C A P (46)

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Maylin Xing:

Roxely es la traidora.

Sé que ella lo es.

Sonrío al pensar en lo ingeniosa que puede ser: poner a las pandillas de mi padre en contra mía es una posición astuta y digna de aplaudir.

—Camina —dice el sujeto empujándome para bajar las escaleras con mayor rapidez; no deja de sujetar mi cabello. Me detengo de forma abrupta y alzo la voz.

—¡Wǎnshàng!

Mi pequeña fiera viene y se deshace de las dos personas que están detrás de mí y al que está sujetándome mi cabello es mi presa. Deslizo la mano por su pierna para quitarle el arma y colocarlo en su sien.

—Tocan a Wǎnshàng y se mueren todos, en especial tú con un gran agujero en la cabeza. —Lanzo la amenaza para que no le hagan daño a mi pantera que se acerca con pasos lentos hasta que puedo percibir su cola la cual roza mis pantorrillas.

—¿Quién te hizo pensar que los atacaría? —pregunto, enfadada —. ¿Acaso se han olvidado de que fui yo la que administraba esto?

—¿Cómo podríamos confiar en una mujer que está acostumbrada a darle la espalda a su gente? Mataste a todo un pelotón de trescientos hermanos con tus malditos asesinos que están en tu cuartel —Arrastra las palabras con rabia.

Suelto una risotada al escucharlo decir tremenda calumnia.

—Estuve secuestrada durante meses aquí, en Italia, mientras ustedes trabajaban y la única vez que acudieron a la casa de Adriano Greco, fue para matarme, no para salvar mi vida. Dime ahora. ¿Quién le dio la espalda al otro primero?

El hombre me observa de reojo.

—Eres una maldita asesina —espeta, se da la vuelta de forma abrupta, quedando así su frente y la punta de la pistola, unida —, vamos mátame a mí también y está vez que sean trescientos uno en tu lista, perra.

—Mira como ladro. —Aprieto el gatillo y le vuelo dos dedos de su mano izquierda. — ¿Vas a confiar en mí o en una italiana?

Escucho su respiración agitada y percibo el grado de dolor que siente, dirijo mi mano a donde estaba su meñique y lo aprieto para obtener una respuesta. No dejo de apuntarle con el arma en su sien.

—Nadie nos dijo nada, nos dimos cuenta por el baño de sangre que hicieron tus sicarios —espeta, adolorido.

«Eso es obvio.»

— ¿Mandaste a atacar el cuartel que está bajo mi liderazgo? —Conozco ya la respuesta, pero quiero una confirmación directa.

—Sangre se paga con sangre —contesta y estrujo más sus heridas.

Observo a las personas que están a mi alrededor, son siete en total. Le vuelo la cabeza al sujeto y uso al tipo como escudo para llegar al auto, Wǎnshàng se introduce a la casa y percibo su temor, por el ruido que ocasionan los disparos.

—Te daremos diez segundos para salir —dicen, mientras yo me encargo de revisar cuantas balas quedan: uno, dos, tres... ocho. Me asomo por la ventana de la camioneta para contemplar a los siete ubicados en el centro, abro inmediatamente la puerta corrediza para disparar a la altura de sus pechos o cabeza.

«Piensa rápido y mata a todos.»

Me quedo sin municiones y aún restan dos que siguen disparando.

—¿Es que acaso no me quieren con vida? —pregunto, agitada.

—Maldita perra, sal de tu escondite.

—Bien. —Le doy un golpe en su garganta y arrebato su arma para después pegarle un tiro en la frente, el otro me dispara y busco refugio —. No puedes matarme, esa es la orden... Tengo que morir a manos del líder de la pandilla. ¿Por qué sigues esperanzado en que podrás secuestrarme?

La Emperatriz Del Bárbaro |+21Where stories live. Discover now