Capítulo 24 - Secuestro

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Era una tarde tranquila para la pareja.

Karma y Gakushū se encontraban en la casa del pelirrojo, sentados en uno de los sofás en la sala de estar, mirando un anime de fantasía y terror, cuando un reportaje de última hora apareció en la pantalla.

¿Qué estaba pasando?

— Actualmente se han reportado 15 personas desaparecidas en la ciudad de Kioto desde la primera hora de este día, todos rondando los trece años hasta los diecisiete — Explicó uno de los reporteros mientras leía unos papeles — Lo más recomendable es que no salgan de sus hogares en el horario de 8:00pm hasta las 6:00am —.

— Hm, me pregunto por qué tantas desapareciones en un sólo día — Murmuró Gakushū escuchando con atención al reportero.

— ¿Escapado de casa?, ¿se han perdido?, realmente hay muchas razones para que hayan desaparecido — Karma comentó con tranquilidad — Pero siendo sincero, que varios adolescentes desaparezcan en masa es algo preocupante —.

— ¿Quizás un secuestro? —.

— Podría darse el caso, que recuerde hace unas semanas dieron el reportaje de una mafia de Yokohama que comenzaba a visitar a las demás ciudades — Mencionó mientras hacía memoria — Sí es así, no doy muchas esperanzas —.

— Espero que no sea eso — Gakushū rió con nervios.

Después de aquel reportaje el canal siguió con su anterior transmisión, aunque la pareja no había sido capaz de quitarse la noticia de la cabeza.

~ • ~

Ya eran las 7:30pm, por lo cual Gakushū ya estaba listo para irse a su hogar, provocando el temor de su pareja.

— ¿Estás seguro que no quieres que te acompañe? — Karma insistió con preocupación.

— Karma, estaré bien, no te preocupes — Respondió con calma — Además, sabes que sé cuidarme solo —.

— Pero– —.

— Mira, sí quieres, te envío un mensaje cuando llegue a casa — Propuso en un intento de tranquilizar a su pareja, que asintió sin estar seguro — Te veré mañana, adiós Cariño — Se despidió con una sonrisa y un ligero sonrojo.

— Adiós... — Murmuró viendo como su novio salía de la casa.

Sinceramente quería ir detrás de Gakushū y acompañarlo a su casa aunque éste se quejara, pero a la vez también quería confiar en su palabra y en el deseo de que estaría bien, no obstante, de igual manera le era difícil hacer eso.

No es como que desconfiara de las habilidades de Gakushū, pero sí los secuestros eran gracias a una pandilla o una mafia temía de lo que Gakushū pudiera pasar.

Las palabras de Lovro y Karasuma en sus clases sobre esos temas lo hacían algo paranoico.

Regresó a la sala de estar después de unos minutos, sentándose en el sofá mientras sacaba su teléfono, metiéndose a la app de mensajes y yendo al contacto de Gakushū.

No estaba en línea.

No quería admitirlo, pero los nervios estaban acabando con él por dentro.

Necesitaba saber dónde estaba Gakushū, si no estaba caminando por lugares peligrosos o sí en ese mismo momento estaba enfrentándose a una o más personas.

Mientras que eso sucedía, Gakushū estaba a unas dos calles alejado de la casa del pelirrojo, viendo su teléfono y de reojo observando a algunas personas que caminaban del otro lado de la calle o los automóviles que pasaban.

Ciertamente le tranquilizaba que la calle no estuviera abandonada.

Estando ya a una calle de su hogar, bajó la guardia por un momento para guardar su móvil en la mochila, sin notar a las personas que lo observaban desde un callejón más adelante.

Pasando el callejón fue cuando regresó su vista al frente, y debido a ello, no notó a la persona que salió de dicho callejón.

Aquel sujeto de nombre y apariencia desconocida no tardó en tomarlo de sus brazos, colocando un pañuelo sobre la nariz y boca de Gakushū.

— ¡Hm! —.

Gakushū abrió los ojos con sorpresa, forcejeando para liberarse de su muy posible captor, y sin embargo, le fue imposible cuando otra persona salió del callejón, tomándolo de sus piernas para así poder levantarlas, evitando de esa forma su escape.

— Tsk, deja de hacer pelea mocoso — Se quejó frustrado al ya haber recibido dos golpes con el codo en su abdomen.

Con esfuerzo –demasiado– los dos hombres lograron entrar en el callejón sosteniendo aún a Gakushū, que lentamente comenzaba a perder las fuerzas para seguir luchando.

Finalmente, después de unos minutos, Gakushū perdió el conocimiento.

— Agh, finalmente — Dijo uno de los hombres mientras se sobaba los lugares donde Gakushū había logrado darle por lo menos cinco a seis codazos.

— Dios, ese chico sí que tenía fuerza — Comentó su contrario sobando su estómago, donde Gakushū le había propinado dos patadas.

— Bien, al menos ya lo tenemos, nos pagarán bien por este mocoso — Mencionó con entusiasmo procediendo a amarrar los brazos y piernas del adolescente.

— Estoy de acuerdo, pero qué crees que sería mejor, ¿su venta en partes o completo? — Cuestionó.

— Completo, quizás a alguien le guste hacer el trabajo por si mismo, o quién sabe, tal vez algún pervertido quiera sacar provecho, sólo unos afrodisíacos y este mosoco no será algo más que una perra —.

— Ya lo creo —.

Amor en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora