El juguete

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Habían pasado cuatro días desde que Jake abandonó la casa esa noche, y todavía ninguno de ellos había vuelto a verlo.

El único al que le había cogido el teléfono había sido a Matt, quien consiguió hablar con el otro chico por un tiempo. Jake le contó que sus madres se iban a divorciar, y que una de las dos había denunciado a la otra por maltrato psicológico.

Estaba ahora en su casa, que estaba a solo una hora en coche de la casa donde los chicos vivían. Matt había escuchado a Jake desanimado y se había ofrecido a ir a verlo, pero Jake lo rechazó. Se negaba a darle la dirección exacta de su casa, por lo que Matt no tenía nada que hacer.

La realidad era que echaba de menos a Jake. Incluso aunque pudiera parecer un tanto frío o egocéntrico en ocasiones, Matt le tenía cariño. No quería que nada malo le pasase.

El resto de chicos... Matt no sabía decir si lo echaban de menos tanto como él. Sobre todo Will, quien seguía negándose a contarle por qué habían discutido la noche en la que Jake se marchó de casa.

La ausencia de Jake los había llevado a paralizar el juego. O todos o ninguno, esa era una de las normas que habían propuesto. Ahora que Jake no estaba, tenían prohibido jugar a nada.

En realidad, ni siquiera habían decidido cuál sería la siguiente ronda del juego. A Matt no le faltaban ideas, ni tampoco ganas. El problema era que sus ideas quizá fuesen demasiado intensas. Y, como decía Will, sería mejor que incrementasen la intensidad de forma lenta y progresiva, o se aburrirían demasiado rápido. La gracia del juego era llevarlo un paso más allá en cada ronda. Si se quedaban demasiado pronto sin pasos que dar... ¿Qué les quedaría?

Así que los cuatro integrantes de la casa habían vuelto a vivir su vida sexual de manera privada. Y Matt, en realidad, estaba harto. Acababa de descubrir que le gustaban los chicos, ¿y ahora tenía que parar de jugar? Desde luego, eso era lo último que le apetecía...

En tardes de aburrimiento como aquellas, Matt se sentía tentado de convocar al grupo y... Simplemente, hacer algo. ¿Sería romper las normas del juego si se reunían solo para ver porno o algo parecido? Probablemente sí... Pero es que se moría de ganas por hacer algo con ellos.

Y aun así, todo lo que se limitaba a hacer era a estudiar con Gabriel en su habitación.

Les quedaba poco para terminar y reunirse con Nick y Will, quienes habían bajado ya para ir a la cafetería donde los cinco solían tomar batidos.

Matt dio por terminada su sesión de estudios y soltó sus papeles sobre la mesa que Nick y Gabriel compartían.

—Terminé —anunció.

—Solo me queda terminar de pasar esta hoja a limpio y habré acabado.

—Vale —dijo Matt levantándose de su silla para estirar las piernas.

Matt caminó hasta la estantería principal de la habitación y se paró a vislumbrar los objetos que los gemelos guardaban sobre ella. Le llamaron la atención los numerosos trofeos que Gabriel había conseguido en natación. Se fijó después en el cuadro que había junto a los trofeos, donde salían Nick y Gabriel con unos diez años. Por aquel entonces eran incluso más parecidos que ahora, si eso era posible. Los dos vestían trajes de baño.

—¿Nick también hacía natación antes? —Preguntó Matt.

—Sí —contestó Gabriel. Matt se giró para verlo; no había dejado de escribir en su folio—. Lo dejó porque decía que le aburría.

Matt sonrió.

—¿Y ahora?

—¿Ahora qué? —Preguntó Gabriel.

Juego de Chicos (+18)Место, где живут истории. Откройте их для себя