Tercera prueba

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Pasó aproximadamente una semana desde el cumpleaños de Matt hasta la siguiente prueba oficial del Juego de Chicos.

Era la tercera prueba que hacían. Los chicos se habían reunido, como las anteriores veces, para pensar en ideas que pudieran acabar creando pruebas excitantes y novedosas. Matt, como de costumbre, estaba sentado en una silla frente al resto de chicos, que descansaban en el sofá.

—¿Alguna idea? —Preguntó Matt.

Los chicos se miraron entre ellos. Jake, como siempre, permaneció callado. Nunca solía aportar mucho a ese tipo de reuniones, en realidad.

—Los de las buenas ideas soléis ser Gabriel y tú, en realidad —aportó Will.

Matt sonrió

—Tengo algo, en realidad.

—¿Qué es? —Quiso saber Nick.

—Bueno, después de lo de mi cumpleaños... Creo que va siendo hora de que usemos nuestras bocas. Todos nosotros.

Jake sabía perfectamente a lo que se refería, y no le gustaba lo más mínimo.

—No —dijo antes de que ningún otro hablara.

Matt, que seguía sonriendo, lo miró.

—¿Y por qué no?

—No pienso haceros una mamada. A ninguno.

Matt se encogió de hombros.

—¿Y qué pensabas que íbamos a hacer? ¿Cocinarnos el uno al otro? Aceptaste formar parte del juego, Jake. Incluso cuando sabias perfectamente lo que eso significaba.

Tenía razón. Por supuesto que Jake sabía lo que afrontaba al jugar el Juego de Chicos. ¿Por qué aceptó las dos veces anteriores? Ni él mismo lo sabía. En primer lugar, no quería quedarse apartado del resto de chicos. Y, en segundo lugar... Bueno, en el fondo conocía de sobra el segundo motivo por el que había aceptado.

Pero eso no quería decir que estuviera preparado, ni mucho menos, para dar un paso como ese. La idea de hacerlo le ponía de los nervios, y no en el buen sentido.

—Si mi hermano y yo tuvimos que hacerlo —habló Nick—, tendremos que hacerlo todos tarde o temprano.

—¿Te gustó tanto la sensación que al gemelo hetero le han dado ganas de repetir? —Se burló de él Jake.

Pensaba que Nick le devolvería el comentario con otro igual de ofensivo. Así era prácticamente como los dos chicos se comunicaban el uno al otro. No se llevaban mal, en realidad. Más bien incluso al contrario. A Jake le caía bien el gemelo, y se sentía algo aliviado al saber que no era el único chico hetero que jugase a aquellas cosas. Pero los dos adoraban quedar por encima del otro con burlas y comentarios.

Sin embargo, esa vez Nick no dijo nada. Solo le apartó la mirada. A Jake le extrañó.

¿Y si quizá había disfrutado con Matt la última vez? Le costaba creerlo, en realidad. De hecho, Jake hubiera apostado a que, de alguna forma, los dos gemelos habían discutido antes o después de realizar el regalo, porque desde aquella noche se mostraban más distantes el uno con el otro...

—¿Cómo lo haríamos? —Preguntó Will—. ¿En qué consistiría la prueba?

—Hasta ahora hemos jugado tanto en la prueba de la galleta como en la del reloj a acabar lo antes posible —dijo Gabriel—. Podríamos probar ahora a intentar durar lo máximo posible. Quienes vayan corriéndose, pierden. El objetivo es intentar hacer que los demás no duren lo suficiente.

—Hay una desventaja en eso —dijo Matt.

—¿Cuál?

—Pues la experiencia. Quiero decir que tanto tú como Will... Sabéis de sobra dejar secos a otros chicos, pero por ejemplo ni Jake ni yo hemos probado nunca a hacerlo. Claramente perderemos.

—Podríamos daros cierta ventaja —aceptó Will—. Por ejemplo, daros más tiempo.

—¿Y si mejor nos enseñáis a hacerlo?

Todos miraron a Matt después de que dijera eso.

—¿Piensas montar una academia de comida de rabos? —Preguntó Jake.

Matt rodó los ojos.

—Solo digo que por mucha ventaja que se nos dé, será injusto que algunos hayan tenido la oportunidad de practicar aunque solo sea una vez.

—O sea, que en realidad lo que quieres es practicar antes con otra persona —concluyó Gabriel.

Matt respondió enarcando una ceja.

—Podríamos hacerlo aleatorio —intervino Nick—. Tampoco es justo que Will y Gabriel vayan a recibir mamadas de todo el grupo solo por "practicar". Pero a cada uno nos puede tocar practicar con una persona. Y podríamos hacer esa práctica en privado.

—Eso va un poco en contra de la regla "todos o ninguno".

—Sí, pero siempre que estemos todos de acuerdo en saltárnosla, ¿qué más da? Al fin y al cabo forma parte de una prueba en la que participamos todos. Es solo... El calentamiento —Nick rio—. Nunca mejor dicho.

Los chicos asintieron.

Matt golpeó a Jake suavemente en la pierna, quien se había quedado absorto en sus pensamientos.

—Pelirrojo, ¿estás de acuerdo?

Jake simplemente negó con la cabeza.

—No.

Matt le sonrió, como si no le importara. Desde que se besaron la última vez, Jake soportaba menos a su amigo. Matt era, en realidad, el chico del grupo con el que mejor congeniaba en todo en esa casa. Pero desde que supo que él era el chico al que besó de pequeño, le resultaba difícil no sentirse inquietado en su presencia. Además, la actitud burlesca de Matt le hacía creer que solo consideraba gracioso el hecho de saber que se habían besado de pequeños.

Para Jake era mucho más que solo algo gracioso.

—Haz el sorteo —dijo Matt, sin importarle la respuesta de Jake.

Jake no se quejó. No se sentía preparado en absoluto, pero si quería quedarse con los chicos, tendría que ser jugando al juego. Y Jake tenía claro que quería quedarse con ellos.

Cuando hicieron el sorteo, el resultado fue el siguiente.

Will tendría que practicar con Gabriel. Jake recordó la noche en el motel. El chico tenía poco que practicar, en realidad... Pero habían decidido hacerlo así para no dejar de lado a nadie.

A él mismo le tocó chupársela a Nick. Dentro de todas sus malas posibilidades, casi que lo agradeció. Que le tocasen Matt o Will le habría hundido, y de los dos gemelos se sentía más cómodo estando con el menos experimentado, a pesar de no tener nada que aprender de él.

A Gabriel le tocó volver a hacerle una mamada a Matt, lo que a Jake le pareció algo aburrido, aunque tampoco se quejó: eso significaba que no le tocaría hacérsela él a Matt. A Nick le tocó hacérsela a Will

Y a Matt le tocó experimentar con Jake.

Mierda.

Ahora sí que la habían jodido.

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