Capítulo 16. Soldado abatido

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Gaile tenía la mirada fija en su adversario, dando pasos medidos fue rodeándole hasta quedar a su derecha; fue entonces cuando, tras coger impulso, se lanzó al ataque. La joven lanzó una patada baja a la rodilla de su oponente, pero este la esquivó fácilmente dando un paso atrás. Gaile quedó en una posición vulnerable. Un puño del tamaño de una bala de cañón avanzó hacia ella, y por poco no alcanzó su objetivo en su cabeza. La joven volvió a coger distancia con respecto a su rival y, analizando de nuevo la situación comenzó a preparar una nueva estrategia. Pero su oponente no iba a ponérselo tan fácil, y avanzó para presionarla. Lanzó una patada al frente que podría haber partido un árbol, pero Gaile la esquivó con gracilidad haciéndose a un lado y contraatacó una patada alta a las costillas de su adversario; éste no pudo esquivarla, pero trató de absorber el impacto para evitar daños mayores, sujetando el pie de Gaile entre su brazo y su costado la lanzó al suelo y la sujetó contra la lona del ring improvisado que habían montado en la nave que les servía como base.

— Sigues pensando demasiado — dijo Ruslan liberando su presa sobre la pierna de Gaile. — Tardas demasiado en actuar y acabas teniendo que reaccionar a tu oponente, en lugar de llevar la iniciativa del combate.

— Es difícil decidir por donde acometer a alguien tan grande como tú Ruslan — se quejó Gaile. — Con Connie no tengo tantos problemas, pero tú eres gigantesco, es imposible que llegue a puntos como tu cabeza o cuello.

— Por eso te dije que para enfrentarte a oponentes más grandes que tú tienes que aprovechar su fuerza en su contra. En lugar de lanzarte a dar golpes deberías tratar de usar lanzamientos para desestabilizarme y hacer que me vaya al suelo, donde por fin tendrías ventaja.

— Es fácil de decir — Gaile hizo un mohín con enfado fingido. — Tú nunca te contienes por lo que tengo que esquivar o saldría volando por los aires.

— Te dije que te entrenaría — replicó su amigo. — ¿Qué bien te haría si te dejase ganar? Estaría siendo negligente.

Gaile se sentó en el suelo, aún con cara de frustración. Nunca conseguía acertarle un golpe efectivo a Ruslan. A pesar de su tamaño el exmilitar era muy rápido. Ruslan dejó caer una toalla sobre la cabizbaja coronilla de Gaile, que miró hacia arriba con una sonrisa de agradecimiento. Ruslan con otra toalla sobre el hombro izquierdo avanzó hacia el perchero del que colgaban sus camisas. Gaile se quedó pensativa otra vez al ver el torso y brazo izquierdo de Ruslan, llenos de cicatrices. Y pasando su mano por el surco que marcaba su propio rostro, se decidió a preguntar.

— Ruslan, ¿tuviste miedo cuando perdiste el brazo?

Su gigantesco acompañante se quedó paralizado mientras se vestía, dejando sin abotonar la camisa.

— Mentiría si dijese que no — confesó. — Pero es normal tener miedo en ciertas situaciones.

— Pero, ¿tenías más miedo de perderlo o de lo que pensasen los demás al verlo? — le interrogó Gaile.

— Gaile, no es propio de ti hacer tantas preguntas — dijo Ruslan preocupado. — ¿Ha ocurrido algo?

— He visto que mi hermano tiene una mirada culpable cada vez que me mira a la cara, parece que piensa que esta cicatriz es culpa suya — comentó Gaile mientras volvía a pasar su dedo índice por la marca en el lado izquierdo de su rostro.

— Es normal que nos afecte que aquellos que nos importan salgan malparados, sobre todo si uno mismo es en parte el motivo.

— Piensas lo mismo cuando miras la pierna autolimb de Connie, ¿verdad?

Ruslan mantuvo un profundo silencio, mucho más elocuente que cualquier respuesta. Se volvió a mirar a Gaile.

— Todos debemos hacernos responsables de nuestras acciones, y de las consecuencias de éstas — afirmó con rotundidad Ruslan. — En el caso de Connie, tanto ella como yo somos responsables; yo por guiarla, y ella por seguirme. Pero como he dicho cada uno ha de responsabilizarse de sus actos, por lo que, aunque me digan que no fue culpa mía, no puedo hacer como si no hubiese tenido que ver en ello. Supongo que tu hermano siente algo parecido.

El Heredero de los Drake - Crónicas de los Drake Vol. 1Where stories live. Discover now