Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ Dᴏs

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𝐋𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐢𝐨𝐧 𝐝𝐞 𝐇𝐚𝐝𝐞𝐬

𝑁𝑎𝑟𝑟𝑎 𝑁𝑖𝑐𝑜

Me encontraba empacando mis cosas rápidamente en mi mochila con espacio interminable, debía de irme antes de que todo empeorara. Como fui tan estupido de besar a Percy.
Me iría al infierno y me quedaría ahí hasta que todo esto se termine, lo más seguro utilicé mi puesto de rey de los fantasmas para trabajar. Dejé tres cartas que escribir rápidamente una para Jason, Hazel y una a Quiron.
Tome mi mochila y vi la lúgubre caballa por una ultima vez y me transporte directo al infierno, encontrándome con cerbero que me recibió lamiéndome la cara con sus 3 cabezas, jugué un poco con el perro el infierno y seguí mi camino derecho a la entrada del infierno.

Se abrieron las grandes puertas del castillo de mi padre, se que debía presentarme primero que todo ante mi padre y su esposa, pero no haría eso, fui directo a mi habitación donde tiré la mochila a un lado de la cama, me acosté en mi cama empecé a mirar el techo pensando en que es lo que haría, sin darme cuenta caí dormido.
Dormí varias horas, hasta que fui despertado por un fantasma, que apenas vio que abrí los ojos se separó y se inclinó ante mi, estaba esperando a que le diera autorización para hablarme, ya que sin una orden las alama tiene prohibido hablar.

—Habla ya.—dije fastidiado ya que quería seguir durmiendo.

—Mi rey.—dijo mientras agachaba la cabeza.—Su padre el dios Hades lo solicita en el comedor.

—¿Está molesto?.

—Así es, sabe que usted no se presentó apenas llegó.

—¿Persefone está aquí?.- dije levantándome de la cama.

—Si mi rey, mi señora Persefone se encuentra en el castillo, llegó dos días antes que usted.

—Vete.—dijo con voz mortífera sin ver al fantasma.

Me fui caminando despacio por el castillo lúgubre hasta que llegue a las grandes puertas del comedor, en la larga mesa en la cabecera se encontraba mi padre, con su túnica negra adornado de joyas y su corona de rey del infierno, a su derecha se encontraba mi madrastra Persefone, tenía un vestido azul noche casi llegando a negro y en su cabello su corona.
Sentí la fría mirada de mi padre mientras me acercaba a ellos, cuando estuve al frente me arrodillé.

—Padre, Persefone.—Dije viéndolos a las caras.

—Muchacho maleducado, levántate y siéntanle.—dijo mi padre sin verme, yo lo hice y me senté a su izquierda.—¿Por que no te presentaste?.

—Quería dormir.—Respondí sin verlo, estaba jugando con la bebida de mi copa encantada que me permitía consumir alimentos del infierno.

Espere una respuesta de mi padre que nunca llegó, levante la mirada y vi que Persefone me observaba detalladamente, si. Decirme nada se dirigió a mi padre.

—Querido dile.

Mi padre soltó un suspiro y dijo.

—Nico, Persefone me dijo que debía hacerme más responsable de ti, ya que eres mi hijo y todas esas estupideces, en pocas palabras que debo ser un mejor padre.—Esto me interesaba, así que levante la mirada de mi plato y lo vi a los ojos.

—Y que hará el gran Dios Hades, ¿Jugarás pelota conmigo?, ¿Me llevarás a ver un partido? O ¿Me llevarás a probar mi primera cerveza?, creo que ya es un poco tarde para esa última, ya la probé.—dije con burla mientras mientras veía mi anillo de calavera.

—No hare nada de eso, te irás a una misión.

—¿Esa es tu forma de ser un buen padre?, créeme ganarás el premio al padre del año.

—Irás a Italia y te alejarás de todo lo que tenga que ver con la vida de semidios, Persefone cree que estar en tus raíces te ayudará a despejar tu mente, te conseguí una casa donde vivirás, aquí.—dijo y dejó un sobre frente a mi.—Hay efectivo y tarjetas de débito con dinero infinito, las ventajas de ser hijo del dios de la riqueza. Dejare a tu decisión si quieres contarle a tu hermana y tus amigos en donde estas

Me quede viendo el sobre y luego a mi padre, no negaré que la idea sonaba tentadora, ir a mi tierra natal estaría alejado de todos y tendría una vida llena de comodidades, no tendría que trabajar nunca, así podré olvidarme de Percy.

—¿Por qué haces esto?.—pregunte abriendo el sobre donde había tres tarjetas y mucho efectivo.

—Eres mi hijo, supongo que debo preocuparme por ti.

Era una respuesta suficiente para mi, sabiendo quién era mi padre así que solo dije.

—¿Cuando me voy?.

—Te vas mañana apenas te levantes, te daré una piedra que te dejará en tu nueva casa.

Eso fue todo lo que se dijo en la mesa, no se habla en lo que quedaba de cena. Cuando todos los platos estuvieron vacíos me retiré y me fui a mi cuarto con el sobre en brazos, lo guarde en mi mochila que por suerte no desempaque, me quite la chaqueta de aviador y me dormí

Mio Dolce AmoreWhere stories live. Discover now