—Estamos en asuntos laborales importantes, hijo mío, así que llámame Forte Ignito —respondió con una sonrisa marcada, ajustándose el antifaz que se le estaba por caer del rostro —Fer me habló sobre tu última misión y supe que sería una idea prometedora el ofrecerte algo mejor para tu futuro.

—¿Es algo sobre la sucesión?

—Exacto, hijo mío. Te estuve esperando por un par de tratados que debí firmar para vos y necesito tu confirmación final. Es para asegurarme de que nadie descuidará tu reputación y que asistirás al evento de las fábricas que organizará tu jefe sin ninguna falta.

Fernando asintió con la cabeza, sentándose de manera tosca en los aposentos debido a la vejez que le impedía caminar con equilibrio. Después de él, tanto Igni como su padre se acomodaron en sus respectivos espacios, este último sacando una caja donde tenía dos documentos impresos.

—Una pregunta, ¿por qué firmaste para mí? ¿querías que yo fuera a esta misión? —preguntó después de saber que no había sido decisión suya de que no reclutaran para el acuerdo acerca de la expropiación de los poderosos recursos que rondaban en la Capital —Es injusto.

—Mira, Igni de mi corazón —Leandro pronunció, moviendo el documento hacia la dirección de su hijo —Es un deber que tengas que seguir la tradición de los Guardianes y este acto lo valdrá. Ambos no vamos a quitarnos de encima al Gobierno, la única manera de preservar la paz... Es obedecer. Honrar. Respetarlos.

—Esta carta seguro que debe tener en cuenta los puntos importantes de lo que hablas —murmuró para sí mismo.

—Bien dicho, hijo mío —respondió con una sonrisa —Solo léelo y decidí lo que sea mejor, pero toma en cuenta no solo tus propios ideales, sino a los ciudadanos que confían en los Guardianes y en tu disposición como uno.

Obedeciendo, Igni agarró la carta, la abrió con cuidado, y tan pronto como pudo, echó una leída rápida. Pero a tan pocas palabras de finalizar la lectura, lo arrojó sobre la mesa con un resoplido leve. No era un anuncio de un tratado muy largo, pero las palabras escritas allí le causaban suficiente rechazo como para no ansiar una firma:

"Archivo de los Guardianes de la Ascensión, Sede Principal.

Estimado Igni, responsable de los nuevos Guardianes:

Me es de suma importancia avisar que, como Forte Ignito, renuncié por fuerzas mayores en la Sede. Si bien es verdad que los últimos incidentes sociales fueron difíciles de manejar, no voy a entender el cómo no tuviste la oportunidad de aprovechar y ayudar a tu equipo en vez de liberar una joven sospechosa que posee una habilidad calificada de medio riesgo.

Al tratarse de mi renuncia y de que formas parte de mi familia, te aseguraré un puesto como nuevo representante de la nueva Cuarta Generación para mejorar y así acceder a un decreto sobre los recursos que pronto escasearán en la ciudad. Para confirmar tu nuevo trabajo, primero deberás firmar este documento y asistir a Plaza de la Revolución en uno de los dos días hábiles posterior al inicio y fin de un pronto evento nacional en preparación.

Con atención, Forte Ignito"

Tras leer el documento que le envió su padre, Igni se quedó en una postura estoica, con el bolígrafo temblando en vaivenes sobre la punta de la hoja en la que se encontraba la casilla vacía, justo donde debía rellenar con su propio nombre.

«Me pregunto por qué soy el único que puede ver la realidad, más allá de una simple creencia, ¿estaré equivocado? ¿fue aceptar el trato un error? No lo sé. Quizás valga la pena equivocarse» él pensó en silencio.

Guardianes de la AscensiónWhere stories live. Discover now