C A P (63)

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Maylin Xing

Siento las miradas de todos recaer sobre nosotros y la tensión del ambiente me resulta sofocante.

«Mi padre.»

Las punzadas en mi abdomen me quitan el aliento, llevo las manos a esa zona como si eso lo aliviara; trato de mantener recta sin mostrar temor alguno que le hagan saber a mi padre que tiene control sobre mí.

Trago saliva y dejo que la Maylin que se ha construido este año salga a relucir.

No quito la mirada de él al bajar de las escaleras y pronto los murmullos de la mayoría se expande como eco. Adler Roquer sigue parado al costado de su esposa, me sorprende el hecho de que no se haya marchado.

Si no fuera por Adriano quien abre mis manos, yo seguiría enterrando las uñas en mis palmas para controlarme, basta mirarlo a los ojos para volver al presente, pasa sus pulgares por mis mejillas y mi respiración vuelve a la normalidad.

—Estamos aquí —dice y es imposible no ver a mi alrededor a la familia Greco, luego me topo con HyunKi, quién viene a mí.

No estoy sola.

Maldición, ya no.

Tengo a personas que no quieren matarme porque se sienten intimidados por mí.

Las ganas de vomitar vuelven a aparecer cuando un joven pasa con su fuente.

—Mierda —digo apartando a Adriano para tranquilizar las arcadas. Ese hecho de querer vomitar me quita cualquier pensamiento de mi padre, sonrío al sentirme agradecida con la semilla por ese detalle.

Siento un leve apretón en el hombro y no puedo evitar sorprenderme.

—Soy yo —dice HyunKi. Su rostro me hace recordar el pasado y ya no quiero ir allí, pero él es la persona que estuvo para mí, aunque solo fueran unos meses.

Me topo con Dong, quién me mira atento y odio eso porque a pesar de que él fue un imbécil conmigo, fue de las personas que más me escucho cuando no tenía a nadie.

Sostengo la mano de Adriano con fuerza ante la sorpresa de HyunKi, pero el apretón se aliviana. Una punzada en mi estómago hace que me quede inclinada, levanto la mirada al escuchar el bufido del alemán, quién se mantiene en su mismo lugar.

Su mirada solo transmite neutralidad, no hay rencor en los ojos de Adler Roquer. Sigue allí, sin irse y eso basta.

—¿Por qué no venir y hablar de frente? —espeta el alemán con un tono áspero que los hace callar al instante esos murmullos de los líderes de ciudades poderosas, pero no tanto como los jefes absolutos de países.

Vuelvo a la postura recta y esta vez las miradas de los demás no están centradas en mí.

Miro a Adler y este no quita su mirada de mí, luego observo a Arabella Roquer, quién tiene la oportunidad de destruirme si así lo quisiera, pero no lo hace. Ella posee algo que no muchos presentes en la reunión tendrían y eso es la empatía. Ha sacado conclusiones y no como mujer, sino como mamá.

Tal vez, ella es capaz de ver algo que yo no.

Odio aun tener esa capacidad de sentir por papá.

No quiero recordar los mejores momentos que pase con él.

Aprieto las manos con fuerza y dejo escapar el aliento, mis pensamientos sobre mi padre desaparecen al sentir mis arcadas avecinarse por el hecho de que de nuevo el mismo mesero aparece con su fuente, logro sujetarle de la muñeca al tipo y me mira atento.

—No pases por aquí otra vez —espeto con enfado y asiente.

Calmo mis ganas de vomitar.

Miro a HyunKi y él asiente, mientras se marcha, pronto percibo el vacío en mi estómago al presenciar cómo se marcha. 

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora