—No te entiendo, no te entiendo —le dijo Derek tratando de calmarlo—. Respira, respira y cuéntame con tranquilidad.


—En ese momento no hubo... no hubo espacio personal, ¿sabes? —susurró, traumado.


Derek miró a Sean y él le explicó todo lo que había pasado el día anterior con Sara.


—¿Y tú? ¿Por qué estás tan emocionado? —le preguntó Derek a Sean y por un momento, Víctor dejó de lado su angustia para prestar atención al deportista.


—Ayer por fin volví a entablar conversación con Karen, sabiendo cien por ciento que era chica —dijo tan alegre, que la misma dicha lo obligó a hacer una considerable pausa entre cada palabra.


—¡Eso es lo mejor que ha sucedido! —exclamó Víctor contagiado de la felicidad y luego, dirigiéndose a Derek, cuestionó, deseando escuchar maravillosas noticias—: ¿Le dijiste? ¿Qué te dijo ella? ¿Le gusto o no le gusto?


Derek se echó para atrás al sentir que tanto Britt como Montenegro se acercaban a él, cómplices en desear saber la respuesta, mirándolo tan penetrantemente que lo hizo sudar frío, pues estaban a punto de robarle a él su espacio personal.


—¡Ah! Hice lo que pude, pero... pero...


—No... No me digas eso, por favor —Las ilusiones de Víctor se vinieron abajo. Era demasiado sufrimiento para él; hizo algo terrible y no tenía buenas noticias. ¿Peor podía irle?


Para Víctor y Derek, el ambiente se volvió tenso y apesadumbrado; el primero al verse succionado por la desdicha y el segundo a causa de su amigo. En contraste completo, Sean se hallaba alegre en su mundo. El receso terminó y las clases continuaron como debían ser.




Derek caminaba por el centro comercial más famoso de la ciudad. Como típica hermana mayor abusadora que era, Ester se lo había llevado a fuerzas a acompañarla de compras; no tuvo el poder para negarse o quedarse en casa. Cuando se lo proponía, Ester podía ser verdaderamente aterradora. No obstante, como ella tardaba más de una hora, sin exagerar, en cada apartamento y negocio, ya fuera ropa, calzado o accesorios, decidió ir a pasear por su cuenta, en tanto ella terminaba de probarse lo que quería.


Caminaba por los extensos pasillos de la construcción, viendo los diferentes establecimientos, pensando que quizás alguno llamara su atención. El lugar era tan concurrido como se esperaría, por lo que debía ser cuidadoso al andar para no chocar con otras personas. En esas estaba, cuando a lo lejos, visualizó un acto de vandalismo... en menor grado. Detalló que un tipo chocaba con una chica, la que le daba la espalda, haciendo que soltara su bolsa y al caer ésta al suelo, dejó escapar todo lo que su interior guardaba. El sujeto simplemente continuó recto, sin importarle lo que había hecho, ni prestar ayuda la joven, por lo que Derek, como buen ciudadano que era, se acercó para ayudarla a recoger sus pertenencias.


—Permíteme.


Se colocó frente a ella de cuclillas al tiempo de decir eso, captando su atención, por lo que levantó su mirada de sus cosas y clavó sus ojos en los de Derek. A él por un momento el corazón dejó de latirle al reconocerla; era Sara. Sus hermoso ojos azules, abiertos ante la sorpresa de ser ayudada por un desconocido, lo escrutaban con tanta curiosidad, que Derek sintió un pequeño escalofrío recorrer su espalda; sin embargo, no pudo apartar su mirada de ella. Era como cien veces más bonita a corta distancia que a larga, y su corazón, que se había detenido unos segundos, de pronto se vio en la necesidad de trabajar a una velocidad doble e incapaz de controlarlo, un sonrojó invadió su rostro.

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