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Fanfic ragoney basado en el universo de 911: lone star.

Eso significa que habrá escenas que sean exactamente iguales a la serie, otras que se parezcan pero les haya dado mi toque, otras eliminadas y muchas escenas nuevas. El personaje de Michelle no aparece, la jefa paramédica será directamente Tommy: Mamen. Tampoco aparece Iris :')

El fic fue escrito por completo antes de que saliera la cuarta temporada, cualquier cosa que haya pasado sería coincidencia, salvo que decida meterlo en el último momento.

Trigger warnings: se describen situaciones de emergencias, en muchas de ellas con heridas, sangre, muerte...; también es posible la muerte de personajes principales o secundarios. Sobredosis, adicción a drogas, temas de depresión y estrés post-traumático


—112, ¿en qué puedo ayudarle?

—¡Hay fuego, fuego por todas partes!

Kibo se ajusta uno de los cascos, sentándose correctamente y apoyando la cabeza por completo sobre una de sus manos tatuadas. En apenas unos segundos tiene abierto el documento para apuntar la información que necesita, pero ya está contactando con el centro de bomberos.

—Necesito que se calme, por favor, señor. —Adopta su tono más profesional, dando vueltas a un bolígrafo—. Dígame, ¿tiene una dirección?

—¡Sí, en mi granero! —espeta, bastante mosqueado—. ¡Me fui cinco minutos, Leonardo, cinco minutos y está ardiendo mi granja entera!

Coge toda la paciencia que ha acumulado en unos cuantos años de servicio mientras se rasca su pelo rapado. A estas alturas, es todo un experto en la psicología que supone trabajar escuchando las emergencias de todo el mundo.

—Señor, una dirección. Necesito un lugar al que mandar a los bomberos.

—Sí, Carril de las Flores, a las afueras de la ciudad, no tendrá pérdida, se lo aseguro. —Kibo teclea con rapidez.

—¿Puede decirme su nombre?

—Martín Ballesta, pero si necesitan un culpable de semejante negligencia les mando a mi hijo Leo. —Escucha un golpe y una queja ahogada—. Pedazo de inútil.

Kibo ni siquiera se molesta en discutirle nada. Los bomberos están en camino.

Dicho y hecho, las sirenas se escuchan por toda la ciudad. Hasta dos estaciones de bomberos acaban desplazándose hacia ese carril en plena huerta de Murcia, aunque el segundo camión se marcha tras comprobar que está todo bajo control.

—Merino —habla el capitán, secándose el sudor de la frente—, necesitamos más agua, ve a la boca de incendios.

El bombero se gira y no tarda en verla, al otro lado del carril. Está demasiado lejos como para que las mangueras alcancen.

—Señor, no sé si...

—Es una orden, empiece a estirar. Parecía que sí, pero no remite y no podemos dejar que el incendio se expanda más allá del granero.

Bufa, pero asiente. No se permite cuestionar dos veces seguidas las órdenes de su capitán, va por encima de todo.

Con la manguera al hombro, comienza a correr los metros que lo separan de la boca de incendios. El alivio lo invade cuando no estira de forma poco natural al acercarse, así que desenrosca la tapa y coloca la manguera.

Hace un gesto de manos que sus compañeros interpretan positivamente. En unos segundos, un gran chorro de agua sale disparado contra la ventana por la que continúa saliendo fuego. Se escuchan vítores, celebraciones, juegan un poco con la manguera, sin dejar de apuntar en ningún momento al foco del incendio.

En el improbable caso de una emergencia-RAGONEYOù les histoires vivent. Découvrez maintenant