EXTRA: Lysarel (II/III)

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—¡Bendiciones! —saludó luego de cruzar el umbral.

Una joven que barría el brillante piso de madera lo recibió. La muchacha soltó la escoba, se sonrojó intensamente al verlo y se inclinó torpemente.

—¡Bendiciones, señor!

—Disculpadme, señorita, ¿tenéis habitaciones disponibles?

—¿Cuántas desea el señor? —preguntó la joven, mirándolo con los ojos muy abiertos. Lysandro dudó. Lo lógico sería pedir una sola, pero no quería desatar habladurías, aunque en esa ciudad nadie los conociera—. Porque solo tenemos una.

Internamente, se alegró por su buena suerte.

—¡Qué pena! Somos dos; sin embargo, hemos recorrido toda la ciudad y no hemos hallado alojamiento, así que mi compañero y yo aceptaremos.

La joven volvió a inclinarse. Un poco azorada, contestó.

—¡Oh, sí, señor! Hoy finaliza el festival de Briola y está todo lleno, es por eso. ¡Hay mucho movimiento en el centro!

—Pasamos por ahí para venir hasta acá —explicó una voz grave a sus espaldas—. Después de que nos instalemos nos gustaría visitarlo.

Cuando la muchacha fijó los ojos en Karel, Lysandro notó que se sonrojaba todavía más, el joven frunció el ceño en respuesta y carraspeó.

—También necesitamos lugar para nuestros caballos y comida para ellos —dijo Lysandro interrumpiendo el embelesamiento de la joven posadera.

—Sí —respondió la doncella, fijando en él una mirada brillante—, ya mando al mozo. ¿Y vuestras excelencias querrán comer también?

Lysandro vio a Karel que le dirigía una mirada afable.

—¿Quieres comer aquí o prefieres hacerlo en el festival?

—¿Qué tal es la comida en ese festival?—preguntó a su vez el hechicero a la joven.

—¡Oh!, ¡Es deliciosa! Los señores encontraréis comida muy variada allí, al igual que bebidas, sobre todo vino. De cualquier forma, podría reservaros la cena por si no conseguís nada de vuestro agrado allá.

—¡Esa es una excelente opción! —Karel sonrió todavía más—. ¡Sois muy buena anfitriona! Ten.

El hechicero sacó de uno de los bolsillos de su chaqueta su monedero de piel y le dio una reluciente moneda de plata, que la muchacha recibió muy alegre. Se inclinó varias veces ante él y se despidió para llamar al mozo y preparar la habitación.

—Creo que es un buen sitio. —Karel miró apreciativo a su alrededor. El vestíbulo se encontraba muy limpio y el hogar encendido añadía calidez.

Antes de que Lysandro pudiera contestar, la doncella regresó.

—Señores, la habitación que tenemos cuenta con una sola cama. —Las mejillas de la joven se encendieron y bajó la mirada—. Espero no os molestéis, no contamos con más habitaciones.

Lysandro abrió la boca para responder, pero Karel lo hizo antes.

—No os aflijáis. Somos muy buenos amigos, no tendremos problema en compartir la cama.

Lysandro sintió que sus mejillas se calentaban, seguro estarían más rojas que las de la muchacha.

—Siendo así, todo está listo. Por favor, seguidme.

 Por favor, seguidme

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El amante del príncipeWhere stories live. Discover now