Capítulo 5: El Ciclón en la Granja

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 Alfred y Matthew, dos hermanos gemelos, vivían en medio de las extensas praderas de Kansas con su madre

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 Alfred y Matthew, dos hermanos gemelos, vivían en medio de las extensas praderas de Kansas con su madre. Los tres trabajaban como granjeros. La casa en la que vivían era pequeña, pues solo tenía cuatro paredes. La única habitación que tenía servía de cocina, comedor, estudio, dormitorio y de vez en cuando, como baño. En un rincón había un hueco que servía de refugio en caso de huracanes.

Cuando los gemelos salían al exterior no veían otra cosa que no fuera la extensa pradera, ni un solo árbol resaltaba en el paisaje. El sol era tan fuerte que el pasto ya no era verde, hasta había arruinado la pintura de la casa, que ahora se veían gris y aburrida. Su madre siempre fue seria y nunca sonreía. Por suerte los hermanos se tenían el uno al otro, y siempre encontraban el modo de entretenerse.

Ese día, un fuerte viento se levantó y comenzó a sacudir el pasto. La madre de los gemelos entró en pánico, pues sabía que nada bueno se avecinaba.

— ¡Alfie, Matty, corran al sótano!—gritó preocupada la mujer— ¡Creo que se acerca un ciclón!

Los hermanos se metieron en la casa y abrieron la puerta en el suelo.

—Tu ve primero—le dijo Alfred a su hermano.

El rubio asintió y bajó por la escalera al sótano. Su hermano se dispuso a seguirlo, pero entonces el suelo se sacudió y lo tiró al piso. De pronto se sintió ligero, como si se estuviese elevando. Logró ponerse de pie y fue hasta el hueco en el suelo. Por él logró ver a su hermano, a una gran distancia, gritándole desesperado.

— ¡Alfie!

La casa había quedado en medio del ciclón, y cada vez se elevaba más en el cielo. Ya no podía escuchar los gritos de su hermano debido al viento y se resignó a quedarse quieto a esperar a que, tal vez, el mismo viento lo deposite en el suelo. Entre tanto, se preguntaba a sí mismo "Si tenemos tantos huracanes ¿Por qué hicimos la casa de madera?".

Del cansancio y el aburrimiento, sus ojos se fueron cerrando hasta que quedó profundamente dormido.

Lo que lo despertó fue una fuerte sacudida y un ruidoso golpe. Al levantarse y ver por la ventana notó que ya no se encontraba volando por los cielos. En vez de eso, se encontraba rodeado de un hermoso paisaje verde, que difería bastante del escenario triste de su tierra natal.

"¿Cuán lejos habré viajado?" se preguntó "¡Es como unas vacaciones gratuitas!"

Alegremente, salió de la casa, y lo primero con lo que se cruzó fueron las piernas de una mujer que había sido aplastada por la casa, y casi todo su cuerpo quedó sepultado debajo de ella. Sus pies lucían dos zapatos de un brillante plateado.

—Señora, ¿Se encuentra bien?—le preguntó, obviamente sin obtener respuesta.

Escuchó unos pasos acelerados acercándose cada vez más hacia él. Levantó la vista y se encontró con un grupo de personas del tamaño de un niño, aunque sus rostros delataban una edad más avanzada. Junto a ellos iba una mujer anciana. Alfred se asustó, pues pensó que de seguro vendrían a atacarlo por haber matado a una mujer con su casa. Sin embargo, tan pronto estuvieron enfrente de él, hicieron una reverencia, dejándolo estupefacto.

[Hetalia] Cuento de Luz y SombraWhere stories live. Discover now