C A P (45)

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Maylin Xing:

Keung da un paso al frente e intenta elevar la mano para preguntar, pero me niego dar detalles ahora mismo.

—Quiero que acaten mis decisiones y necesito que traigan información —digo, Silvia intenta contradecirme, pero me nota lo suficientemente segura. Todos se marchan y me dejan sola con Keung, el cual me mira con cierta confusión.

—Voy a poner a más guardaespaldas cuidándome, no te preocupes —digo, él se convence de ello. Se acerca a mí con pasos lentos, casi jugando en el proceso.

—¿Por qué motivo estoy aquí? —pregunta. Él camina a la par conmigo hasta ingresar a la cocina en donde veo la cesta de fruta y al instante me agarro una naranja, cojo un cuchillo y le hago tajadas.

—¿Sabes lo que voy a preguntarte no es así?

Keung asiente.

—Lo sé.

—Entonces, habla.

Es agradable que ya sepa lo que deseo y me diga todo lo que Leandro mencionó después de abandonar el lugar.

—Dijo que no tenías suficiente autoridad como para mandar a cada uno, nadie le hizo caso porque saben quién es el que pertenece a la orden principal cuando el líder no está —dice refiriéndose a mí. Dibujo una escasa sonrisa, pero luego muestro neutralidad e intento no parecer muy arrogante.

Asiento, boto los desperdicios a la basura y lavo mis manos.

«—No pienso que Leandro se esté moviendo solo, estoy segura de que Roxely le ordenó a su mascota —digo en mis pensamientos.»

Me dirijo hacia la sala con su compañía, me muestra sus dibujos en donde retrata el momento exacto que estuve parada viendo a todos formados. Percibo el grado de poder que derrocha esa imagen.

—Dibujas muy bien —digo y sonríe.

—Gracias.

Percibo como este me ve de forma inquietante.

—¿Qué?

—¿Estás preocupada por él? —se muestra curioso y trato de no contestar a su pregunta, la cual ingresa a mi cabeza y revolotea con los demás pensamientos que tengo, los latidos de mi corazón se sienten invasivos en mi pecho y las manos me sudan de pronto dejándome aturdida.

—Es extraño que no se haya puesto en contacto, Adriano no es de ese tipo que deja todas sus cosas y se dedica solo a su trabajo sin siquiera agarrar su teléfono y conversar con alguien; sabe la clase de enemigos que maneja.

Denoto una cierta expresión de asombro en el rostro de Keung.

—Es entendible —dice, se pasa la mano por su cabello —. Mi papá se pone como loco cuando no sabe en dónde estoy y mamá ni se diga, se preocupan mucho por mí.

Siento un poco de envidia, por el hecho de que mencione a sus padres y la protección que estos le brindan. Una cierta calidez familiar que me hubiese gustado disfrutar.

—¿Deseas algo más de mí? —pregunta, asiento al instante.

—Sí, haz un grupo con los más fuertes y capaces para enviarlos al sur como muestra de apoyo a Dong.

Él, frunce su ceño, se acerca de inmediato a mí. Quiere tocar el torso de mi mano, pero se reprime; se muerde los labios y puede percibir su frustración.

—¿Por qué mandarnos al cuartel del sur? —pregunta, confundido.

—No le di un obsequio de bienvenida —contesto envuelto en un tono simple; lo miro a los ojos que me trasmiten enojo puro.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora