𝑹𝒆𝒎𝒏𝒂𝒏𝒕 𝑰𝒏𝒗𝒊𝒄𝒕𝒂 (𝑻𝒓𝒂𝒅𝒖𝒄𝒊𝒅𝒐) ✓

VIII

Trabajando desde casa hoy para cuidar a mi madre, jajaja. Es divertido que tuve que vivir con mis padres mientras esperaba el auto de cortesía para poder usar el de ellos, y finalmente, finalmente , el mío llega el viernes y puedo regresar a mi casa.

Luego, solo después de un fin de semana, se rompe el pie y necesito volver a mudarme para cuidarla por un tiempo. xD

Mi cara cuando he tenido que levantar mi computadora dentro y fuera de mi auto tres veces. -_-

Capítulo 8

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Jugar a la seguridad de un proyecto de alto secreto no era diferente a jugar a la seguridad de una cafetería militar. Jaune estaba de pie a un lado de una puerta con Ruby al otro, sus armas en sus manos frente a ellos y sus ojos hacia afuera. Cuando alguien se acercaba, Jaune daba un paso adelante y levantaba la mano mientras Ruby apuntaba su arma en el suelo frente a ellos, lista para levantarse y disparar a la primera señal de agresión.

Su trabajo era pararse en la parrilla de cualquiera que se acercara, ser imponente, exigir su cordón y luego escanearlo y su biochip antes de siquiera considerar dejarlos entrar. El escaso personal militar y los cazadores que acudían al servicio del Proyecto Terminus lo aguantaban sin quejarse, sacaban cada artículo según se les pedía y asentían cuando les dejaba pasar. Los científicos, por otro lado, se quejaron e hicieron ruido al respecto, todo lo cual él y Ruby ignoraron. Las reglas eran reglas y no estaban por encima de ellas.

Realmente era lo mismo que cualquier otro detalle de seguridad, excepto que las consecuencias por fallar eran mayores. Si se aflojaba en el destacamento de guardia o vigilaba en base o en una base militar, enfrentaría castigos cada vez mayores. Por lo general, comenzaba con una reprimenda y una novatada. Los sargentos de instrucción esperaban que todos la cagaran al menos una vez, así que la primera vez fue una advertencia. En segundo lugar, un castigo más severo, y en tercer lugar, los detalles del castigo a largo plazo. Las infracciones repetidas después de eso podrían causarle serios problemas, que pueden incluir la asignación a un batallón penal. Era raro que la muerte sirviera como castigo por faltas tan básicas. Incluso el soldado menos confiable era útil de alguna manera. Sin embargo, si decepcionas a tu escuadrón en una misión, con Grimm cerca, es posible que te enfrentes a cosas peores. Había oído hablar de escuadrones que «perdían» miembros en el bosque. A veces ni siquiera el sargento de instrucción se deshacía de ellos, sino sus compañeros de escuadrón. Si no podías confiar en alguien que te vigilara mientras dormías, entonces era mejor no tenerlos cerca.

Para algo como Proyecto Terminus, Jaune no se hacía ilusiones. Si se los encontrara insuficientes, o los cielos no lo permitan, negligentes en sus trabajos aquí, entonces no habría advertencias, juicios ni apelaciones. Serían afortunados de ser enviados en un batallón penal. Dado lo que sabían, era más probable que fueran silenciados.

El resto del escuadrón estaba repartido vigilando otras áreas. Tampoco fueron los únicos. Se habían traído unos cuatro escuadrones, algunos cadetes de cazadores y algunos de infantería. Fácilmente cuarenta personas. Todos habían sido llevados a conocer a los distintos jefes del proyecto, incluido el científico jefe Willow Schnee.

Ella había sido una mujer extraña. Distraída, habladora y propensa a hablar sobre la importancia de su trabajo, pero apenas prestando atención mientras lo hacía. Hizo falta la insinuación de Winter para que se diera cuenta de que ellos eran los que salvarían a su familia y les agradecería. No es que sintiera que lo necesitaban; era su trabajo después de todo, y habían hecho lo que se les ordenó. Los científicos eran como hormigas. O tal vez abejas. Zumbaban afanosamente, hablando en voz baja, discutiendo sobre esquemas y, sinceramente, siendo demasiado ruidosos para su propio bien. Ya sabían que se trataba de un arma para usar contra la Reina Grimm, pero ahora Jaune también sabía que era aérea, porque habían estado hablando de levantar y empujar demasiado cerca de sus oídos.