Capítulo 10.

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Debía ser por todo lo que había dormido con Valentina durante el día, pero no podía conciliar el sueño esa noche. Se revolvió hasta volverse completamente loca. Finalmente encendió la luz, decidida a ir a buscar un vaso de agua o tal vez un poco de leche caliente por si ayudaba, pero entonces, vio a Valentina acurrucada en su porche.

El pánico la sacudió cuando se remontó a la noche anterior y se precipitó hacia la puerta, abriéndola de golpe.

Valentina dio un salto, levantando sus manos a la defensiva hasta que el reconocimiento se reflejó en su cara somnolienta. Por lo menos no parecía como si hubiera estado peleando de nuevo.

—Val, ¿estás bien? —preguntó de todos modos, agachándose para tomar el rostro de Valentina en sus manos.

—Lo estaba hasta que me despertaste, ¿qué carajos? —se quejó Valentina irritada.

Juliana frunció el ceño, desconcertada. —Valentina, ¿qué estás haciendo aquí?

Encogiéndose de hombros, Valentina parecía incómoda. —No podía ir a casa.

Entonces cayó en cuenta, la última vez que Valentina había peleado le había dicho que su madre odiaba que lo hiciera, que no podía ir a casa mientras estaba toda golpeada. Obviamente, no quería molestarla... o que la castigase de nuevo, o ambas cosas.

—¿Por tu cara?

Valentina pareció distanciarse, sus ojos adoptando ese brillo peligroso. —Algo así. Me puedes decir que me marche, no quiero meterte en problemas.

Su mandíbula cayó, no podía creer que Valentina en realidad pensara que iba a decirle que se marchara, más bien que se encontrara a la defensiva.

—No, por supuesto que puedes quedarte —le aseguró, —pero no aquí, vamos. —Tiró de Valentina hasta que se levantó y la arrastró por la puerta, ya temblando por el aire frío de la noche. Dios sabe cómo Valentina podía soportarlo. ¿Había realmente planeado dormir allí fuera toda la noche?

Valentina pasaba de un pie a otro, la mirada clavada en la puerta de la habitación. Juliana rodó los ojos y se acercó hasta ponerse delante, dándole su mejor expresión de "¿Y bien?". Finalmente, Valentina le honró con su preciosa sonrisa, haciendo que el estómago le diese un vuelco. Oh, cómo deseaba que no fuera plena noche y sus padres no estuviesen durmiendo arriba.

—¿De verdad te parece bien que este aquí? —cuestionó Valentina, incluso mientras se acercaba, una mirada hambrienta en sus ojos.

—No te preocupaste por eso ayer —señaló Juliana, sus nervios llameando cuando las manos frías de Valentina cubrieron su cintura, deslizándose por debajo de su blusa de pijama.

Los ojos de Valentina se cerraron ligeramente. —No estaba pensando exactamente con claridad ayer.

—Eres bienvenida a quedarte. Quiero que te quedes —su voz fue suave en el silencio de la noche y el beso de respuesta de Valentina lo fue aún más.

Le guiaron lentamente hasta que sus piernas golpearon el borde de la cama, las manos frías sobre su piel caliente dejando un estremecimiento a su paso. Se besaron durante mucho tiempo, explorando la boca de la otra, un saludo; un te extrañé; un me alegro de verte de nuevo.

Sus atrevidas manos se metieron bajo la chaqueta de Valentina, empujándola de sus hombros hasta que cayó al suelo con un ruido sordo. La sangre que circulaba por sus venas se estaba calentando mientras trataba de conseguir más, engatusar a Valentina para besarla profundamente, pero la rubia se apartó, mirándole con abierto cariño.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, una mano corriendo suavemente sobre los muslos de Juliana.

La cara le ardió cuando se dio cuenta lo que quería decir Valentina. —Todavía me duele un poco —admitió con timidez, —pero en el buen sentido.

Deadline On LoveWhere stories live. Discover now