polla por encima de la tela—. Di la verdad, Will, o sabré que mientes.

—Sí, lo he pensado.

Cada vez que Jake creía que su excitación no podía ir a más, esta aumentaba. Si era sincero, no estaba seguro de cuánto aguantaría sin correrse.

—¿Desde cuándo?

Jake avanzó un paso y sujetó con fuerza la cabeza de Will con ayuda de su mano izquierda. Llevó la mano derecha a la cintura de sus bóxers.

—Desde la primera vez que jugamos, cuando la galleta.

—Lo sabía —Jake se bajó los bóxers lo suficiente para sacar su polla. Will la miró con detenimiento. Jake le estaba apuntando con ella a solo centímetros de distancia—. ¿Te gustó, verdad? ¿Te gustó correrte encima de mí, hijo de puta?

Juego de Chicos (+18)Where stories live. Discover now