Chapter 3

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White Shadows del ábum X&Y hacía resonar el vehículo del caucásico chico de ojos marrón. Conducía a tempranas horas de la mañana en busca de despejar su mente... Parecía darle resultados, en parte, gracias a tan gratificante tema de la banda británica y sensación del momento Coldplay. Pese a la magnitud del sonido que habitaba en aquél automóvil no fue consciente de que una figura se aproximaba a su paradero, o en retrospectiva, era él quien se aproximaba, a gran velocidad además, hacia aquella desdibujada silueta. Cuando por fin vislumbró dicho sujeto, frenó en seco, haciendo rechinar los neumáticos. Se encontraba tan cerca que pudo haberle atropellado.

—¡OYE, CUIDADO! —quiso advertir, pese a lo resbaladizo que parecía ser su coche, que aún habiendo frenado, deslizó hasta rozar a aquella persona. Daniel bufó. ¿Qué rayos le sucede?, pensó para sus adentros.

Dicha persona volteó a verlo espantada, guardando sus audífonos. Él se bajó aproximándose, la anteriormente distorsionada persona actualmente lucía más nítida que sus propios pensamientos...

—¿Has perdido la cabeza? ¿Te quieres suicidar o qué te pasa?

Negó repetidas veces intentando decir algo. Qué extraño, yo estaba preparado psicológicamente para una batalla verbal, se dijo a sí mismo.

—¿Qué haces aquí?

—¿A-a qué te refieres?

La miró extrañado. ¿Acaso se había perdido algún episodio de la película?

—¿Qué mosca te picó, Caitlin?

—¿Caitlin?

¿Esto es una jodida broma? Porque juro que no es graciosa...

—No tengo tiempo para esto. —dijo entrando al auto. Ella se quedó ahí parada, taciturna.

—¿Vienes? —tuvo que preguntar.

—¿A dónde? —demandó ella al instante.

Daniel la miró aturdido. —Te llevaré a tu casa. —explicó inherente a la idea de que accediera a subirse de una vez por todas. La chica tragó grueso cruzándose de brazos. Daba la impresión de que no se fiaba de él, lo cual entendió en un principio pero, creyó que ya habían superado esa barrera. Es decir, ya le había acercado antes a casa, ya había incluso entrado, sin su consentimiento, en esta... Y ella parecía haberlo llevado bien. No obstante, esta versión tan distraída y desconfiada de Caitlin le hacía enfurecer... Siempre fue consciente de que no poseía una enorme paciencia, pero incluso el más paciente en este caso probablemente se daría por vencido.

—Vamos. No como, solo muerdo. —guiñándole el ojo, se inclinó hacia la puerta del copiloto para abrirla—. Y tú ya has estado en este auto.

Ella se abrazó por un segundo más, mordiendo su labio inferior, insegura; suponía él. Tras un instante de reflexión, transigió a subir al vehículo.

—¿Sabes dónde vivo? —cuestionó con recelo.

—No. —volteó a mirarla. —Imagino que tú sí.

Simuló una sonrisa y miró al frente.

—¿Y? —demandó Daniel.

—¿Qué? —preguntó ella sin más.

—¿Hoy tampoco hablarás?

—¿Debería?

—Escucha, sé que estás molesta por lo que ocurrió... —negó relamiendo sus labios—. Melissa es bastante insoportable...

—¿Melissa?

Bufó. —Sé que te habló, y que básicamente te dio a entender que somos... —alargó, intentando hallar una definición para aquella dañina relación. Sopló ligeramente para acto seguido hablar—. Pero nosotros no-

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