Capítulo 4: La Zapatilla de Cristal

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 El príncipe observaba detenidamente el zapato en su mano

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 El príncipe observaba detenidamente el zapato en su mano. Estaba hecho de cristal, y de uno muy resistente aparentemente. Lo que más le llamaba la atención era el tamaño, pues era de un talle muy grande como para pertenecer a una mujer. Estaría justificado si se tratase de una mujer alta pero Daisy era de una estatura promedio.

— ¿Te interrumpo?—escuchó la voz de su hermano.

—Por supuesto que no, Gil.

La situación en el palacio se había vuelto un poco extraña. Su padre estaba saliendo con Rowena, la mujer que había aparecido en la última noche del baile. Por algún motivo, a los hermanos no les terminaba de convencer la idea. Era como si de ella desprendiera un aura extraña, una sensación de incomodidad que su padre no podía captar.

— ¿Has encontrado algo?—preguntó el albino refiriéndose a la investigación sobre el zapato.

—Solo una cosa. Su talle no es común. Tiene unos pies demasiado grandes.

Durante los últimos días habían dado una descripción detallada de la chica y enviaron a varios guardias a que recorran el reino y traigan a chicas que cumplan con ella. El príncipe las había visto en personas y ninguna era aquella que el buscaba. Llegó a pensar que tal vez tenía un disfraz, incluso podría haber sido creado con magia. Ahora ¿Por qué ocultarse? ¿Acaso su familia no le permitiría estar con él? ¿Acaso tendría una madrastra malvada que le había prohibido ir al baile para favorecer a sus propias hijas? No había forma de saberlo.

—Tengo una idea—dijo el de ojos rojos.

— ¿Cuál?

—Tú dijiste que podría haber estado disfrazada, y sus pies no son de un talle normal. Entonces ¿Por qué no vamos a probar la zapatilla en los pies de las mujeres del reino para ver si a alguna le queda?

Ludwig se rio ante la propuesta.

—Como si dos mujeres no pudiesen tener el mismo talle de pie.

—No es imposible, pero eso reduciría la lista de candidatas. De entre esas tal vez seas capaz seas capaz de identificarlas.

No era una mala idea. Ludwig ya había hablado lo suficiente con la chica como para identificar ciertos rasgos de su personalidad.

—Tienes razón, es una buena idea. Pero esta vez quiero ir en persona.

Así que tal como afirmo el príncipe, ambos hermanos salieron a recorrer el reino, probando la zapatilla en todas las mujeres. La noticia corrió por el reino. Varias mujeres intentaban engañarlos, colocándose medias y rellenándolas. El príncipe se percató de esto y obligó a cada mujer que se encontraba a que se quite las medias para probarse el zapato. Luego de varias horas sin resultados, llegaron a una casa que no habían visto antes. Tocaron la puerta y les abrió un hombre de alrededor de cincuenta años.

—Buenos días señor—dijo uno de los guardias— ¿Cuál es su nombre?

—Buenos días. Mi nombre es Romulus Vargas.

[Hetalia] Cuento de Luz y SombraWhere stories live. Discover now