Capítulo 9| Indecisión

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Las palabras se niegan a salir de mi boca ya que realmente no sé qué decir

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Las palabras se niegan a salir de mi boca ya que realmente no sé qué decir. Algo dentro de mí lo sabía, pero otra parte quería negarse a todos los indicios, no quería creer que esas eran sus intenciones.

La casa está sumamente silenciosa, mi papá aún no llegaba del trabajo y mi mamá prepara la cena. No tengo ganas de hacer nada, ni siquiera la tarea.

—¿Sabes dónde está mi sudadera? —La inconfundible voz de Leandro se hizo escuchar, irrumpiendo abruptamente en mi habitación.

—¿No sabes tocar? —pregunto de mala manera.

—Ya deja tu mal humor —Chasquea la lengua—. ¿Qué tan mal te fue con el chico?

—Eres como una de esas viejas metiches —Pateo un par de veces al aire, desordenando la cama con mi pequeño berrinche.

—Ya, deja tus berrinches.

Las escasas gotas se convierten en una lluvia más densa, lo único que llega a mis oídos es el sonido de las gotas al caer, con las notables nubes grises sobre el cielo cubriendo el sol. La ventana permaneció abierta desde que Logan había abandonado la habitación.

Lo que menos me preocupa en este momento es enfermarme, aunque fuera lo más probable ya que mis pies descalzos tocaron el suelo una vez me senté en la orilla de la cama.

—Te vas a enfermar, debes cerrar la ventana —me reprende autoritario, cerrando la ventana.

—No buscabas tu sudadera? —ignoro sus palabras, preguntando impaciente para que pronto se vaya.

—Sí, pero tienes una cara de culo —Tuerce la boca, dejándose caer en mi cama detrás de mí—. Así que cuéntame tus penas, hermanita.

—¿Cuáles penas?

Leandro era un metiche, aunque tratara de ayudar no tardaría en intentar provocarme. Además, ya me dolían incluso las sienes.

—Seguramente el pobre chico se llevó un buen escarmiento contigo —Hace una pequeña pausa, reacomodándose en su lugar—. Tal vez te hizo enojar, o tal vez te comportaste como una abuelita.

Llevo mi mano a su boca en un intento inútil de callarlo. Me mira de mala manera, pero no me sorprende que Leandro intentara provocarme.

El estridente ruido de algo rompiéndose en la planta de abajo llama mi atención, agudizando mi oído para intentar comprender lo que abajo acontece.

—¡Qué asco! —grito retirando mi mano de la boca de Leandro, quien me había mordido y ahora no paraba de carcajearse.

—Tú te lo buscaste

Un chico fuera de este mundoKde žijí příběhy. Začni objevovat