Capitulo 25

128 11 0
                                    

  Cassius salió del coche y reptó hasta el parachoques trasero. Tal y como el Capitán había dicho, el lago quedaba justo delante. Observó la casa detenidamente desde detrás, Hernandez se encontraba en la puerta de entrada y llamaba delicadamente con los nudillos.
 
  Cassius cogió el móvil y llamó a Ester, que respondió a la primera.
 
  - Está en la puerta - susurró-, denle un par de minutos.
 
  - De acuerdo.
 
  Colgó y marcó el número de Paul.
 
  - Está en la puerta -repitió- Ester entra dentro de dos minutos. Síganla ustedes cuando la oigan.
 
  - Entendido -contestó el teniente.
 
  El protocolo habitual requería que el agente llamara a la puerta y se presentara, si traía consigo una orden. En este caso, el ruido metálico de los arietes equivaldría a la llamada.
 
  Hernández estaba tardando mucho y Cassius no alcanzaba a ver a quién se dirigía.
 
  - Vamos, date prisa - susurró.
 
  Por fin escuchó al Capitán decir:
 
  - Ahora podrá disfrutar de la estancia. Hasta luego.
 
  - Gracias por pasarse por aquí - replicó una voz masculina.
 
  Hernández volvió hacia el coche patrulla, pero antes de que hubiera avanzado apenas diez metros, Cassius oyó el primer ruido de la incursión. El segundo se produjo tan seguido que pareció que se trataba del eco más que de otra entrada.
 
  El Capitán se tiró al suelo y Cassius salió corriendo de detrás del coche patrulla en dirección a la casa. Esperaba que le dispararan desde la puerta de entrada, sin embargo, el tipo allí apostado levantó las manos y dio un paso al frente.
 
  - No dispare, no dispare. No voy armado. Yo sólo soy el chófer.
 
  Cassius lo agarró, lo hizo echarse en el suelo y estaba a punto de ponerle las esposas cuando el capitán apareció tras él.
 
  - Yo me ocupo de éste, usted vaya a por su chica.
 
  Cassius se introdujo rápidamente en la casa. La vivienda, enorme, estaba decorada con numerosos y pesados muebles de piel en tonos oscuros. No había nadie ni en el cuarto de estar ni en la cocina. Escuchó voces y corrió al lugar de procedencia del ruido. En el vestíbulo se encontró con cuatro miembros del Equipo de Especiales que habían atrapado a dos tipos enormes a los que habían esposado ya.
 
  - ¿Dónde está Nollen? - gritó Cassius a los agentes especiales.
 
  Uno de ellos señaló al fondo de la sala y él corrió en la dirección indicada. Un grupo de policías conducía a Nollen fuera de la habitación. Llevaba las manos esposadas y una expresión de rabia en la cara. Miró a Cassius y lo reconoció enseguida.
 
  Él lo agarró por la camisa y se lo acercó.
 
  - ¿Dónde está? ¿Le has hecho daño? El mafioso contrajo la cara en un gesto de sorna.
 
  - Tu putita está en mi sala de juegos. Es una lástima que hayas llegado ahora. En sólo diez minutos la habría tenido rogándome que le dejara chuparme la polla.
 
  Antes de que nadie pudiera hacer nada, Cassius le dio un gran puñetazo en la cara. Cuando iba a darle un segundo golpe, los miembros del equipo lo sujetaron.
 
  - Vamos, hombre. No pierdas el tiempo con esta mierda. Tu chica te necesita ahí dentro.
 
  El jefe de Especiales lo separó de Nollen y lo llevó a la entrada de la habitación.
 
  En los años en que había trabajado como agente anticorrupción y especial Cassius había visto muchas salas de sadomasoquismo y dominación, de modo que el tono gris del cuarto no lo sorprendió. Lo único que le importaba era ver a Aika.
 
  La encontró desnuda y atada a una especie de camilla médica. Paul y otro de los policías estaban a su lado. Cassius saltó hacia ella.
 
  AIka tenía la expresión congelada, como si sufriera algún tipo de shock. Cassius se situó a la derecha de la camilla y se inclinó para que ella pudiera verlo.
 
  - Aika, soy yo, preciosa, Ya estoy aquí. Ya acabó todo.
 
  Ella levantó la cabeza para mirarlo y él supo que lo había reconocido.
 
  - Cassius, ¿eres tú? ¿ de verdad?
 
  - Sí, cariño. Ya estoy aquí. Ahora mismo te soltamos. - Miró a Paul-. ¡Maldita sea! ¿Dónde coño está la llave?
 
  - Aquí está. Paul le entregó un llavero y Cassius buscó a tientas la llave para abrir la esposa de su lado. Mientras tanto el otro agente le frotaba la muñeca izquierda a Aikq para que recuperara la circulación.
 
  Ella gimió como un animal herido. Cassius sintió que se le rompía el corazón.
 
  - Ya está, preciosa. Ya ha terminado todo. Ese hijo de puta no volverá a tocarte nunca.
 
  Abrió la esposa y la ayudó a incorporarse. Fue entonces cuando vio los latigazos. Había al menos una docena marcados en la espalda desde la nuca hasta la cintura.
 
  - ¡Hijo de puta! ¡Voy a matar a ese cabrón con mis propias manos!
 
  Aika se levantó y se tambaleó hacia delante. Cassius la sujetó con cuidado de no tocarle las señales de aquel rojo intenso que pronto se volvería morado y oscuro.
 
  Uno de los agentes entró en la habitación con una manta ligera.
 
  - Tenga, tápela con esto. La encontré en la habitación de al lado.
 
  Cassius cubrió con la manta a Aika, que empezó a temblar.
 
  - Traiga la ambulancia hasta aquí - le pidió a Paul. -Ahora mismo. Iré también al minibar. Le vendrá bien un trago.
 
  - Lara - susurró Aika-, ¿está bien?
 
  Fue entonces cuando Cassius se fijó en la sumisa, que estaba encadenada a la pared. Había dos policías liberándola de las ataduras. La chica sollozaba.
 
  - Si, está bien. Está llorando.
 
  Aika lo miró a la cara.
 
  - Eres tú de verdad. Sabría que vendrías a buscarme.
 
  Y entonces rompió a llorar angustiosamente. Las lágrimas se convirtieron en sollozos y éstos en tremendos gemidos. Cassius la abrazó con ternura sin rozarle las zonas doloridas de la espalda y los costados. Le besó la sien y la frente mientras la tranquilizaba con palabras suaves Y cariñosas.
 
  - Ya está. Ya verás cómo te pones bien. Nos iremos de aquí dentro de nada y todo será como antes preciosa, te lo aseguro.
 
  Cassius la condujo fuera de la habitación hacia la salida. Para cuando llegaron al salón, ya se habían llevado a Nollen y a sus secuaces. Cassius llevó a Aika hasta la otomana de cuero y trató de que Aika se recostara en ella.
 
  - No, ahí no pienso sentarme: es donde las coloca a ellas.
 
  De repente Cassius recordó el ático de Nollen y donde les ordenaba ponerse a sus sumisas.
 
  - Venga, cielo, aquí no nos sentamos, vamos al comedor.
 
  En menos de un minuto aparecieron los médicos de urgencias con una camilla. Cuando Cassius se puso de pie y se retiró para que examinaran a Aika, ella se le agarró al brazo y le rogó:
 
  - Por favor, no te vayas, no me dejes sola Di' Fiore.
 
  Él se quedó con ella y estuvieron con las manos entrelazadas mientras le tomaban la fiebre y la presión, y le observaban las pupilas.
 
  - Está en estado de shock -diagnosticó uno de ellos- Será mejor que nos la llevemos al hospital. - Miró a Cassius y propuso- : ¿Quiere usted acompañarla?
 
  - Claro. Ya no vuelvo a perderla de vista.
 
  Aika se negó a que la llevaran en camilla y caminó hacia la ambulancia en lugar de apoyarse en la espalda. La pequeña pasó junto a los policías y al Equipo de Especiales que esperaban fuera de la casa, Aika no quiso subir en la ambulancia hasta ver a Lara en la otra camilla.
 
  - Se pondrá bien, ¿verdad?
 
  - Sí, hermosa. Se pondrá bien -le aseguró Cassius mientras la forzaba a montar en la ambulancia.
 
  Lo último que Cassius vio antes de que uno de los facultativos cerrara la puerta de golpe fue que obligaban Nollen a meterse en un coche patrulla que estaba esperándolo.
 

  

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.
Ƭ០⩏¢Ϧ  ៣៩ #PGP2022✅️ dyjawards24Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt