Capítulo 30| Llenos de secretos

156 21 21
                                    

Cuando te das cuenta de que las cosas no son como te las planteas todo se viene abajo, se desmorona con tal facilidad como una pirámide de naipes con un pequeño soplo, las esperanzas se rompen como un frágil cristal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando te das cuenta de que las cosas no son como te las planteas todo se viene abajo, se desmorona con tal facilidad como una pirámide de naipes con un pequeño soplo, las esperanzas se rompen como un frágil cristal. Me veo como una criatura deleznable, me recrimino a mí misma por ser tan estúpida durante todo este tiempo.

No hice más que llegar a casa y encerrarme en mi habitación pese a la insistencia de mi familia, no le conté nada a mis amigas, ni a Leandro ni a mi madre. Sentía como se me oprimía el pecho y como algunos sollozos, incontrolables, se escapaban de mis labios, pero intentaba hacer el mínimo ruido posible para no alertar a mi familia aunque creo ya lo había hecho.

Mi teléfono no paró de sonar hasta entrada la noche, no tenía ganas de nada, pero después me sentí peor por llorar, como si eso fuera a enmendar algo. Como si eso fuera a ayudarme a encontrar alguna razón.

Solo decidí confiar en que el destino me enviaba una señal para que cambiara, que me enviaba así de fácil a aquella persona que tanto necesitaba en mi vida. Pero caí en el juego como cualquier otra adolescente enamorada.

Me levanté de la cama de mala gana, acercándome a la ventana para abrirla, dejando pasar un poco de aire fresco que golpea contra mi rostro.

Me acerqué a paso lento a mi escritorio, casi como si todo mi cuerpo pesara. Tomé mi teléfono y lo encendí a regañadientes, hastiada de todo.

La mayoría de mensajes eran de mis amigas, uno que otro de Abdiel y claro, el número desconocido. Pero había algo que me molestaba, algo que me dolía más de lo que debería y de lo que me gustaría admitir.

No podía bloquearlo, simplemente me dolía por alguna razón cortar toda relación con Logan o, mejor dicho, con Asher. Era extraño verlo así.

Sabía que esto no acabaría hasta que hablara con él, hasta que lo confrontara, aunque la valentía me faltara.

Entonces decidí revisar aquellos mensajes que tan nervioso dejaron a Abdiel. Ni siquiera sabía si sentirme molesta con él o Leonel por ocultarme esto.

Desconocido:

En la biblioteca cualquier persona podría verlos, incluso quien inicio con todo este cuento.

Mierda. Ese mensaje logró ponerme los pelos de punta, quien sea debió espiarnos cuando hablábamos, por eso el tan repentino cambio de Abdiel. Aunque, el me aseguró que no muchos sabían eso, y aún me faltaba descubrir el porqué de la mentira.

Hubo otro mensaje que me desconcertó, provenía de otro número desconocido, pero con tan solo leer el mensaje supe quién era, así que rápidamente registré el número pese a que mi lado racional me pedía a gritos no hacerlo. Aunque para este punto dejé de escucharlo hace mucho tiempo.

Leonel:

¿Podemos hablar?

¿Hablar? Si eso respondía a mis dudas supongo que sí. Dentro de todo esto olvidé que para estas horas Leonel ya estaría en su casa, debía sentirse bien y a mí ya no me molestaba saber quién le pasó mi número.

Un chico fuera de este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora