Capítulo 30 - La destrucción del Diablo

42 6 0
                                    

El plan estaba saliendo mejor de o imaginado.

Ahora sólo le quedaba esperar a que Lovro le diera la señal para pasar al escenario, y de esa forma, la destrucción finalmente empezaría.

— Puede subir a reclamar lo que ha ganado — Dijo el hombre de blanco, mucho más tranquilo y alegre después de que su objetivo principal se haya cumplido.

— ¡Ahora! —.

Con su típica sonrisa comenzó a caminar hacia el escenario, ganando varias miradas de curiosidad, acompañados de murmullos sobre su posible trabajo como ayudante de Red Dawn.

Al subir al escenario se detuvo detrás de la jaula, y sin decir nada simplemente colocó sus manos sobre el metal, dirigiendo sus miradas a todos los presentes. De ahí, se permitió soltar una pequeña risa sin sentimientos, cambiando su expresión a una más seria mientras que su mirada se oscurecía.

— En otras circunstancias probablemente les diría que se quedaran a disfrutar del show, pero ahora... — Rió ligeramente — Será mejor que corran para salvar sus miserables vidas —.

Una explosión se escuchó al momento de que sus palabras terminaron, alertando a los presentes y sobre todo a los guardias del lugar y guardaespaldas.

— ¿¡Quién eres!? — Preguntó el sujeto de traje blanco, sacando un arma de su chaqueta y apuntando a la cabeza del adolescente con ella.

— Oh, yo sólo soy alguien que quiere recuperar lo que le fue arrebatado, y lamentablemente, tú estás en mi camino, así que no te extrañes por lo que haré — Respondió sonriendo con psicopatía.

— ¡Fuego! —.

En segundos el lugar fue convertido en una arena de batalla, con las personas del lado blanco ganando la batalla, pero dejando de lado a la persona gris que veía con desdén a cierta persona.

Entre las baladas que fueron disparadas una logró darle a la persona de traje blanco, que cayó al piso al ser la parte afectada su pierna derecha.

— ¿Ahora ya no eres tan valiente, verdad? — Preguntó con diversión, tomando el arma de fuego que terminó en el piso, para después ver al hombre, comenzando a jugar con el arma mientras ladeaba la cabeza.

— Por favor, déjame vivir, prometo que no me meteré en tu camino — Aquel hombre imploró por su vida, rezando para que el de traje negro se apidara de él.

Karma sonrió, viendo al hombre con superioridad para después ver el arma en sus manos.

¿Podría atreverse a jalar el gatillo?

Estuvo unos segundos en silencio, regresando su vista a la mirada del hombre que no había dejado de implorar para salvar su vida en todo ese tiempo.

— Puedes suplicar por tu vida todo lo que quieras, puedes rezarle a un dios si es lo que quieres, y puede que él o ella te perdone por tus pecados, pero el diablo jamás lo hará, porque él ve cada pecado cometido, y por más mínimo que pueda ser para ti, eso no cambiará tu castigo —.

Con una mirada perdida y una expresión sin emoción, jaló el gatillo.

El sonido del arma pasó desapercibido debido al ruido que había en el lugar, y ahora en el lugar donde aquel suceso ocurrió, sólo quedaba con vida una persona, y esa persona era Karma.

Lo había hecho.

Había quitado una vida.

Karma veía con atención al hombre muerto frente a él, dirigiendo después su mirada al arma, terminando por soltarla.

Se acercó a la jaula donde Gakushū seguía, sólo que ahora éste se encontraba hecho bolita como medida de precaución para evitar sufrir algún daño, con sus ojos cerrados y sus manos cubriendo sus oídos.

— Gakushū... ya no hay nada de que preocuparse, pronto estarás bien, lo prometo —.

Aquel adolescente de mirada violeta logró escucharlo entre el ruido, y sin embargo, fue incapaz de ver a la persona, debido a un olor dulce que llegó a su nariz, y que le brindó una extraña tranquilidad que en toda una semana no había sentido.

Todo estaría bien ahora.

Voy a estar bien —.

Amor en la oscuridadWhere stories live. Discover now