Capítulo 11

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  Transcurrida una semana todo iba de maravilla. Había hecho cosas en mi vida que ni por la cabeza alguna vez me pasaron.
 
  Estaba ahora tomando una ducha. Cuando estuve lista para salir casi me dio un ataque al corazón Cassius estaba de pie justo delante de mí y antes de que me pudiera recuperar para preguntarle que hacia aquí el ya me había tomado la muñeca y pasado por encima de mi cabeza. Proteste, pero él me ignoro, me puso una esposa en la muñeca y la otra la engancho en la parte de arriba donde corría la puerta de cristal.
 
  Miraba aun sorprendida mi mano apresada sin poderlo creer. Tire para liberarme pero fue una pérdida de tiempo.
 
  Cassius me toma la otra muñeca y con rapidez hizo lo mismo que con la otra.
 
 
  - ¿Qué estás haciendo? -proteste.
 
  - Estoy ayudándote a hacer realidad una de tus fantasías.
 
 
  Me di cuenta en ese entonces de que Cassius estaba completamente desnudo. La erección de su miembro apuntaba hacia arriba. Cassius alargo el brazo para retirar de mi cara algunos mechones de pelo mojado.
 
 
  Me encontraba desnuda e indefensa en mi propio baño.
 
  - Yo me refería a que me ataran a la cama -corregí.
 
 
  - Lo siento, no has especificado y he tenido que improvisar -con una sonrisa picara añadió- Joder tengo que confesar que te ves impresionante así colgada.
 
 
  Me observe en el espejo. El tenía razón con los brazos sobre la cabeza, mis pechos se expandían. Mi pelo negro y la palidez que en este momento tenía resultaba muy erótico. Parecía una diosa que se estaba ofreciendo en sacrificio para calmar a las almas hambrientas.
 
 
  - ¿Y ahora qué? -pregunte.
 
 
  - Ahora vamos a jugar.
 
 
  Por Cassius:
 
 
  Me quede mirando a la mujer que tenía enfrente. Aika era realmente hermosa. Tuve que contenerme para no agarrarle las piernas y enrollármelas alrededor de mi cintura para después penetrarla. Esto me estaba resultando demasiado excitante, casi una tortura.
 
 
  Cuando ella menciono lo de los juegos de dominación, al principio no me pareció para nada excitante... como poli conocí muchos casos de abuso, maltrato y violaciones. Pero esto en cambio... ahora mismo me parecía muy morboso.
 
  - Ahora mismo vuelvo -dije.
 
 
  - ¡Cassius, espera! ¡No me dejes así! -hablo Aika rápidamente.
 
 
  - No, tranquila vuelvo ahora mismo -quería que se hiciera un poco la idea de que estaba a mi merced y que iba a ser sometida por mí.
 
  Fui al cuarto a recoger los juguetes que había seleccionado de la caja, de donde también provenían las esposas.
  Cogí también las pinzas para pezones, una venda y una pluma.
 
  Me dirigí a la cocina y llene un bol con hielo.
 
 
  - ¡Cassius! -grito Aika.
 
  Estupendo se le está agotando la paciencia.
 
 
  - ¿Dónde estabas? -pregunto Aika cuando llegue al baño de su cuarto.
 
  - Buscando algunas cositas que vamos a utilizar -conteste mientras colocaba todo en la encimera del lavamanos.
 
 
  - ¿Qué vas hacer?
 
  - Lo que me dé la gana -respondí.
 
  Aika se corrió hasta el final de la ducha.
 
 
  - Cassius, ¡no!
 
  - Aika, ¡sí! Repetiré tus palabras... me he preguntado como seria someterme a los deseos de un hombre, dejar que tome el control de mi cuerpo.
 
  - Mmm -suspiro ella cuando comencé a retorcerle el pezón seguido de pasarle un cubito de hielo.
 
  Baje la cabeza y me introduje el otro pezón en la boca. Lo mordisquee, primero con suavidad y luego un poco más fuerte. La respiración de Aika se acelero un poco más, mientras yo continuaba con el jugueteo.
 
 
  -Cassius, por favor -Pidió Aika con los ojos serrados.
 
  Le libere el pezón y la mire.
 
 
  - Por favor, ¿qué Aika?
 
  - Más -pidió ella.
 
  Atravesé la habitación para coger una venda.
 
  - ¿Qué estás haciendo?
 
  - Relájate, preciosa- Ya verás lo bien que la pasaras.
 
 
  Empecé a colocarle la venda.
 
  - ¿Qué harás?
 
 
  - Confía en mí.
 
 
  - Yo confío en ti; más de lo que confío en ningún otro hombre.
 
  Me quede paralizado... sentía como mi corazón se paralizaba.
 
  Le acaricie la mejilla con mano.
 
 
  - Gracias.
 
  Aika aparto la cara y hablo:
 
 
  - No tendría que haber dicho nada -la voz le salió en un susurro.
 
 
  Le tome el rostro con mis dos manos.
 
 
  - Eso no es cierto- Sé exactamente como te sientes porque yo me siento igual -la bese en los labios con gran delicadeza- Es como si te conociera de toda la vida- Pondría la mano en el fuego por ti -suspire- y el corazón.
 
 
  - Me encantaría verte la cara -hablo una Aika conmovida.
 
 
  La bese de nuevo.
 
  - Pues está muy bien que no puedas, porque yo creo que no me habría atrevido a decirte lo que acabo de decir si hubiera estado mirándote a los ojos -de inmediato cambie mi tono de voz- Bien y deja de distraerme que tengo cosas que hacer por aquí.
 
  Por Aika:
 
  Espere nerviosa, escuche un ruido extraño, como de cadenas. Sentí como algo me rozaba el pecho y me di cuenta de que Cassius estaba colocándome unas pinzas para pezones. Lo hizo de una forma que aunque note el pequeño pellizco, no fue como si cerraba de golpe. Me retorcí por la presión que ejercía aquel aparato sobre mi pezón.
 
 
  - ¿Tan estupendo es? -quiso saber el mientras hacia el mismo procedimiento en mi otro pecho.
 
 
  - Si -suspire.
 
 
  - Muy bien- Quiero que abras las piernas tanto como puedas -aunque trate de seguir las instrucciones las esposas me impedían o mejor dicho me limitaban la capacidad de movimiento- Así está bien -dijo satisfecho mientras me acariciaba las caderas- Eso es.
 
 
  ¿Así está bien? ¿Para qué? ¿Qué es lo que piensa hacer?
 
  Aunque el primer contacto con el hielo frio en el seno derecho me sobresaltó, pronto me relaje en cuanto reconocí el cubito, que Cassius arrastro hasta conseguir que también hiciera contacto con la pinza, de modo que el metal bajo enseguida de temperatura.
 
 
  - Cassius -gemí.
 
 
  El no respondió, pero retiro el hielo. Acto seguido note el tacto ligero de una pluma. La suavidad de la caricia eliminó todo dolor. Las sensaciones físicas en la piel eran impresionantes.
 
 
  - Pareces una diosa- Con la piel tan suave, tan blanca- No deberías taparte nunca- Hablo Cassius.
 
 
  - Cassius ya no aguanto más.
 
  - Dime Aika, ¿Qué es lo que quieres?
 
 
  - A ti dentro de mí ahora.
 
 
  No respondió... de pronto sentí como era tomada de la piernas.
 
 
  - Joder -jadee cuando me penetro con una fuerza bestial.
 
  - Eso hago -gruño Cassius.
 
  Empezó a embestirme cada vez más fuerte... sentía que en cualquier momento me rompería a la mitad.
 
 
  Estaba cerca de mi liberación y Cassius lo sabía, por lo que empezó a embestirme con más rapidez. Hasta que sucedió me corrí junto con él, ambos gritando nuestros nombres.
 
 
  - Tengo que admitir que me ha encantado -dije cuando él empezó a retirar las esposas de mis manos.
 
 
  - A mí también me ha encantado.
 
  - Cassius que no se te olvide que he confiado en ti todo el tiempo- Así que cuando yo te lo pida tendrás que hacer lo mismo.
 
 
  El levanto las manos en actitud de defensa.
 
  - Por supuesto cuando quieras princesa.
 
 
  Cuando salí del baño, nuevamente duchada y sin ningún indicio de lo que había sucedido minutos antes... me cambie la bata de baño por una cómoda playera y un short.
 
 
  - Señorita -Killian estaba tocando la puerta del cuarto- El almuerzo ya está servido, prepare carbonada.
 
 
  - Killian enseguida bajo -hable terminando de desenredar mi pelo.
 
 
  Apresure a Cassius y enseguida bajamos al comedor. Al entrar el delicioso olor inundo mis fosas nasales.
 
 
  - Debo reconocer que es un gran chef ese tal Killian -hablo Cassius con la boca repleta de comida.
 
 
  - Si, verdad -dije llevando una cucharada de tan delicioso almuerzo.
 
 
  Al terminar de almorzar nos dirigimos a la sala de estar no sin antes agradecerle a mi maravilloso chef por tan estupendo almuerzo.
 
  En el momento exacto que me iba a sentar en el sofá Cassius me tomo por la cintura haciendo que quedara sentada encima de sus piernas. Me rodeo con los brazos y empezó a mordisquear una parte de mi cuello.
 
  - ¿Qué quieres hacer ahora? -pregunto él.
 
  Note enseguida como su pene iba endureciéndose contra mis nalgas. Para ese entonces ya tenía un plan.
 
 
  - Sabes que quiero hacer...ir a dar un paseo por el jardín botánico que queda cerca de aquí.
 
 
  Pude percatar la cara de desilusión de Cassius, que pregunto sin poder creer.
 
 
  - ¿Quieres que vayamos a ver florecitas?
 
  Me giro de forma que quedara de frente a él y tuve que bajar la cabeza para que no se percatara de la sonrisita picara que tenía en estos momentos.
 
 
  - La verdad es que es un poco difícil seguirte el paso y estoy un poco dolorida- Creo que necesito un descanso.
 
  - Y yo que acabo de coger más preservativos -hablo mientras esbozaba una sonrisa sexy.
 
  Levante la cabeza tratando de aguantar la risa.
 
  - En fin, lo entiendo, vayamos a dar ese paseo -termino de hablar disimulando un poco se decepción.
 
  Subimos a la habitación y nos cambiamos de ropa. Seguimos hablando mientras salíamos de la casa, al llegar al auto me abrió la puerta del copiloto ya que el iría manejando.
 
  Al llegar Cassius aparco el coche y nos bajamos. Antes de cruzar la entrada del jardín pagamos y después continuamos. Este jardín era el favorito de papá le gustaba tanto por los enormes arboles y la fragancia de las flores que se dispersaba por todo el lugar.
 
 
  - Vamos -le dije tomando lo de la mano.
 
 
  Me gusto de este hermoso hombre que no parecía estar molesto por el sorprendente cambio de planes que era el pasear por un jardín; no como mi ex que siempre que íbamos a un lugar que no le gustaba amarraba una cara de los mil demonios.
 
 
  Tal como lo recordaba en esta zona no había casi nadie. Aunque nos cruzamos con un par de parejas de anciano.
 
 
  - Este es el sitio perfecto -afirme.
 
  - ¿Para qué? -quiso saber el, que estaba acariciando el pétalo de una flor.
 
 
  - Para hacer realidad tu fantasía.
 
 
  Cassius volteo con rapidez la cabeza para mirarme.
 
 
  - ¿Cómo dices?
 
  Le señale el banco que se encontraba tras de mí y le ordene:
 
  - Que te sientes y te bajes los pantalones junto con la cremallera... o tengo que hacerlo yo misma.
 
 
  El me miro sin poder creerlo.
 
 
  - ¿Estás loca? Aquí puede vernos todo el mundo.
 
  Reí sin poder evitarlo.
 
  - No antes de que lo hayamos visto nosotros- Los arbustos que hay al lado del camino nos tapan la parte de abajo del cuerpo y desde donde tu estas puedes ver a cualquier persona que se acerque.
 
  Cassius se mojo los labios. Deduje enseguida que la idea lo excitaba, ya se le notaba el vuelto en los pantalones.
 
 
  - ¿Tendrán prismáticos en aquellos barcos? -Se pregunto el mirando hacia el lago.
 
  - Seguramente -asentí- pero ¿qué más da? Están demasiado lejos para hacer algo más que disfrutar mirándonos.
 
  Sé que mi actitud y mis palabras lo convencieron. Se dispuso a desabrocharse el cinturón y bajarse la cremallera.
 
  - Habrá que hacerlo rápido.
 
  - ¿Por qué no te los bajas hasta las rodillas? -indique- así no estorbaran ni los mancharemos.
 
  Absolutamente dispuesto, el se bajo los pantalones por las caderas, se sentó en el banco y se saco la polla de los bóxers. Luego extrajo un preservativo del bolsillo.
 
  Yo como me había puesto un vestido lo único que tuve que hacer fue sacarme las bragas para que Cassius las guardara en su bolsillo.
 
 
  Me subí a horcajadas sobre Cassius y coloque las rodillas a la altura de mis caderas. Baje la mano hasta los muslos y le ayude a dirigir el pene hacia mi deseoso sexo.
 
  Me penetro deslizándose en la humedad de mi vagina. Ambos gemimos de placer. Para disfrutar de todas las sensaciones me incline sobre el regazo de Cassius y este me agarro para no perder el equilibrio.
 
 
  - Vamos, princesa, móntame- Móntame fuerte.
 
  Me hice enseguida con el ritmo, montándolo fuerte como le gustaba.
 
 
  - ¿Estás vigilando el camino? -quise asegurarme.
 
  - Si -me tranquilizo.
 
 
  Me baje el vestido dejando al descubierto mis senos.
 
 
  - Muérdelos -le pedí.
 
  Así lo hizo. No estaba siendo delicado en la forma en que me estaba torturando el pezón derecho, pero su forma brusca me encantaba.
 
  Quería hacerlo salvaje y descontroladamente.
 
 
  - ¿Estás lista? -pregunto cuándo soltó mi pezón.
 
 
  - Si -le respondí en un jadeo.
 
 
  Se descontrolo, murmuro algo que no llegue a entender. Empezó a mover las caderas con fuerza para penetrarme profundamente, hasta estallar en un grito de placer mientras se corría.
 
 
  Me detuve a pensar un segundo: "Van a oírnos", sin embargo, el orgasmo me invadió y se me olvido absolutamente todo. Las fuerzas de las convulsiones hicieron que el banco sonara.
 
  Una vez que acabamos, ambos nos desplomamos uno sobre el cuerpo del otro, como si fuéramos unos muñecos.
 
 
  Me cubrí al recuperarme y me vi preguntándome, por primera vez, si sería posible que alguien me estallara el corazón al follar. Me latía el corazón como una tumbadora y la pregunta me resulto apropiada.
 
 
  De repente Cassius me susurro:
 
 
  - Viene alguien.
 
 
  Me incorpore tan rápido que me tambalee y estuve a punto de caerme. Mire a los alrededores hasta que mi vista dio con una pareja de ancianos que paseaban tranquilamente. Cuando me di vuelta Cassius ya se estaba subiendo los pantalanes.
 
 
  - Vamos, apresúrate y ponte de pie, yo te tapo -dije acercándome a él.
  Cassius se subió la cremallera mientras yo lo cubría. Cuando la pareja de ancianos llego al lugar donde nos encontrábamos ambos estábamos disfrutando inocentemente de las vistas, la única prueba del buen polvo era el penetrante olor a sexo que aún se respiraba en el lugar.
 
  Yo solo rece para que esa pareja no notara nada.
 
  - Buenas tardes -saludo el anciano.
 
 
  - Buenas tardes -respondimos al unísono.
 
  La pareja se alejaba del lugar y yo me había empezado a relajar cuando de pronto la señora se volteo y nos guiño el ojo. Al darme la vuelta para mirar a Cassius este estaba con una sonrisa de oreja a oreja, aquello hizo que a mí me entrara una risa irremediable y ya estábamos los dos riéndonos a carcajadas.
 
  - Gracias -me dijo.
 
 
  - Gracias a ti -respondí.
 
 
  - No, es de verdad -insistió el- es uno de los mejores regalos que me han hecho en la vida- Tenía que decírtelo -me beso- nunca lo olvidaré.
 



  

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