Capítulo 7| Un favor inesperado

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El sudor que cae por mi frente es demasiado, gota tras gota cada una las cuales se resbalan con tal facilidad por mi rostro, hasta que terminaban cayendo al pasto de la cancha, donde en este instante me encontraba corriendo alrededor de ella siend...

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El sudor que cae por mi frente es demasiado, gota tras gota cada una las cuales se resbalan con tal facilidad por mi rostro, hasta que terminaban cayendo al pasto de la cancha, donde en este instante me encontraba corriendo alrededor de ella siendo órdenes del profesor.

No me dejó quedarme en las gradas.

Al parecer se cansó de mis tontas excusas para evitar la clase a como diera lugar, eso había sido suficiente para ser el origen de las burlas de Abdiel quien corría a mi lado.

No hace falta decir que el deporte no es lo mío, de las cinco vueltas yo apenas iba por la primera y ya me había cansado, cabe aclarar que Abdiel decidió acompañarme porque según él quería estar cerca cuando me cayera cara contra el piso.

—Si te sigues riendo el que caerá cara contra el piso, serás tú —le advierto amenazante entre jadeos. Me voy a morir aquí.

—Lo dudo, pero agradece que te estoy esperando —Redujo el paso hasta que se quedó inmóvil en medio del camino.

—Te espero, solo porque te cansaste.

Entre jadeos reduzco el paso apoyándome en mis rodillas. Era momento de aprovechar para darme un corto descanso.

—Vayamos a tomar agua, no quiero que te desmayes en media cancha —Suelta un suspiro fingiendo preocupación.

—No lo haré.

—Parece que te estás muriendo, camina —me obliga a caminar.

—Que considerado, Abdiel —digo sorprendiéndome incluso con mis propias palabras.

—Pase a ser amigo de la espanta chicos, muy bien —Sonríe victorioso.

Alza ambas manos e imita una felicitación, con aquel tan característico tono de burla.

—Retiro lo dicho, eres un tonto.

—Bueno, ya decídete —Mira por encima de sus hombros, soltando de manera fastidiosa las palabras.

Caminamos por las gradas en silencio, él acomodaba su cabello cual fuego. Abdiel tenía un llamativo cabello pelirrojo el cual no pasaba desapercibido. La verdad los momentos hablábamos en clases eran pocas, y las probabilidades de que no termináramos en una estúpida pelea eran nulas.

Me acerco a las gradas, la madera se encontraba pintada de blanco, la pintura se veía reciente y no podría decir que se encontraban descuidadas porque no era así.

Tomo la botella de agua entre mis manos, cerrando mis dedos alrededor de ella y con la otra retirando la tapa dándole vueltas a esta.

—Estás llena de sudor —señala de repente con desagrado.

—Pues perdón, señor. No sabía que eso molestara —refunfuñé mirándolo mal—. No creo haberlo deseado.

—No me digas señor, señora.

Un chico fuera de este mundoWhere stories live. Discover now