C A P (50)

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Maylin Xing:

Cierro los ojos y trato de lidiar con los dolores de cabeza, apenas he descansado unas horas, para luego afrontar el tema de los rehenes. Tambaleo un poco y me niego a seguir de pie, lidiando con las amenazas que manda Zimo Wang.

Me siento en el suave sillón y cojo la botella de agua, bebo con lentitud. Andreas ingresa a la habitación con comida caliente y lo deja en una mesa. Sostengo las mantas. 

—Podría lidiar con los asuntos pendientes, sin embargo, deduzco que no te has alimentado bien desde que te levantaste hace ocho horas —dice Andreas con un tono alto.

Pongo los pies en el piso y empiezo a caminar envuelta de las mantas alrededor de mi cuerpo: —¿No hay calefacción? Tengo mucho frío —digo y paso por su lado con la finalidad de dirigirme a la habitación en donde está Adriano.

Andreas me sujeta del brazo: —Deberías dejarlo solo, es momento de guardar reposo y tú también deberías hacerlo, voy a encargarme de mantener las cosas estables, mientras ustedes pueden descansar.

Sé que lo hará bien, pero es inexperto en estos temas, sin embargo, mi cuerpo no coopera lo suficiente, aún me duele los brazos y la cabeza me retumba, ni que se diga de mi oído porque me siento incapaz de escuchar con claridad. 

—Encárgate de todo por estos días y pídele a Dong noticias sobre todos los movimientos que ocurra en Italia —digo, pensando en Roxely,  luego un pinchazo se centra en mi sien, el olor de la comida me hace regresar a mi habitación y sostener el plato, pero él me ayuda a hacerlo.

—¿Vas a darle de comer? —pregunta con una sonrisa leve en su rostro, pero luego vuelve a su postura neutral.

—¿Quieres que lo haga contigo? —digo con sarcasmo, el cual le hace sonreír.

Hay personas cuidando la habitación de Adriano y me parece un poco excesivo, pero todo eso se esfuma cuando me recordaron que Leilei asesinó a Pim, el líder a cargo de P.B. mientras Greco, estaba en Italia. Los sujetos se hacen a un lado y abren la puerta. 

La cama es extensa y Greco está colocado en el medio, lleva el cuerpo envuelta en vendas ; se queja cuando se remueve y por dentro siento un leve escozor en el pecho.

—Realmente no me escuchas. ¿Verdad? —dejo escapar la pregunta más irónica, cuando él solo es levantado para darle de comer, Adriano no se queja de dolor, duerme, su cuerpo no se remueve o es sofocado por pesadillas.

Estiro el brazo para coger el plato con la cuchara mientras me siento en la cama, enrosco las piernas y tomo pequeñas porciones de la sopa, le doy soplidos para quitarle el vapor, por un momento juego con el humo que sale, ante de llevármelo a la boca.

—Debería estar durmiendo hasta decir basta, pero estas circunstancias en la que tú ni siquiera puedes ponerte de pie hace que no me detenga y quiera ser la persona que te proteja. No te olvides que somos el chaleco antibalas del otro —hago hincapié en la frase y una sonrisa se forma en mi rostro al sentir que es algo simple o hasta cómico, pero para mí se siente distinto.

Mastico el fideo y suelto aire para no sentir tanta calentura, reniego por ser tan imprudente de llevarme algo caliente a la boca, mi mirada se centra en mis tobillos que están con vendas.

—Tengo un esguince en mis dos tobillos, odio esto, siento que me cortan las oportunidades de escapar con mayor rapidez —murmuro con enfado —, también tendré una cicatriz en el abdomen, es la primera vez que tengo uno en esa zona y los raspones de mis brazos me arden.

Empiezo a quejarme, pero él no me escucha, solo duerme, hasta siento que podría roncar un poco, por un momento me quedo en completo silencio, porque estoy actuando muy raro, hablo sola.

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Where stories live. Discover now