CAPITULO 31: La jerarquía de los Farrell

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Seth Cassian

Finalmente he llegado al lugar del que tanto me alejé por años. El lugar es tan enorme como siempre lo recordaba, una enorme mansión de color blanco y con un toque pintoresco que le daba calidad al exterior. Además de que estaba rodeado por enormes jardines abiertos y prados de flores.

Bajé del auto y una multitud de servidumbre ya me esperaba afuera. Suspiré sin ánimos y Nicolás corrió a mí lado.

– No recordaré muchas cosas… pero recuerdo que claramente te decía que no quiero que nadie me espere en la puerta – dije molesto

Nicolás me miró extrañado y con eso miro a la servidumbre, les ordenó que se fueran y solo así podía sentir al menos un pequeño porcentaje de tranquilidad. También llegó otro auto atrás y se detuvo, era el auto del enorme Dante, el cuál no tardó en obligar a los hombres que lo cuidaban a bajarlo.

– Encárgate de Dante, que nada le pase – le ordene a Nicolás

Di unos pasos adelante y así entre al lugar.

Me recibió el típico vestíbulo dónde recuerdo un ataque cuando era niño, murieron 11 personas aquí solo en esa noche. Después me pase a la sala donde mi padre hacia negociaciones de paz pero estás nunca llegaban a cumplirse tal como él las quería y terminaba matando a sus invitados. Seguido me dirigí al comedor donde mi padre cenaba gustoso al lado de sus enemigos y al final los traiciona a, matando a todos y cada uno con un cuchillo de carne en el cuello. Y por último llegué al bar de la casa, el lugar que más ama mi padre y el lugar al que más le temía cuando era niño.

Los recuerdos inundaban mi cabeza de manera abrumante, así que termine sentándome en un asiento pegado a la barra.

– Cass – una voz reconocida me llama

A principio dudo de quién es pero cuando me giro para ver, logro confirmar de quién se trata.

– Madre – murmuré

Ahí estaba de pie algunos metros frente a mí, su cabellera castaña, su piel blanca y sus ojos verdes los cuales había olvidado que eran así. Ella se veía feliz de verme pero extrañamente yo no pude siquiera sentir algo de cariño.

Mi madre comenzó a caminar a mí con los brazos extendidos y yo me puse de pie al verla.

– Hijo, me alegra tanto que hayas vuelto y… – comenzó a decir pero antes de que pudiera abrazarme, termine haciéndome a un lado

No la deje tocarme a lo que ella simplemente bajo los brazos.

– No volví porque extrañara este lugar, tampoco porque te extrañara… volví porque me casé y necesito protección para mí esposa – dije en un tono serio

Ella rápidamente formo una expresión confundida y retrocedió.

– ¿Te… te casaste? – pregunto sorprendida

Asentí sin mirarla – La traerán en poco tiempo y viviremos aquí – mencioné mientras acomodaba las mangas de mi camisa y caminando a lo largo de la habitación

– ¿Por- por qué no me dijiste que te habías casado? – pregunto siguiéndome – pude haber asistido, pudimos haber ido… tu hermana te ha esperado por mucho y ahora traes a una desconocida que-

– No es una desconocida, Madre – le interrumpí mirándola – es mi esposa y no quiero que la llames de esa manera

– Pero… hijo, ¿Por qué no la llevas a tu casa en el campo?

– Porque está casa es mía – respondí despectivo a sus palabras – la jerarquía dentro de esta familia es la clave de todo y mientras mi padre no esté, yo me encargo de todo

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