Capítulo 16.

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No fue una total sorpresa ver a Lexa sentada en su cama esperándola cuando se arrastró por la puerta, y para ser honesta, no sabía si estaba feliz de ver a su amiga o no.

Una parte de ella quería el consuelo, pero otra mayor sólo meterse en la ducha, lavarse la tristeza y arrastrarse dentro de su cama.

Lexa le echó un vistazo y supo que algo andaba mal. No iba a ir a ninguna parte por lo pronto.

—Dios mío, Juliana. ¿Qué pasa? —Lexa se levantó de un salto y se acercó a su amiga, la preocupación brillando en sus ojos.

—Ahora no, Lexa —murmuró, la voz ronca de tanto llorar.

Se vislumbró en el espejo y se estremeció ante lo destrozada que parecía. Tenía los ojos rojos e hinchados, la cara surcada de lágrimas secas y su sudadera estaba cubierta de suciedad de estar tirada en suelo entre los árboles. Estaba hecha un desastre.

—Creo que ahora es el momento perfecto —argumentó Lexa, siguiéndole cuando entró en su cuarto de baño. —Algo obviamente pasó. ¿Qué fue? Vamos, Juliana, puedes hablar conmigo.

Juliana suspiró y cerró los ojos, sabiendo que tenía que decirle algo a su amiga. —Valentina y yo tuvimos tuvo una pelea, eso es todo.

Le dio la espalda, despojándose de su sudadera y lanzándola al suelo.

—Santo cielo —Lexa estaba a su lado en un instante, con las manos en su espalda. —¿Qué carajos te hizo esa imbécil?

—¿Qué? Nada —dijo pasando junto a ella.

—¿Nada? El estado de tu espalda dice lo contrario —exclamó Lexa. —Y tu cuello, parece que te arrancó un pedazo.

Juliana se volvió hacia el espejo, observando el chupetón profundamente excavado en su cuello donde Valentina le había mordido antes. Sintió una punzada de dolor al recordar cómo había sonado Valentina cuando había llegado a su clímax, el momento perfecto cuando habían estado tan estrechamente conectadas que había pensado que nada lograría separarlas.

Giró un poco más para poder ver parte de su espalda y advirtió de que había varias pequeñas marcas de mordeduras diseñadas por ellas, recuerdos vivientes de los labios y los dientes de Valentina, reclamándola de la manera más íntima.

—No es nada, Lexa —suspiró, sabiendo que su amiga no lo entendería.

—¿Por qué la proteges? Es obvio que te hizo daño —presionó Lexa, su preocupación palpable.

—No... bueno sí, pero no en la manera que piensas —trató de explicar, a sabiendas de que no podía. —Estos pertenecen a la parte buena de la noche.

Lexa parecía preocupada, obviamente no le creía.

—Estoy preocupada por ti, Juliana. Esa Valentina, no es buena para ti. Por favor, dime que pasó —pidió con suavidad, su lado más amable saliendo a relucir.

Juliana suspiró y volvió a entrar en su habitación, colapsando en la cama y apretando una almohada contra su regazo.

—Le dije que la amaba —admitió en voz baja. —No fue demasiado bien.

—¿Así que te hizo esto? —preguntó su amiga incrédula, evidentemente saltando a conclusiones erróneas.

—No, eso fue antes. Como he dicho, esa fue la parte buena —Juliana estaba muy cansada, sólo quería dormir.

—Y como he dicho, estoy preocupada por ti. Esa tipa ha estado liándote y estás dejando que te haga cosas.

—Whoa, espera, Lexa. Lo que sea que estás pensando déjalo estar, ¿de acuerdo? Valentina nunca me ha hecho nada que yo no quisiera. Nunca. —Lexa le miró fijamente, esperando. —Solo se asustó un poco cuando utilicé la palabra amor. Sabe que cuando termine el verano voy a irme y tiene miedo de acabar con el corazón roto. Puedo entender eso, creo que siento lo mismo, simplemente nunca pensé en ello antes. No quería pensar en lo que pasaría cuando me tuviese que ir.

Deadline On LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora