Capítulo 2.

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Juliana no podía quitársela de la cabeza. Todos los días cuando salía por su puerta sus ojos volaban de inmediato sin fallar al árbol de Valentina, pero la chica nunca estaba allí.

Se esforzó mucho para no dejar que le afectara, no tenía la menor idea de porqué quería ver a Valentina de nuevo. Tal vez porque era interesante. Tal vez porque era peligroso. O tal vez sólo porque era la única chica que había conocido, hasta el momento.

Sabía que podía conocer fácilmente a gente si quería; sólo tenía que ir al club y ... eso era un pensamiento horrible.

Sí, ¿y qué? Sus padres eran pudientes y miembros del club donde su padre jugaba al golf y su madre disfrutaba con frecuencia del spa, pero no era como si hicieran alarde de su dinero. Juliana no creía que fueran diferentes de cualquier otra persona a causa de ello, por lo menos esperaba que no.

Sin embargo, los otros chicos del club no tenían los pies tanto en la tierra; tendían a ser unos engreídos ricachones que pensaban que el tener unos pocos dólares los hacia mejor que los demás. Los gobernantes de la Tierra. Gente vaina le gustaba llamarlos. Sus padres le regañaron por ello, pero Juliana pudo ver la diversión en sus ojos incluso mientras lo hacían. Sabían que ella estaba en lo cierto, sentían de la misma manera.

Así que sí, quería ver a Valentina de nuevo. Al menos ella se presentaba como una persona real y no alguien programado con cierta etiqueta.

Pero lo que consiguió fue a Nayeli.

Nayeli era unos años mayor que ella. Solía andar con Penélope sin realmente notar su existencia, pero parecía que ahora que Penélope estaba ausente, Juliana era considerada digna del tiempo de Nayeli. ¿No era afortunada?

Nayeli apareció en un deportivo rojo descapotable, música atronadoramente alta y toda altivez. Así que Juliana no estaba interesada. Por supuesto, sus padres estaban encantados, mirándola con una sonrisa complacida, y simplemente supo que habían tenido algo que ver en esto. Se sentía traicionada, víctima de una trampa.

—Hola, Juli —saludó Nayeli, alargando el apodo de su familia para ella mientras abría la puerta de su coche con toda la delicadeza del mundo. Juliana oró en secreto que se cayera sobre su flaco culo; por desgracia, Nayeli era en realidad bastante elegante moviéndose.

—No me llames así —dijo Juliana con voz ronca, su cuerpo tensándose cuando Nayeli colocó levemente sus manos sobre sus hombros, besando al aire sus mejillas.

—Por lo tanto, vamos a divertirnos, ¿o qué? —dijo Nayeli en voz alta, ya conduciéndole a su coche y dirigiendo a sus padres una reluciente sonrisa blanca. Parecía que elegir no iba a formar parte de su día.

—Sólo llama si no va a estar de regreso para la cena —dijo su madre detrás de ellas, sonriendo feliz. Traidora. Hasta aquí el verano perfecto. ¿Dónde estaba Penélope cuando se necesita a alguien para llamar la atención de la idiota?

Con eso, se encontró alejándose a toda velocidad, apenas logrando ponerse el cinturón y sujetarse con todas sus fuerzas.

[ ... ]

Juliana estaba aburrida. Nayeli la había arrastrado por todas partes, a cualquier sitio donde estuviesen chicos con casi nada, preferiblemente ejercitados. Nayeli llegaba, echaba un vistazo, e inevitablemente encontraba la garganta de un chico donde empujar su lengua. El almuerzo había pasado rápido, una parada de camino, una hamburguesa y papas fritas para ella arrojadas en su regazo y en marcha de nuevo.

Habían terminado en la playa de los surfistas, y Juliana observó como Nayeli trataba de comerse las amígdalas de un chico mientras era incitada por el grupo de gente imbécil que Nayeli inevitablemente atraía. A la par, a Juliana le estaba haciendo sentir aún más incómoda un joven que seguía agitando su cuerpo y acercándose cada vez más a ella. En cualquier momento iba a hablarle, y tenía que encontrar una forma educada de rechazarlo. Simplemente no estaba interesada.

Deadline On LoveWhere stories live. Discover now