XIV. La playa de Ipanema

1.7K 184 73
                                    

.•          ☆  .       .            .             .       . ★       •       .

.      .     •          .     ✧     •             .        .                       .

•           .      .            ☆  •          .            .          •           •

. .  ✧     .         •   .          .         •    .            . •   .                               . • .★

Brasil - Rio de Janeiro
══════════════════


—Solo debemos tomar este tren y luego llegaremos a la cima.

—Vale.

Kageyama y Hinata se levantaron muy temprano para su aventura de aquel día. Como era usual, Hinata recogió a Kageyama de su hotel, fueron en un taxi hasta la entrada del parque donde estaba la maravilla del mundo e hicieron un fila interminable, a pesar de haber madrugado.

Pero había algo diferente aquel día, y es que Kageyama tenía muchas emociones mixtas dentro de él.

Pero se decidió a seguir el consejo de su hermana, y en concreto, su misión ese día era averiguar si Hinata le gustaba realmente.

—¡Aquí hay lugar! Vamos Kageyama, siéntate a mi lado.— Hinata palmeó el asiento y a pesar de tener cara de resaca y sueño, su sonrisa estaba intacta.

Kageyama palideció ante la idea de sentarse tan juntos.

Suspiró y ambos se sentaron cerca a una ventana. Pronto el vehículo se llenó de personas y partieron en dirección al Cristo Redentor.

Hinata sacó en silencio unos audífonos y los conectó a su celular. Seleccionó una canción al azar y se giró hacia Kageyama.

—¿Quieres escuchar algo? Vamos a estar un buen rato aqui, como una media hora.

Kageyama asintió vacilando y tomó el auricular. Estuvieron un rato escuchando la canción Mais que Nada de Sergio Mendes. Ambos moviendo un poco la cabeza al ritmo de la música sin dirigirse la palabra, hasta que llegaron a la mitad del recorrido y Hinata tocó gentilmente el hombro de Kageyama, haciendo que este se sobresalte un poco.

—Kageyamaaa~

Tobio sintió un escalofrío por su nuca. No puedo evitar girarse y encontrar unos ojos caramelo muy cerca de él.

—¿Qué quieres?

—¿Me puedes prestar tu hombro? Quiero tomar una siesta.

El rostro adormilado de Hinata era demasiado adorable para Kageyama. Sus ojos achinados, su cabello revuelto y sus labios rosados implorando el pedido. Aunque tenía aspecto obvio de amanecida, Kageyama no pudo evitar creer que se veía lindo.

Y su mente maldijo por creer eso.

—Ya qué.— dijo el menor rodando los ojos.

Hinata celebró y procedió a cerrar sus ojos para acomodarse en el hombro del colocador.

Lo que Kageyama no esperaba era la traición de su cuerpo. Su corazón latía tanto que retumbaba en sus sienes, el sudor bajaba por su frente y al escuchar pequeños ronquidos ajenos, se obligó a no moverse ni un centímetro para no interrumpir su sueño.

LLORA, ME LLAMA [KAGEHINA]Where stories live. Discover now