Noticia que no se espera es como una oferta cuando ya estabas dispuesto a pagar

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John no podía mirar a Celia por mucho tiempo sin que unas ganas terribles de descargar su frustración con algo lo inundará, pero debía tranquilizarse, nunca había visto a Celia tan pérdida y desesperada como en esos momentos, estaba acostumbrado a verla con sus ojeras y esa debilidad que en ocaciones aparecía, especialmente cuando no se alimentaba bien, pero su aspecto ahora en esos momentos era terrible; tenia morados en varias partes de la cara y brazos, y sus muñecas estaban hechas un desastre.

Quería llegar a una clinica y que algún médico pudiera revisarla muy bien y verificar que pudiera recuperarse, esa era su prioridad ahora, luego movería cielo y tierra para saber que y quien había hecho eso con su esposa y con que motivo, Jesus insistia en que Daniel estaba tras todo aquello y John lo secundada en su opinión, pero por ahora se dedicaría en cuerpo y alma y velar por la salud de Celia.

- Señor hay una tranca, lo siento - Jesus se disculpaba por no poder ir más aprisa, John atrajo la cabeza de Celia con cuidado y beso su cabello, seguia profundamente dormida, respiraba bien y eso lo relajaba un poco - en un kilómetro hay un desvío y podemos llegar por la parte tracera de la clínica.

- Tómalo, voy a dar aviso para que se trasladen hasta allí a esperarnos - tomó su celular y vio que tenía un correo, no tenía tiempo para revisarlo ahora así que lo descartó y marco el teléfono que Ronald le habia facilitado de la clínica, atendieron al segundo tono y les explicó la situación, en menos de 10 minutos estaban entrando en la clínica con Celia en una camilla, John alcanzó a ver como cortaban su ropa y se abrían paso entre las puertas para poder analizarla, cerró sus ojos rogando a los cielos porque no tuviera nada grave y que, terca cual era, pudiera recuperarse rápidamente.

Jesús se acercó a él con un te en la mano, pensó en rechazarlo pero se lo tomó de un trago, dudaba mucho que pudiera tranquilizarlo, pero por lo menos lo habría intentado.

- Señor, se que no es el mejor momento pero insisto en que debería llamar a la policia, les pedí un poco de tiempo pero necesitamos saber si saben algo de los tipos que se escaparon - John suspiró mirando en dirección al pasillo por donde segundos antes se habían llevado a su esposa.

- Dile a Ronald que le diga a los abogados que se encargen - Jesus puso mala cara - no puedo hacerlo ahorita estoy tratando de contenerme un poco, solo hasta saber que Celia estarán bien, verla en ese estado me hace querer matar a alguien - extendió los dedos y lo flexionó otra vez conciente de que al mínimo descuido su precaria paciencia se evaporaria.

- Señor si me permite puedo hacerlo yo - John asintió y Jesus llamó con el gesto a los muchachos que siempre les seguían, se alejó con ellos y luego se acercó nuevamente a él - solo me tardaré unos minutos, espero que la señora se recupere pronto.

- ¿a ti ya te revisaron? - Jesus se encogió en hombros.

- Tome un analgésico - John le iba a pedir que pidiera que lo revisarán, pero Jesus salio de la sala apresurado.

John volvió a concentrarse en la puerta a sus espaldas y siguió esperando noticias de su esposa.

Vio su reloj, ya habían pasado 20 minutos y nadie salia a decirle nada, estaba cada vez más alterado, ya se habían tomado cinco té y nada le ayudaba a mantenerse en un sitio, necesitaba ver a Celia, abrazarla, le molestaba tanto que fuera tan escurridiza, antes era porque le huía, ahora era porque siempre tenia una escusa para reñirle, su cuerpo volvió a sentir el vacío cuando busco con su celular la ubicación y el aparato le informó que el dispositivo estaba apagado, lo había aventado al piso con tanta fuerza que se habia quedado sin teléfono, sus sospechas de que ella misma lo hubiese apagado se despejaron cuando revisó su pantalon y lo halló allí, apagado, cuando estuviese completamente recuperada porque sabía que lo estaría, tendría que encontrar la manera de que Celia entendiera que debía dejar de jugar con fuego, de tentar su suerte, era tan difícil entender que ya no iba por su cuenta.

Lecciones de AmorWhere stories live. Discover now